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ACTUALIDAD
DE LOS CUENTOS INFANTILES
Nórdica
publica, Cenicienta, Perrault/ Grimm
No
cabe la menor duda de que, cuando fueron escritos la mayoría de los hoy
calificados “cuentos infantiles” cumplían una función determinada, al margen de
entretener o divertir en las largas noches de invierno y junto al fuego del
hogar; habría que leer mucho más allá y pensar que, de alguna manera,
afianzaban el patriarcado reinante, “demonizaban” el mal y “recompensaban” el
bien, o simplemente seguían esos impulsos naturales, narrar cuentos y contar
leyendas para que las generaciones no perdieran su capacidad de fabular.
Tampoco deberíamos culpar, según ha
escrito James Finn Garner, a los hermanos Grimm de su insensibilidad hacia las
mujeres, las culturas minoritarias o el entorno natural; y de igual manera, no
olvidemos que Hans Christian Andersen no tendría empatía por los derechos de
las sirenas y otras fantasías de sus cuentos. Quizá por eso, Garner hablaba de “Cuentos
infantiles políticamente correctos” (Circe, 1995), puesto que tanto los
primeros como el segundo, escribían desde perspectivas muy diferentes a la actuales,
solamente habría que fijarse en la época que vivieron.
Cenicienta
Representa,
sin duda, la idea moral de que el bien triunfa sobre el mal, o la joven que
espera el amor de un príncipe; en realidad, un personaje que se remonta a la
antigüedad clásica y que desde el punto de vista de “cuento infantil” ha sido
recogido en dos versiones bastante diferentes, aunque con un trasfondo semejante,
la pobre huérfana cuyo padre contrae segundas nupcias y su madrastra y sus dos
hermanastras la maltratan y relegan a convertirse en una Cenicienta, hasta que
el hijo del rey ofrece un baile para encontrar a la joven más guapa del reino;
evidentemente, l pequeña Cenicienta no puede ir a la corte, y en su ayuda acude
el hada madrina que la convertirá en una hermosa joven, incluida carroza,
cochero y lacayos, pero deberá estar de vuelta antes de la medianoche una vez
que se deshaga el hechizo. Así desarrollaba Charles Perrault (París, 1628-1703)
su cuento publicado en 1697, una de las versiones más conocidas y extendidas; y
algo diferente, aunque con planteamiento semejante, escribieron los hermanos Jacob
y Wilhelm Grima (Hanau, 1785 y 1876- Berlín, 1863 y 1859), publicado allá por
el año 1812; sin duda, un cuento más complejo y con el tema de la muerte como
trasfondo, puesto que Cenicienta siempre acude a la tumba de su querida madre
donde un avellano le procura cuanto necesita; “¡Muévete y sacúdete, arbolito,/
de plata y de oro échame un poquito!”, y es así como Cenicienta consigue llegar
vestida lujosamente al palacio donde no deja de bailar con el príncipe hasta
que entrada la noche debe desaparecer; el final de esta versión se resuelve
como el anterior, Cenicienta se casará con el príncipe, pero resulta bastante más
cruel porque las falsas hermanas quieren aprovecharse y unas palomas le sacan
los ojos por lo que tiene que vivir el resto de sus días ciegas por su maldad y
falsedad, frente a Perrault para quien el “agrado” resulta ser el don más
cierto.
La
edición
Esta
edición ilustrada de Nórdica contiene ambos cuentos, y sus diferencias solo se
explican en el contexto histórico en que fueron escritos; la versión que Garner
propuso en su libro, especula con una liberación sexual y machista del cuento,
pero esta es otra historia y lo que importa es que Nórdica contrapone ambas
versiones, y además las ilustra Elena Odriozola (San Sebastián, 1967) que ha
publicado más cien títulos con sus magníficos dibujos.
Charles
Perrault/ Jacob y Wilhelm Grimm; Cenicienta;
traducción de María Teresa gallego e Isabel Hernández; ilustraciones de Elena
Odriozola; Madrid, Nórdica, 2015; 56 págs.
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