Junio
Los días de un
junio luminoso avanzan acercándose a un verano que nos trae aires de una
desescalada lenta y juiciosa, y con algo de suerte nos aleja de una pandemia
que ha dejado sus huellas en nuestra vida cotidiana. Hoy mismo, 1 de junio,
comienzo con la lectura de Poeta chileno,
voluminosa e interesante entrega, de Alejandro Zambra, un reto que me llevará
un trabajo firme en las próximas
semanas.
Alterno la
lectura con otro libro de mi buena amiga Carmen Canet que publica Olas (2020)
una excelente colección de aforismo que ella escribe con una extraordinaria
calidad.
Las tardes
largas, las noches cálidas y esa perspectiva de una nueva normalidad antes un
horizonte de imprevisibles razones. Esperemos lo mejor, siempre. Avanzamos en
el mes de junio que me trae de vuelta, treinta años después, la primera novela
importante de Alejandro
López Andrada, La dehesa iluminada, que rescata del olvido
Berenice y que supone esa primera piedra de todo un monumento a la Naturaleza y
su dimensión más ecologista y espacial. López Andrada incide sobre esa España
despoblada que ya se veía venir, y esa necesita de resucitar las costumbres y
hábitos al hilo de una simbiosis hombre-naturaleza.
Entra el
verano con unos días calurosos, mientras el mes de junio se desvanece y nos
encaminamos a un julio repleto de sorpresas en esa prometida “nueva
normalidad”.
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