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sábado, 10 de julio de 2021

Hoy tomo café con…

     Pilar Tena: “ La protagonista de mi novela, Luisa, es una luchadora, quiere ser feliz. Precisamente rememora con insistencia sus breves recuerdos de plenitud, se alimenta de ellos.

       Publica en la editorial Tres hermanas su novela, Fin de semana (2020)

 

 

       Pilar Tena (Madrid, 1955), licenciada en Derecho y en Ciencias de la Información, y ha ocupado a lo largo de su vida profesional cargos directivos en diferentes fundaciones e instituciones públicas y privadas; actualmente es directora del Instituto Cervantes de Utrecht. Ha vivido en Irlanda durante dos períodos de su vida: el primero, en los años sesenta, y el segundo entre 2012 y 2015. La historia de Luciana (2018) recrea sus propios recuerdos y los sentimientos que la vuelta a Dublín despertó en la autora, una ficción que le sirve para hacer un homenaje a personas reales que han sido importantes en su vida. Es también autora de los libros La Embajadora (Roca Editorial, 2016), Contratiempos (Ed. Salto de Página, 2014), y Cómo sobrevivir a un despido… y volver a trabajar (Ed. Pirámide, 2013). En 2020 publica Fin de semana (Tres Hermanas), una historia que habla de la amistad, la juventud y el deseo.

                   ©Óscar Chamorro
 

¿Existe un tiempo, determinado y específico, para los secretos?

       Supongo que sí, claro, los secretos son parte de la vida. Pero solo cada uno de nosotros sabemos cuál es ese tiempo en nuestro caso.

 

¿Podríamos escribir una novela para cada una de las etapas de nuestra vida?

       En mi caso, desde luego. Ya llevo tres, y mi vida está dividida en periodos de cuatro y cinco años. Me quedan muchas novelas en el tintero, algunas de ellas ya están medio definidas en mi cabeza: Nueva York, Sídney, Estocolmo, Ámsterdam… Y lo que quede por vivir.

 

El sexo sigue siendo esa llamada oscura y rotunda que no deja opción al ser humano, ¿se lo pregunto porque presumo que es uno de los temas centrales de su nueva novela?      Absolutamente. Cuando la atracción sexual pega fuerte es una llamada irresistible, que a menudo arrasa con todo: convenciones, conveniencias, convicciones. Todo lo demás da igual, y estamos dispuestos a asumir las consecuencias de nuestra incapacidad de resistirnos. Y sí, es un tema cardinal en Fin de semana.

 

Tal vez, Fin de semana (2020), ¿es, también, la historia de una traición?

       Más bien de varias traiciones cruzadas, algunas traiciones menores, eso sí, incluso en la categoría de las mentiras piadosas, que podrían haber pasado desapercibidas. Silencios que habrían evitado desenlaces no deseados, decisiones que personajes toman unilateralmente y que quizá deberían haber tomado en común. La estrategia podría haber funcionado, a menudo funciona y los  secretos y las traiciones no se conocen nunca. Pero el destino es imprevisible y sus giros sorprendentes.

 

¿La capacidad de la mujer ante el adulterio y el secreto en torno al hecho se mide de distinta forma que en el hombre?

       Me temo que sí, aún sí, al menos en algunos ámbitos, generaciones, culturas. En la nuestra estoy convencida de que sigue habiendo un estilo de género:  los hombres tienden a ser más obvios  -y por tanto se les pilla más rápido- y las mujeres mucho más discretas. En cuanto a la reprobación social del adulterio, supongo que en eso se ha avanzado mucho: ahora es un tema exclusivamente de pareja, que se resuelve entre dos.

 

¿La historia de Luisa es la de una insatisfacción, y sus consecuencias a lo largo de toda una relación?

       Mucho de eso hay, sí. Hay algo en ella que, a pesar de ser una niña bien convencional, se resiste a encajar 100% en el molde. No encuentra una profesión, su marido la aburre, no consigue tener más hijos… Desde muy joven ya convive con sus frustraciones: tendría que ser feliz, pero no lo es.

