Crónica personal de la desbandá
Amelia Noguera publica El camino de los canadienses (2020)
La carretera que une Málaga con Almería, escenario de la desbandá, se convirtió durante unos días
en la trágica imagen de la
muerte. Nadie ha explicado aún qué pasó en los cinco días de
terror entre el 7 y el 12 de febrero de 1937, no existe testimonio de la
soledad con que vivieron la masacre los supervivientes. Se ha estimado que el
número de desplazados estaría entre los cien mil y los ciento cincuenta mil, y
según el Socorro Rojo Internacional había atendido al menos a cien mil
malagueños que habían llegado caminando a Almería. Las cifras surgen de la
observación visual de los testigos directos, como Norman
Bethune, un médico canadiense que socorrió a muchas de las
familias que huían, aunque Bethune salió desde Almería el día 10, tres días
después de que comenzara el éxodo, así que su perspectiva nunca ofrecería una
cifra completa, y un teniente de carabineros testimonia que llegaron al tramo
entre Adra y Almería unas doscientas mil personas, y otros se dieron la
vuelta y regresaron, hambrientos, exhaustos o heridos, pero otros murieron en
el camino.
¿De cuántas
víctimas estaríamos hablando? No existe una certeza sobre las cifras, aunque las
estimaciones más fiables oscilarían entre los cinco mil y los diez mil muertos,
porque hay quien asegura que muchos cuerpos fueron arrojados al mar, y otros
siguen en las cunetas esperando que alguien los desentierre, incluso supervivientes
explicaban cómo encontraron cuerpos amontonados entre los cañaverales; otros
testimonian lo difícil que era recorrer el camino por la noche sin pisar los
cadáveres, incluso vivieron cómo desde tierra se oían las risas de los
marineros de los buques que se dedicaron a bombardear la costa, y consultado el
cuaderno de bitácora del Canarias, donde se reflejaba la munición y las salvas,
se lee que empezaban a las 6,45 de la mañana, pero no el objetivo. En cuanto a
los vuelos, hay constancia documental de un vuelo de reconocimiento, en el que
el piloto observa a los fugitivos, y "desde Tablada le dicen que el
objetivo es disparar. Él pide que le repitan la orden y le dicen que
dispare".
Durante
décadas, el franquismo ocultó lo que ocurrió, y muchos fueron los que callaron
la desgracia de tantos andaluces. La respuesta a qué ocurrió aquellos cinco
días de febrero está en la memoria de quienes sobreviven, y en los sótanos de
algunos archivos, que aún guardan los secretos de una de las peores masacres
del ejército franquista.
La novela
Amelia Noguera
(Madrid) cuenta la amistad de dos niñas, Azucena y Martina, y las consecuencias
que vivieron tras la experiencia que las unió en el triste episodio histórico
que se describe en la novela, El paseo de
los canadienses (2019), una ficción que se inspira en un episodio histórico
donde se describe la tragedia vivida por miles de familias que huían de las
amenazas del general Queipo de Llanos ante la
llegada y ocupación del ejercito nacional a Málaga.
Azucena y su
madre se verán obligadas a dejar Málaga y a encaminarse a Almería donde tienen
familia, uniéndose a todos aquellos que caminan por la carretera que une las
dos ciudades y llevan su misma dirección. Durante la marcha Azucena
coincide con otra niña de una edad muy parecida a la suya que, como ella, viaja
con su madre, y enseguida advierten que sus madres se conocen, aunque no parece
que ninguna de las dos quiera recordar esa antigua amistad de su niñez, y mucho
menos entablar ningún tipo de relación durante el viaje por más que las niñas
se busquen e intenten estar juntas, pero al final entre ellas surge una
conexión especial que se intensificará por los sucesos que tendrán que vivir cuando
la larga caravana humana empiece a ser ametrallada y bombardeada a lo largo de
la carretera que recorren.
Amelia Noguera
construye su relato alternando los testimonios de algunos de los protagonistas,
una intrahistoria desde los más diversos puntos de vista, el espía y filósofo
Koestler, un piloto italiano, un miliciano republicano, un arquitecto
canadiense, un falangista del buque Canarias, otro anarquista republicano, una
enfermera del Socorro Rojo Internacional, un jornalero, un militar profesional
republicano, una presa de la cárcel de mujeres de Málaga y un exdiplomático
estadounidense, entre todos ofrecen la perspectiva de esos documentos orales
necesarios que corroborarán tanto silencio sobre aquella carretera de la muerte
que Noguera sintetiza en un relato duro y no menos triste pero que al lector le
llena de emoción en cada una de sus páginas, y que sirva para que de alguna
manera se cierren las heridas de un pasado de auténtica vergüenza en uno y en
otro de los bandos.
La
ambientación resulta convincente y el escenario físico se ajusta, evoca y
recrea ese miedo que atenazó durante tanto tiempo a la población, y como
lectores vivimos ese clima de terror y los continuos abusos de poder, o la
impunidad con la que se movían cuántos se consideraron vencedores. Málaga, se
convierte en escenario y protagonista de esta historia, aunque los personajes
van creciendo a medida que los vamos conociendo, muestran la fuerza y la
entereza en situaciones que describen esas abundantes contradicciones de muchas
de las actitudes humanas que no dejarán a nadie indiferente, sobresale la
fuerza y determinación de Ángela, una mujer acostumbrada a llevar las riendas
de sus negocios y de su vida, a saber cual es su sitio, mantiene su palabra y
dispuesta a cumplir con sus obligaciones hasta el final; esa rivalidad
sostenida entre Isabel y Fernanda, y todas las circunstancias ocurridas tras su
vuelta a Málaga que completa la historia de El
paseo de los canadienses y que nos devuelve la fe en la buena literatura
capaz de sustentar toda una trágica experiencia con la fluidez narrativa.
EL PASEO
DE LOS CANADIENSES
Amelia
Noguera
Córdoba,
Berenice, 2019
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