EL SILENCIO ROTO DE CARMEN LAFORET*
Desaparece Carmen Laforet (1921-2004)
la voz intimista de la narrativa española de posguerra.
A lo
largo de las primeras décadas de la posguerra española y hasta bien entrado el
régimen franquista, una serie interesante de generaciones de escritoras se
dieron a conocer en el panorama narrativo editorial. El fenómeno «novela
escrita por mujeres» fue iniciado por Carmen Laforet, una joven barcelonesa que
en 1944 obtenía el Nadal por su primera novela, Nada. Nuevos nombres se
sucederán a lo largo de la década y las siguientes hasta 1960: Memorias de
Leticia Valle (1946), de Rosa Chacel, Cinco sombras (1946), de
Eulalia Galbarriato, Los Abel (1948), de Ana María Matute, Nina
(1949), de Susana March, Montse de Sancha (1950), de Mercedes Fórmica, Viento
del norte(1950), de Elena Quiroga, Caza menor (1951), de Elena
Soriano, Nosotros los Rivero (1952), de Dolores Medio, Siempre en
capilla (1954), de Luisa Forellad, Duermen bajo las aguas (1955), de
Carmen Kurtz, El balneario (1955), de Carmen Martín Gaite, Primera
mañana, última mañana (1955), de Mercedes Salisachs, Los que se fueron
(1957), de Concha Castroviejo. Dos narradoras excelentes seguirían a lo largo
de la década de los 60 dominando el panorama literario, Ana María Matute y
Carmen Laforet.
Una
revelación
La aparición de La familia de
Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, representa dentro de la
denominada generación del 36, la revelación de los jóvenes aprendices del 98 y
por consiguiente, la continuidad de una narrativa de la España negra de principios
de siglo; sin embargo, la publicación de Nada (1944), de Carmen Laforet
ofrece esa otra visión de la primera generación de la posguerra que ofrece otra
sensibilidad para abordar los temas de una vida cotidiana y vulgar de la clase
media. La joven Carmen Laforet, nacida
en Barcelona el 21 de septiembre de 1921 y fallecida en Madrid, el 28 de
febrero de 2004, recrea con su novela el
marco urbano una sociedad pequeño burguesa, anónima y multitudinaria,
donde una pequeña heroína, tan soñadora como rebelde, se enfrenta a una
existencia mediocre y gris, como la época. Andrea simboliza, junto a su autora,
esa nueva generación que ha despertado entre el final de la guerra civil
española y el estallido de la
Segunda Guerra Mundial, con una urgente vocación de vivir,
por encima de todo. La adolescente vive con cierta angustia y desolación un
presente real que se va alejando de ese otro dato histórico que es la pasada contienda. Se
trata de una visión psicológica de la vida de una adolescente que se enfrenta a
un mundo marcado por el horror y la muerte pero que sobrevive por la ilusión y
el deseo de volver a empezar. La novela se sostiene sesenta años más tarde
porque aún persiste entre sus páginas ese vehemente deseo de libertad y el
contraste que la joven Andrea percibe tras la revelación de un mundo nuevo
cargado del desengaño proyectado sobre sus anhelos y sus deseos. Nada se
convirtió en un fenómeno editorial que llegó a su tercera edición en 1945 y dos
más en 1946 y desde entonces no ha dejado de reimprimirse. En 1952 Laforet
publica La isla y los demonios, su segunda novela, relato donde persiste
esa toma de conciencia mitificadora entre la realidad y la desmitificación de
esa otra realidad interior. Ambientada en las islas Canarias, recrea ahora un
mundo más alejado que el de Nada, volviendo a la niñez, el paso a la
adolescencia, hasta la edad adulta.
Iglesias Laguna habla de esta novela como si se tratara de un evidente
antecedente de Nada. Marta, la protagonista es la misma Andrea, aunque
unos años más joven. La guerra civil aquí es un simple telón de fondo que pone
una nota ingrata en la vida paradisíaca del archipiélago canario. Marta se
libera del amor que siente por el pintor que ama y se marcha a Barcelona, donde
se transforma en la joven Andrea. La novela está escrita con una gran economía
de lenguaje y una excelente ambientación. En 1955 publica La mujer nueva,
su vuelta a la fe religiosa perdida por la decepción de un futuro inmediato.
