Febrero
Volvemos a la
rutina, y a ese mes que llamamos, “febrerillo loco” quizá porque nos podemos
encontrar un día de sol, otro gris, unos aires africanos, o el viento norte que
nos devuelve la idea de que seguimos estanco en invierno.
Dos
entrevistas que entrego para que se publiquen en Cuadernos: Liliana Blum, mexicana, y la
madrileña, Carolina Molina. Las lecturas que ocupan mi tiempo: Nuestra piel
muerta, de Natalia García Friere, ecuatoriana, Nuestra parte de noche, de
Mariana Enriquez, argentina, Atocha 55, de Joaquín Pérez Azaústre, cordobés.
La entrega a Turia
ya está realizada, ha sido una excelente experiencia entrar en el mundo oscuro
de Enriquez, y el dolor constante por esa herida que no cicatriza que es Atocha
55; bien por Pérez Azaústre que nos sigue recordando la fragilidad de nuestra
democracia cuarenta años después.
El Premio de
Novela Café Gijón de 2019 me está resultando de una agradable sorpresa y
lectura. José Morella ya había publicado un par de novelas antes, Asuntos
propios (2008) y Como caminos en la niebla (2016). Será una próxima entrega
para Los diablos azules, suplemento de los viernes de InfoLibre, un espacio de
libertad periodística y cultural.
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