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Tiempos
modernos
Las
narraciones antropófagas de Concha Alós, reeditadas cuarenta años después.
Concha Alós
fue una conocida novelista que surgió en la década de los sesenta con obras
enmarcadas en el realismo imperante, y las secuelas de una larga postguerra que
llevaría a los novelistas de la época a ajustar, de alguna manera, sus cuentas
con la historia. Alós
publicó Los enanos (1962) y siguió entregando algunas de sus
emblemáticas novelas en los años siguientes, Los cien pájaros (1963), Las
hogueras, Premio Planeta, 1964, El caballo rojo, 1966, La Madama,
1969, y Os habla Electra, 1975. Toda su producción, a excepción de Os
habla Electra, se mueve
bajo el signo del neorrealismo y de la novela de testimonio histórico. Los
enanos, como anuncia su mismo título, ofrece una curiosa mirada por los
humillados, incapaces de ir más allá de sus miserias. El recuerdo de la guerra
civil siempre presente, es el argumento explícito en El caballo rojo, y La
Madama es, sin duda, su mejor producción, por la manera de enfocar la
historia, su mirada por la degradación de una familia en los años de la
posguerra, y por el dominio de la técnica con la que se halla escrita; la
narradora ha logrado vencer las deficiencias que acusó en la utilización del
contrapunto en Las hogueras; y en Os habla Electra ha ensayado la
novela utópica y de ficción, sobre el fin de la especie humana.
Concha Alós
enmarcada en la década de los años sesenta, cultiva el neorrealismo cuando en
la novela española se imponían nuevas tendencias, y solo cuando ya mediaba la
década siguiente se incorpora a los cambios en nuestra narrativa. La propia
autora valoraba en 1973 su producción con estas palabras: “Hasta el momento mi
obra se hubiera podido encasillar, quizás, en lo social-realista, un realismo
testimonial, poético y desgarrado”. Aunque había nacido en Valencia, en 1926,
parte de su infancia transcurrió en Castellón, pero vivió entre Mallorca, donde
conoció a Baltasar Porcel con quien mantuvo un largo idilio y posteriormente se
casaría, y luego en Barcelona. Había escrito Cuando la luna cambia de color (1958),
novela que nunca se publicó, y se consagraría con el Premio Planeta por su
obra, Las hogueras (1964). Murió en Barcelona, el 1 de agosto de 2011 en
el olvido más absoluto, su última novela, que apareció en Plaza & Janés, fue
El asesino de los sueños, en 1986.
Su única
colección de cuentos, Rey de gatos, la publicaría Barral
en 1972, y volvió a editarse en Plaza & Janés en 1979. Recuperada ahora por
la madrileña, La
Navaja Suiza Editores, 2019, sus textos están al cuidado de
Almudena Martínez. Este volumen de cuentos supuso, de alguna manera, un
auténtico reto de superación técnica, temática y estética que se venía
proponiendo en la narrativa experimental española desde la aparición de Tiempo de silencio (1962), de Luis
Martín-Santos, y/o del realismo mágico del otro lado del mar, aunque de alguna
manera Alós marcó sus tiempos y eligió, sin influencia de modas ni cánones,
cuándo había llegado el momento de hacer hablar a sus protagonistas, y dar el
paso a la fantasía, eje central de los relatos de Rey de gatos, provistos de una extraordinaria catarsis emocional y escritos
con una prosa de cierta técnica envolvente; en sus páginas, además, conviven fantasmas
y diablos ocultos en el subconsciente, tema que proporciona una perspectiva
nueva e inquietante de la realidad de sus protagonistas: la mujer, que veremos ahora
desde su yo interior, y no desde esa caduca visión inconsciente del pasado. La
narradora experimenta y el mensaje de sus historias se potencia, explora una
aguda crítica al patriarcado, las escenas de erotismo se multiplican, se
contrasta el pasado con un futuro que no termina de llegar en una España que
puede y debe cambiar. Por primera vez, la narradora logra que dialoguen las dos
personalidades presentes en sus protagonistas, la “bestia” y la “sumisa”, un
auténtico avance para que cada mujer lograra ver más allá de su pequeño
mundo, y entonces decidir por ella misma si se aventuraba a salir de ese
incómodo espacio. El libro, que fue escrito entre los años 1969 y 1972, curioso en su planteamiento
para la época, pretendía mostrar con su palabra, su firme compromiso con el ser
humano, especialmente con la mujer, con la persona emocionalmente desamparada,
como evidencian los nueve relatos en los que mostrará otras tantas aristas
diferentes del prisma del alma femenina, aunque bajo ese manto mágico que
proporciona una imagen onírica, como si de un sueño surrealista y enfermizo se
tratara en el que se confunde la realidad y la ficción; en realidad, el ensueño
en que se concreta la misma historia. Abundan las alegorías, los mensajes ocultos
que, como curiosos lectores debemos descubrir y comparar con nuestro entorno,
con nuestra vida cotidiana, con experiencias ya vividas, o incluso observadas
sin esa percepción previa. La tensión a que nos somete la narrativa de Alós
asoma desde las primeras páginas de “La otra bestia”, y pronto se transforma en
tristeza con “Rey de gatos”, nos invade cierto horror en “Cosmo”, y se concreta
en un miedo definitorio en “El leproso”, dolor y pérdida en “Los pavos reales”,
y en el relato no menos curioso “Mariposas”; bastante cólera o furia contenida
en “Sutter’s Gold”, hasta llegar al cenit de la desesperación y la locura con “Paraíso”,
para finalmente vengarse de un criminal abstracto y genérico en “La coraza”. Adelantada,
técnica y temáticamente, a su tiempo, la narradora Alós nos
lleva al centro neurálgico de una nueva
visión de la mujer, dejando ver a sus lectores los rincones más oscuros del ser
femenino, sus miedos y dependencias, porque la defiende, en otras muchas
actitudes, contra la educación recibida que la esclaviza, y la ha llevado,
desde siempre, a creerse inferior al hombre; se convierte en ese dedo acusador,
y así abogará por la liberación femenina para romper esas cadenas a las que la
mujer se sentía atada, quizá por miedo a verse liberada, y no asumir las
consecuencias que acarrearía esa libertad.
Esos cuentos nos
hablan de los celos asesinos, del dolor de la traición, del abandono y la soledad,
temas tabú aún en aquellos tiempos de una España de cierta apertura, y cuando
todavía se tenía miedo, se cuantificaba sobre la superstición o la ignorancia
con respecto a los embarazos, la menstruación y el parto, y nada sobre el amor
esclavo, el sexo adictivo, el sexo prohibido, y sobre todo el sexo lascivo y
adúltero.
Concha Alós
utiliza un lenguaje duro, cargada de una fuerza expresiva poco frecuente en la
época, textos sostenido por ese halo poético que caracteriza a la buena y
arriesgada literatura.
REY DE
GATOS
Narraciones
antropófagas
Concha
Alós
Madrid, La Navaja Suiza
Editores, 2019
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