Vistas de página en total

domingo, 23 de junio de 2019

Hoy tomo café con…


Pilar Fraile
“La narrativa surge ante la conmoción por la acción humana que, bien mirado, es bastante incomprensible”.

Foto Pedro Campoy

         
          Pilar Fraile Amador (Salamanca, 1975) es profesora de filosofía desde el año 2002 y doctora en Teoría de la literatura por la UCM., y ha publicado el libro de relatos Los nuevos pobladores (Ediciones Traspiés, Granada, 2014),  así como los libros de poesía Falta (Amargord, 2015), Larva seguido de Cerca (Amargord, 2012), La pecera Subterránea (Amargord, 2010) y El límite de la ceniza (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2006). Sus textos han aparecido en diversas antologías y libros colectivos como: Pájaros raíces (Abada Editores, 2010) o Por donde pasa la poesía, (Baile del Sol, Tenerife, 2009), La república de la imaginación (Legados, Madrid 2009), Pánica tercera (Delirio, Salamanca, 2006. Recientemente, nos ha entregado, la novela Las ventajas de la vida en el campo, (Caballo de Troya, 2018),

¿Se empieza escribiendo poemas o relatos?
       Supongo que muchos escritores empiezan con los poemas. No fue mi caso. El primer texto que recuerdo era una especie de microficción histórica allá por tercero de EGB. Seguí escribiendo relatos hasta la adolescencia en la que la poesía hizo su entrada triunfal. A partir de ese momento me dediqué a ambos géneros, aunque empecé a publicar libros de poesía mucho antes que los de prosa por circunstancias externas mayoritariamente.

¿Existe un evidente proceso evolutivo, poesía, relato, novela?
       No creo que se pueda hablar de un proceso evolutivo entre la poesía y la narración. Existen dos impulsos esenciales que promueven la escritura: el lírico y el narrativo. La poesía, tal y como la experimento, surge del choque con la existencia, ese momento brutal en el que te preguntas qué somos y qué esto que nos rodea. Para solucionar el pasmo no queda otro remedio que reorganizar, incluso refundar el lenguaje y su lógica, que es la única manera que tenemos de acceder a la realidad.
       La narrativa surge ante la conmoción por la acción humana que, bien mirado, es bastante incomprensible. Para entender por qué las personas hacen las cosas que hacen, narramos. Así narrar, para mí, sería una suerte de investigación en las causas del comportamiento. Te plantearías cosas como: por qué el personaje X se ha tirado por un puente, o porque el personaje Y miente, o por qué el H es incapaz de mentir.

Tras varios poemarios, desembarca en el relato, Los nuevos pobladores (2014), ¿lo perturbador se cuenta mejor en prosa?
       Me da la impresión de que mis libros de poemas son muy perturbadores. Lo que ocurre es que la perturbación es de otro orden. De hecho, en los tres últimos: Larva, Cerca y Falta, que considero una trilogía, se pone el mundo patas arriba, especialmente se desmontan las ideas acerca de la nuestra comprensión del mundo y del tiempo.
       Con Los nuevos pobladores el territorio de la perturbación se traslada hacia la vida cotidiana. En estos relatos lo desconcertante son las relaciones humanas, tal y como se han establecido en nuestra sociedad.



¿Los relatos necesitan un estilo y un tratamiento diferente al resto de géneros literarios?
       El relato es narrativa concentrada, de alto voltaje. Para que un relato funcione cada elemento tiene que estar medido porque todo lo que sucede sirve a un solo objetivo. No es así en la novela en la que pueden darse varios objetivos, unos primarios, otros secundarios, que más o menos tienen que acabar confluyendo.
       El relato comparte filiación narrativa con la novela pero la lógica compositiva de ambos es muy distinta. Escribir relatos se parece más a preparar la comida de Navidad, un festín  embriagador y que te tiene que dejar con la boca abierta, mientras que la novela requiere esa mentalidad del que tiene que organizarse para que haya comida decente todos los días del año.
¿Qué falla en el cotidiano vivir de los personajes de estos relatos?
       La tara que comparten los personajes de Los nuevos pobladores es la tara contemporánea. Ellos, como nosotros, están conectados a todo lo demás y desconectados de sí mismos. Se desconocen profundamente, por lo que también desconocen a los demás, así que son incapaces de tomar decisiones, o las decisiones que toman son erróneas. Sufren una alienación de manual. Esta situación desencadena acontecimientos que parecen muy cómicos o muy locos pero que son esencialmente trágicos.

Las relaciones personales, y/o familiares sustentan, en gran medida, los temas de estos relatos, ¿necesitamos insistir, aún más, en los entornos cercanos a nuestra propia existencia?
       Son precisamente las relaciones de «proximidad» las que están resultando más conflictivas últimamente. No hay más que ver la cantidad de gente en nuestro entorno con depresión, con ansiedad, que toma pastillas para controlar sus emociones, que se agarran a nuevas fes en un intento desesperado de alcanzar un mínimo equilibrio.