 

La infidelidad de su personaje femenino protagonista ¿es una deslealtad, y por consiguiente un engaño?

       Lo es en la misma medida que lo son las infidelidades constantes de Toni.

 

Después de toda una vida, Luisa y Toni, ¿intentan sostener su relación pese a todo, quizá a base de silencios?

       Claro, claro. Creo que en muchas parejas que llevan tiempo juntos existen esos pactos no escritos, ni siquiera formulados: hay cosas que no se hablan, o sobre las que se pasa de puntillas si salen.

 

¿El ambiente, incluso el escenario, resulta importante para el desarrollo de su narración y de sus personajes?

       En el caso de mis libros es esencial. Pienso que puede ser un valor añadido de mi trabajo, o eso me dicen: aportar la descripción de los lugares, las culturas, el momento que he vivido. Irlanda (en Luciana), la India (en La Embajadora), Inglaterra (en Fin de semana). Me he esmerado por ofrecer una crónica de los ambientes, incluso el contexto histórico. Esta aspiración quizá refleje algo de mi vocación periodística.

 

  ©Óscar Chamorro

A lo largo de Fin de semana avanzamos sobre la raíz que ha convertido en inevitable ese presente de apariencia y de tranquilidad, ¿ambos personajes sobreviven en una burbuja irrompible?

       Bueno, queda claro en el desarrollo de la historia que es eso, una burbuja, por definición frágil. Y desde luego no irrompible. No hay sin embargo en ella hipocresía alguna, no juzgo su matrimonio con dureza, al contrario. Es una elección libre, lo que ambos quieren. Cuando se estropea tanto Luisa como Toni salen perjudicados.

 

Para entender al personaje Flora, ¿debemos volver siempre al comienzo, y ser conscientes del pasado de sus padres?

       Flora es por una parte esencial -precisamente porque sí, es el reflejo del pasado de sus padres-  y por otra representa una subtrama que me costó integrar. No estaba muy convencida. Maticé mucho, le di muchas vueltas a ese personaje tan complejo, tan vulnerable. Pero al final funciona, parece, y ha llamado la atención de muchos lectores que hablan de ella con proximidad, a quienes su historia conmueve y emociona.

 

Déjeme entresacar algún párrafo de su texto, por ejemplo donde se afirma, “A pesar de que los tiempos iban cambiando, pertenecían a una generación que daba prioridad al placer del hombre sobre el de la mujer”, ¿esta es otra de sus intenciones de poner de manifiesto esa domesticación femenina?

       Ni en este ni en ninguno de mis libros pretendo enviar grandes mensajes trascendentales, y mucho menos moralizar. Más bien, como mencionaba antes, hay un afán de ofrecer una crónica. No se trata de reivindicar, ni de alimentar militancias de uno u otro signo. Sencillamente quiero reflejar una realidad, dejar constancia de ella, tanto desde el punto de vista personal como colectivo -mi historia y la del tiempo que me ha tocado vivir-.. Ahora estoy escribiendo de nuevo relatos, vuelvo a mis orígenes de Contratiempos (Salto de página 2014): quizá en esas historias cortas, al condensar la narración, sean más evidentes las “moralejas”, aunque sean involuntarias.

 

¿Luisa tiene necesidad de aferrarse, a lo largo de tanto tiempo, a lo turbio, y a las sombras de su vida?

       No, no lo creo, Luisa es una luchadora, quiere ser feliz. Precisamente rememora con insistencia sus breves recuerdos de plenitud, se alimenta de ellos.

 


¿Debemos rendirnos ante las limitaciones que la sociedad nos impone sobre nuestro espíritu libre?

       Afortunadamente vivimos en una sociedad, la occidental, que tolera cada vez más las opciones individuales: así veo yo los avances sociales. Abren opciones que tú puedes utilizar o no. Lo que hasta hace unos años requería una rebeldía osada, hoy es una opción reconocida. Cada vez hay menos limitaciones, y eso se ha conseguido a base de no rendirse ante ellas. La rebeldía es siempre una gran cosa.

 

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