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FUERA DE LUGAR
Margarita Leoz
(Pamplona, 1980) concibe y estructura su literatura con un estilo preciso y
cortante, crea un conflicto latente en las primeras páginas de unas historias que
se configuran cuando enfrenta a sus personajes a ese mundo que la narradora construye
como un método de defensa en los escenarios inventados, técnica que descubrimos
en Segunda residencia (2011) una
muestra de la insatisfacción, la soledad, o la incapacidad de sus protagonistas
para alcanzar la
felicidad. Flores fuera de estación (2019), su segunda
entrega, está compuesta por cinco relatos que, en su sentido técnico, se
convierten en una continuación lógica de los trece anteriores. Construidos con
una prosa elegante, clara y académica, su lectura emociona, muestra esos
pequeños detalles que nos hacen contemplar cuanto ocurre a nuestro alrededor,
donde sin pensarlo se generan pequeñas historias diarias que le dan a nuestra
vida el cambio inexcusable sin necesidad de efectos peculiares, de acciones, o
misterios que acaban resueltos en la última página de un libro. Un inesperado
viaje en pareja a un entierro, un joven, Eloy, sin ganas de crecer que vive en
una tienda de muebles cerrada al público desde hace años, el amor de un hijo
por sus padres, la amistad de dos hombres y sus respectivas mujeres que deviene
en drama tras la desaparición de uno de ellos o el regreso a la infancia en la
casa donde creció abandonada con el paso del tiempo.
Lo curioso de
estos relatos, rozan las cincuenta páginas, se acercan a una novela corta y sus
tramas, bastante más desarrolladas, permiten subtramas y profundizan en la
psicología de los personajes, incluso una perspectiva mejor del tiempo narrado.
El conflicto deja de ser esencial, la tensión se dilata, y en algunos casos
esta amplitud permite que el tiempo narrativo se prolongue. Estos cuentos
siguen las características propias del género: la intensidad, el aura de misterio,
o que el lector siga teniendo un papel activo. Los temas, el amor, la muerte,
el paso del tiempo, la fugacidad de lo vivido, son una constante que los
acercan a Segunda residencia porque,
también, muchos de estos personajes son antihéroes y el extrañamiento, la
atmósfera inquietante, el gusto por el detalle y la sugerencia caracterizan a
muchos de ellos. Cotidianos, abrumadores, despojados de todo artificio, con una
ambientación imprevista que permite a la historia sumergirse en un lugar oscuro
donde los hechos narrados y las formas construidas se vuelven inquietantes, y
psicológicamente contradictorias e inestables porque la narradora lleva a sus
personajes al límite, vidas que se enmarcan en unos acontecimientos externos a
su devenir cotidiano, cual flores fuera de estación.
Margarita
Leoz
Barcelona,
Seix Barral, 2019
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