Viajes de ida y vuelta
Pensiones y
hoteles de lujo donde vivir ese viaje constante en la nueva novela de José Luis Muñoz, El
viaje infinito (2020)
El narrador José Luis Muñoz
(Salamanca, 1951) convierte en novela la crónica de un itinerante viaje que su
personaje inicia en su infancia y culmina cuando es un escritor adulto, porque la
quebradiza salud del niño Roberto Luis se irá curando mientras acompaña a su
padre de hotel en hotel, pero cuando Roberto Luis Wilcox es un afamado
escritor, tras un sonado primer éxito comercial, abandonará la literatura puesto
que la vida transcurre como en una novela, se convierte en ese momento de
catarsis espiritual, y si de alguna manera conseguimos deshacernos de nuestros
fantasmas y alcanzamos a entrever los complejos entresijos del alma humana en
los lugares más insospechados, entonces la imaginación despertará milagrosamente
de un letargo, se mostrará de una manera convulsa y desatada, frenética en
ocasiones, rememorando, cafés, trenes, barcos, espacios abiertos y cerrados, o
en ese ejemplo de la mejor pulsión narrativa, en hoteles, que se convierten en
lugares repletos de vivencias y de aventuras, sustituyen a hogares reales o de
ficción, y han visto nacer entre sus paredes algunas de las páginas más brillantes,
divertidas, interesantes, entretenidas y estremecedoras de la literatura
universal.
Metáforas
del viaje
Esta nueva
entrega, El viaje infinito (2020),
cuenta las tribulaciones de un viajero cuyo nombre viene a determinar, en
cierto sentido, las circunstancias de su existencia misma, y si se parece a
Robert Louis Stevenson es porque, como él, afirma se convertirá en ese eterno
viajero que cuenta historias y de alguna manera le servirá de modelo para que
el joven Roberto Luis alimente una desbocada pasión por conocer el mundo, e
incluso visitar los míticos mares del sur. Este singular viaje puede
entenderse, después de una amplia propuesta narrativa, como esa experiencia
vital que atesora el salmantino, su conocimiento profundo y personal de las
pasiones, los sentimientos y los intereses que mueven este complejo mundo, y
así el libro ofrece al lector un itinerario que se adentra y recrea las
vivencias del narrador, un texto contado en primera persona, cuyos capítulos, además
del nombre del hotel o pensión, recrean el ambiente, la vivencia personal, o
cuanto se ha vivido entre las paredes de esa habitación, e incluye escenarios
tan diferentes como exóticos que se suceden con el paso del tiempo uno tras
otro, y desarrollan una trama de una variedad psicológica tan profunda como
sorprendente puesto que la dilatada vida y las andanzas del protagonista
mostrarán ese permanente contraste y manifestación con el vacío mismo, y un
cierto hedonismo que identificaría cualquier actitud con el placer o ese
bienestar humano que se aleja de una superficialidad donde la belleza y el sexo
tienen su espacio, y un auténtico protagonismo.
Bajo un
cielo protector
Roberto Luis
Wilcox irá contando cada uno de sus triunfos y de sus fracasos, el sabor de
cierta egolatría, de la autocomplacencia y la soberbia con el cinismo como
inseparable compañero de viaje, junto a la miseria, el pesimismo y ese concepto
negativo que comportan tanto la decepción como el desencanto. En realidad, José Luis Muñoz nos
emplaza a un recorrido desde una perspectiva tan desconocida como secreta, un manifiesto
comienzo bastante dilatado que evidencia un desastroso final. Un viaje, un
largo recorrido con las paradas habituales de toda una vida, estaciones que
denominamos intermedias, henchidas, año tras año, de representaciones, de
imágenes coloreadas, y recorriendo hoteles donde descansar, escenarios de lujo
y de paisajes elíseos, que conforman algunos oasis de los triunfos y de los placeres
vividos, aventuras que se superan la posterior, suma de esa catarsis que inefablemente
conducirá al triunfo de un infortunio.
A lo largo de
las páginas de El viaje infinito, al
hilo de las pormenorizadas descripciones de aventuras sexuales y de conquistas
del amante Wilcox, se percibe ese contraste entre esos dos mundos, bastante
opuestos, el de Oriente y el de Occidente, y se añade el papel que juega esa
falsa realidad con sus matices, tanto positivos como negativos. La presencia en
la sombra de Robert Louis Stevenson refleja a la perfección ese espejismo y
quimera de virginidad y de pureza de lo oriental que la propia novela va
desentrañando poco a poco, una visión sustituida por el dominio y la sumisión
que hay detrás del dinero, como universal y verdadera fuente de poder y dominio
por encima de las coloreadas postales, los lujos y excentricidades de un
exotismo malsano.
Nostalgia
de otro tiempo
Los viajes
constituyen ese particular leitmotiv, y supone el eje de casi todas las
vivencias del narrador, y al mismo tiempo la literatura complementa la historia,
porque la literatura es otra forma válida de contar la vida, o de vivir los
viajes de los demás, esos viajes de ida y vuelta donde cada una de las vivencias
pueden funcionar perfectamente como ejemplo de otros muchos, o quizá como complemento
perfecto a una existencia. La vida de Roberto Luis Wilcox irá haciendo escala
en los hoteles donde tras cada jornada, con mayor o menor fortuna, va al
encuentro del descanso, la reflexión o el placer. Los hoteles, de una utilidad
casi vulgar, se convierten en esos lugares idóneos donde abandonar los miedos y
las carencias, o vivir los sueños y las incertidumbres que definen la vida de
cualquiera. La soledad del hotel se convierte en ese territorio ajeno, extraño,
impersonal, en el que nos movemos y nunca se convierte en propio porque siempre
extraño.
La
originalidad de la propuesta patentiza las etapas de la vida del protagonista,
a las que el lector irá accediendo a través de una carta, un recuerdo, una
llamada de teléfono, una reflexión, la ardiente conversación de dos amantes,
porque, en definitiva, El viaje infinito resulta
una novela plagada de sugerencias, de momentos sutiles, de frases apenas dichas
que sin embargo contienen la esencia de esa vida que nos cuenta José Luis Muñoz, y de
alguna manera invita al lector a realizar su propio viaje a través de las
páginas que ha leído, una aventura tan real como imaginativa para dar rienda
suelta a nuestros deseos o veleidades.
El viaje
infinito
José Luis Muñoz
Madrid,
Bohodón Ediciones, 2020
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