Juan Luis Alborg en el vol. I de su Hora actual de la novela española (1958)
califica esta novela como si de un mayor empeño se tratara en la narradora, no
obstante, afirma «no añade nuevos aspectos al panorama novelístico de la
autora. Paulina, la heroína, sigue estando en la línea de Andrea y de Marta,
pero convertida ya en fruto logrado de mujer, enredada en la aventura de sus
amores que son intensos y dramáticos (...) esta Paulina puede considerarse
asimismo como el tercer capítulo de la vida de una misma mujer». Con esta
novela Carmen Laforet cierra ese ciclo inicial de aprendizaje y de búsqueda de
una identidad para adentrarse, en la década de los 60 en un nuevo proyecto
narrativo que tendría el título original de Tres pasos fuera del tiempo
y que iba a estar integrada por las novelas, La insolación (1963), Al
volver la esquina, novela inédita hasta el momento que Destino, su
editorial desde siempre, editará en los próximos meses y Jaque mate,
texto desaparecido y del que se cree existen bastantes páginas en un maleta
perdida en Roma.. Después publicó Paralelo 35 (1967), La muerte (1952),
La llamada (1954), La niña y otros relatos (1970) y los libros de
ensayos, Gran Canaria (1961) y Mi primer viaje a U.S.A. (1981).
Intimismo
De «Realismo intimista» tildaba
Antonio Iglesias Laguna la obra de Carmen Laforet en Treinta años de novela
española (1970) y señala como Nada muestra «la angustia, la repulsa
instintiva, irrazonada y feminísima de un montón de cosas en el momento peor de
los años del hambre» Añade que, en realidad, la autora pretendía una
descripción dolorosa de la frustración de unos ideales, mezcla de miedo a la
vida e ilusiones románticas, desfiguradas por una carga tremendista, Insiste en
las influencias de Laforet, ciertos autores extranjeros que ella había leído en
la época: las hermanas Brönte, Austen, de la Roche... En Nada
no pasa nada; pero uno, al leerla, se empapa de su atmósfera turbia,
acongojante, de su clima de soledad y malos sueños, del temor a un sentido
monstruoso oculto en las vulgaridades cotidianas. Andrea, introvertida y
deseosa de vivir, va de acá para allá, convive con seres anormales, deambulas
por las avenidas e Barcelona, se adentra en el barrio chino y llega a
considerar aceptables a tipos que no lo son». Con respecto a La insolación
(1963), Iglesias Laguna afirma que «peca de artificiosa, se advierte en ella la
busca de un camino nuevo aún no encontrado (...) Laforet es novelista de un
solo personaje y la Adela
de esta novela repite, azucaradamente, la efigie de sus hermanas mayores. El
dramatismo aparente no cuaja en ningún momento, la rebeldía queda en retórica.
La novelista distrae pero no emociona, crea tipos intercambiables cortados por
el mismo patrón».
En 1966 el hispanista David
William Foster escribía acerca de Nada que «No podemos estar seguros de
si el tiempo tratará bien a esta novela, aunque la mayoría de los críticos
están de acuerdo en que está bien escrita y bien construida (...) El romance es
una forma de la novela difícil de escribir de manera convincente en nuestra
edad, y la novela de Carmen Laforet será uno de los escasos ejemplos del
romance en la novela española contemporánea (...) A pesar de unas referencias
poco convincentes al tremendismo y al existencialismo, no se ha establecido
ningún lazo fuerte entre Nada y las otras novelas de la vanguardia. La
novela que ganó el Premio Nadal en 1944 viene a constituir un caso aislado. Este
hecho y sus obvios méritos intrínsecos le garantizan un lugar predominante en
el estudio de las formas que ha tomado la novela española de su generación».
Sigue siendo la novela más traducida de nuestro idioma tras El Quijote y
La familia de Pascual Duarte.
APARTE
Carmen Laforet fue una
observadora excepcional de sus propias experiencias, aunque llega a caer en
sorprendentes ingenuidades cuando pretende transcribir una realidad que le es
ajena—afirma Manuel García Viñó en su obra Novela española actual (1967).
El armazón de la novela se resiente, la fórmula queda al descubierto y el
estilo brioso y expresivo, propio de sus primeras obras, desaparece». En cuanto
a la génesis de sus obras principales, la misma autora señalaba como «La idea
de la novela Nada vino del choque experimentado por mi sensibilidad al
llegar desde el mundo amable y pacífico de las islas Canarias a Barcelona, en
septiembre de 1939, recién terminada la guerra española (...), en cuanto a La
isla y los demonios, su tema principal, aquello que me impulsó a
escribirla, fue un peso que estaba en mí hacía muchos años: el encanto pánico,
especial, luminoso que yo viví en mi adolescencia en la tierra de la isla de
Gran Canaria y el hecho humano que motivó la temática de La mujer nueva
fue mi propia conversión en diciembre de 1951 a la fe católica».
*Carmen
Laforet fallecía el 28 de febrero de 2004.
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