¿Sigue persistiendo esa “zona oscura” en su narrativa?
       Haga lo que haga siempre esa zona va a estar presente, me temo. Porque la tarea de mi escritura, he ido descubriendo, es iluminar esa parte que tiende a permanecer en la sombra, esas cosas que tendemos a ocultar incluso de nosotros mismos, porque no son compatibles con los discursos publicitarios, con el pensamiento positivo, con lo que supuestamente correcto.

La pregunta anterior, se justifica, por el tema de su novela, Las ventajas de la vida en el campo (2018), ¿personajes comunes frente a una suerte de incertidumbres?
       Podrías interpretar la novela como la historia de una pareja tipo, un hombre y una mujer con su niña pequeña que están intentando hacerse una vida. Ellos desean, como es lógico, que su vida sea buena. Y podrías interpretar que es precisamente ese deseo lo que se vuelve en su contra.
       Digo que podrías interpretar porque, al ser una  narración sin juicios explícitos sobre lo que acontece, mi visión es solo una de las posibles.
       Para mí no es tanto la incertidumbre a la que se ven sujetas sus vidas lo que los determina sino la baja capacidad de reacción que tienen ante el desmoronamiento de lo que daban por hecho.



¿Trata de reconstruir esa clásica alabanza de aldea frente a menosprecio de corte?
       La idea de que la vida en un entorno rural es mejor es una de las ideas que tienen los protagonistas. A lo largo de la historia se verá que esta idea ni siquiera es suya, sino que es, como casi todo lo que les ocurre, un reflejo, un signo de los tiempos.

La vida de Alicia y Andrés se complica una vez en el campo, ¿por qué?
       Lo que les pasa a los protagonistas es similar a lo que le sucede a los muebles cuando los cambiamos de casa, que enseguida muestran las marcas de la ubicación en la que han permanecido, el polvo adherido a lugares invisibles, los cercos dejados por un vaso de vino, los desconchones, todo se hace visible de pronto.
       Cuando Alicia y Andrés llegan al campo les sucede lo mismo, creen poder partir de cero, iniciar una vida totalmente nueva, pero eso no es posible porque llevan las marcas de su vida anterior.
       Una de las marcas que los protagonistas llevan consigo es una idea muy precisa acerca de qué va a ocurrir una vez en el campo. Cuando las cosas empiezan a no adecuarse a la idea que se habían hecho de ellas empiezan los problemas.

¿La sombra de ese viejo vecino es la justificación del miedo de los protagonistas de la historia?
       El viejo representa al otro, el que es de otra generación, el que no pertenece a tu misma clase social, el que habla tu idioma pero no lo usa como tú porque su universo de compresión es otro. La reacción de Alicia y Andrés ante esa otredad es de aversión, de rechazo, de miedo si quieres, porque no saben cómo manejarse. Ahí empieza la verdadera materia narrativa de la novela, en ese enfrentamiento.

Pese a construir una narración costumbrista, ¿sobresale el aspecto psicológico?
       La novela, tal y como yo la veo, no tiene ni la intención de ser un retrato de costumbres ni la de soportar el análisis psicológico de los personajes. Ambos aspectos, tanto la descripción de una época, como el del desmenuzamiento de la psique de los protagonistas, sirven a otro propósito, el de construir un relato acerca de la muy frágil estructura moral de los personajes.
La trama de la novela surgió cuando al hilo de la pregunta: ¿Qué va a suceder cuando nuestras vidas que supuestamente iban a ser felices y exitosas resulten no ser ni lo uno ni lo otro?

¿La sombra de una profunda crisis económica arrastra la vida, sobre todo, de Alicia, incluso en un lugar elegido, como el rural?
       Sí, claro, el cambio de residencia no asegura nada. Vivimos en un mundo globalizado en el que las condiciones socioeconómicas nos azotan por igual vayamos donde vayamos. La idea de que existe una arcadia que uno puede construir con su esfuerzo personal es otra de las falacias que soportan nuestra existencia, con pésimas consecuencias, como se ve en el caso de la Alicia y Andrés.

Para redondear su historia, ¿Había que apostar, sin desvelarlo, por un final tan determinante?  
       Hubo un momento en la revisión de la novela en el que me planteé dejar la historia en un punto anterior a la evolución de los personajes. Me acabé convenciendo, espero haber acertado, de que era necesario mostrar las consecuencias de las decisiones que toman los protagonistas, y de las que son incapaces de tomar.
       Creo, sin embargo, que el final aún deja muchas incógnitas abiertas que permiten al lector tener un papel activo incluso después de cerrar el libro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario