Agosto
Cargado con
días de asfixiante calor, noches de insomnio y temperaturas prohibitivas, así
arranca este mes de vacaciones, de ausencias, de olvidarnos de la rutina, de
escasa o nula comunicación y de esa despreocupación que solo nos deja leer
aquello que nos entretiene, o nos interesa lo mínimo. El resto es silencio, y
dejar transcurrir los días de agotamiento. Y alguna lectura que nos sorprende,
por curiosa y bien escrita, una colección de cuentos de J. B. Durán, Tantas cosas dicen, diez relatos de
estupenda factura que dejan el poso de la buena literatura.
Una reseña
amplia sobre Guiseppe Ungaretti y el homenaje que le rinde la Asociación Internacional
de Críticos Literarios, un volumen con un buen puñado de artículos y estudios
interesantes que aparece, definitivamente, en el medio Zas! Madrid, que tan
bien maqueta mis colaboraciones.
Una colección
de relatos, La playa y el tiempo, de
Ernesto Calabuig que me devuelven la sensación de husmear siempre en buena
literatura, relatos que dejan poso, que nos sumergen en el mundo de la buena y
excelsa literatura de ficción.
El clásico Rebecca, de Dafne du Maurier, obliga a
un replanteamiento de la buena literatura, de volver a los orígenes de la mejor
narrativa universal, y un posible amplio estudio para su posterior publicación.
Me ocupará parte de este final de agosto, y en septiembre volveremos a esa
incipiente vida que supone “cierta normalidad”.
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