El
11 de mayo de 2016 se conmemorará el primer centenario del nacimiento de Camilo
José Cela (1916-2002), premio Nóbel de Literatura en 1989, autor de las
celebradas, La familia de Pascual Duarte (1942) y La Colmena (1951).
A lo largo del año se sucederán, sin duda, homenajes,
exposiciones, reediciones y todo tipo de actos en torno al gallego más
universal. La madrileña, Fórcola Ediciones, ha sido una de las primeras en
adelantarse para conmemorar dicho acontecimiento, y publica, en edición de
Francisco Fuster, Recuerdo de Don Pío
Baroja (2015), una colección de
textos olvidados y dispersos de Camilo José Cela
dedicados a Pío Baroja, a quien consideraba su maestro. Diez textos que
recupera y anota Fuster, donde se hace un retrato muy cercano, nada tópico, del
carácter de Pío Baroja y donde el propio Cela ensaya sobre las propiedades
literarias, que tanto influyeron en su propia obra.
Recuerdo
de don Pío
Cela era uno de esos jóvenes escritores que acudían
a las tertulias de Baroja en busca de consejos. Incluso le pidió a don Pío que
escribiese un prólogo para su primera novela, La familia de Pascual Duarte, obra que llevaría a Cela a ser
reconocido como un prometedor escritor. Baroja rechazó la proposición de
inmediato porque consideraba que, por su contenido, la obra nunca iba a recibir
la autorización de la censura. Lo curioso de esta colección de textos, Cela
ofrece una imagen distinta a la que se ha extendido en los manuales y en textos
de crítica literaria; quizá porque Baroja no es, según lo conoció y describe
Cela, una persona huraña y distante, tal vez engreída, egoísta o amargada como
siempre ha sido calificado. Cela escribe que “Baroja tampoco fue un hombre
turbulento sino, bien al contrario, un hombre apacible. Su turbulencia, como su
osadía, no pasó del pensamiento de la dialéctica y de la literatura. Baroja fue
un hombre que amó la casa, y el fuego de la chimenea, y la manta sobre las
piernas, y la boina en la cabeza”. Y el gallego, siempre subraya esa imagen
sedentaria y calmada de un Baroja ya en la última vuelta del camino.
También Cela supo definir los rasgos más
característicos del escritor del 98 que tanto influirían en su literatura:
“Baroja es, probablemente, el hombre más fiel a sí mismo que a todos nos haya
sido dado a conocer, y sus detractores podrán culparlo de lo que quieran, pero
no, de cierto, de arribista, de confusionista, de pescador en las turbias aguas
de los ríos revueltos, de arrimador de su sardina literaria y humana al ascua
tentadora del favor y los honores”. Con este breve volumen se recuperan algunos
textos personales y periodísticos dispersos y menos conocidos de un incipiente Camilo
José Cela, y nos sirven para situar a quien junto al vasco sería uno de los
grandes nombres de la narrativa del siglo XX, y por añadidura mostrar esa
irrefrenable devoción de quien salpicó sus páginas del estilo de un maestro que
sigue siendo referencia inexcusable en las letras del pasado siglo.
Recuerdo de don Pío Baroja
Camilo
José Cela
Edición
de Francisco Fuster
Madrid,
Fórcola, 2015
112 págs.
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