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La palabra ondulante de Carmen Canet
La realidad y las formas, ejemplos de sentencias y procesos, que a lo largo de la historia literaria conformaban la exactitud del aforismo y que a día de hoy definimos como “una concreta frase breve y doctrinal que propone un principio de manera concisa, coherente, y de una forma cerrada”. Carmen Canet (Almería, 1955) lleva a cabo un calculado proceso creativo, equilibra el peso empleado en su lenguaje, y en cada palabra subyace un destello genial, inesperado y magnético, una persistente llama que empezaba con Malabarismos (2016), siguió afianzándose en un camino aforístico personal con Luciérnagas (2018), ha seguido en La brisa y la lava (2019), y confirma su plenitud exponencial, tanto en crecimiento como en desarrollo, en Olas (2020).
El horizonte habitual de las palabras se ensancha de la mano de la almeriense, y convierte la rutina de lo cotidiano, abre camino a temas precisos y concretos, y convierte a sus textos en un raro objeto de colección, que nos permite sumergirnos en las profundidades de una intimidad absoluta, de lo más subjetivo, al tiempo que es capaz de universalizar conceptos de sus reflexiones donde lo humano y lo social, y lo intrínseco-lírico-poético ofrecen una elíptica visión de cuanto apreciamos en nuestro alrededor, un espacio que Carmen Canet concreta y ha hecho a su medida; construye textos inteligentes, de un soterrado humor, un juego válido de palabras, o ese encubierto recurso de la ironía que observa con cuidado el curioso espectáculo de lo cotidiano en esa búsqueda de aquellos ángulos que son capaces de ofrecer la realidad más absoluta. Canet, tan humana como profunda, explora y reflexiona en sus aforismos sobre sus límites, sobre esos diferentes aspectos de una común existencia: el amor, y/o la amistad, el dolor o la felicidad, la vida o la muerte, el arte y el ingenio, sobre la capacidad de la escritura y de su proyección en la vida, o sobre su mar, ese Mediterráneo cercano, y todo resulta evidente cuando constatamos la fortaleza de sus precisos, y acertados juicios.
La nueva obra, Olas (2020), según Ángeles Mora, resulta como esa lluvia fina que cala, aunque asegura que algunas de estas reflexiones se tornan crudas o tristes, a veces irónicas, o en ocasiones alegres sobre la condición humana, y esa ineludible senda de lo terrenal transitorio produce la impresión de un cambio continuo, ese caminar, oír los rumores de la voz sabía de Canet, contemplar con ella ese concreto espacio hasta alcanzar la identidad, ese yo consciente que con sus aforismos nos lleva a una escalada tan meditativa como reflexiva.
La escritura ondulante de Carmen Canet evoca el mar como ese otro ámbito donde la semántica equilibra y diversifica unos vértices que, de alguna manera, organizan el conjunto de su nueva propuesta, dividida en cuatro apartados, su visión mediterránea es de un azul intenso que se va enriqueciendo con los indicios de una realidad tan simbólica como tangible: "Ondulaciones", "Orillas", "Espumas" y "Alta mar", y a cada bloque le añade una dedicatoria afectiva y, en su profunda vocación literaria universal, la aforista evoca al moralista francés, Michel de Montaigne, y a Virginia Woolf, icono de libertad absoluta de un feminismo intelectual, en el primer bloque, cita a un inconformista Octavio Paz y a la narradora Ángela Becerra, para en el siguiente, celebrar al poeta del amor Pablo Neruda y Dulce María Loynaz, cuyos versos caminan sobre el mar, y finalmente, los versos del mito iconográfico Alfonsina Storní y Vicente Huydobro para el cuarto. La filiación existencial que sustenta la escritura de Canet apunta que, "La vida es una historia con olas. De encuentros y desencuentros, de llegadas y despedidas, de idas y venidas, de subidas y bajadas. De mareas altas y bajas", o "La vida conmueve y los sentimientos mueven"; y en "Orillas", aquellas situaciones que se prolongan en el tiempo incrementan el sesgo meditativo que gira en torno a sentimientos como el amor, la soledad, el destino personal o los itinerarios de lo cotidiano, y afirma, “El amor, como el mar, tiene unas veces marea alta y otras, marea baja”, o “Se quedó sin defensa en el alma”. Una clara sensación de continuidad ofrece los aforismos de "Espumas" y "Alta mar", insisten y tantean la levedad expresiva, esa cresta espumosa y casi intangible que corona las olas y se funde, como lluvia cursiva, con el tacto de arena. Subsiste esa parquedad temática, incluso cuando el aforismo persevera en la intimidad misma, “Cuando se altera el paisaje del cuerpo”, o “Despejaba el frigorífico cuando se ponía a dieta”, entonces surge otra estrategia literaria que confirma la coherente brevedad de estos textos, "Cuando el lenguaje pierde los matices y la honestidad, hay que acudir a la gramática de la verdad de la vida", solo entonces, "La caligrafía, como la vida, va cambiando: al principio es más redonda, luego se vuelve picuda, al final está más afilada y abierta", y como tantas cosas en la vida, "Al aforismo le viene bien tener pérdidas", y claro, "Los aforismos siempre dejan recados en sus frases. Y nos gusta".
La escritura aforística que conforma el volumen, Olas, rehúye la digresión, atiende a lo esencial, se fortalece en torno a la semántica de una sensibilidad que, en Carmen Canet, ofrece su mejor introspección sobre lo tangible y cercano, siempre encuentra el cauce, la comprensión de una realidad reconocible y próxima, nos emplaza a esas señas de identidad de nuestro tiempo, el pasado y el presente. Con sus aforismos enfoca una sensación, enuncia la inmediatez que se produce en el tiempo de la confidencia personal y en el presente continuo del lector.
Olas
Carmen Canet
Sevilla, Ediciones de la Isla de Siltolá, 2020
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