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MODIANO, UNA
LUCHA CONTRA EL OLVIDO
El concepto
narrativo de Patrick Modiano se hace hoy más que nunca transparente, y el
tiempo transcurrido desde su primera novela en el 68 revela que ha sido capaz
de trabajar libro tras libro con las mismas obsesiones recurrentes: un padre
judío en fuga, la ausencia continuada de la madre, o su mirada sobre la ruindad
de los cobardes. Su literatura rompe la línea cronológica del tiempo, y
establece un nexo personal, arbitrario; cree en esa inmanencia pretérita que
vuelve y, pese a la brevedad de sus textos, su técnica es más culta de lo que parece.
La búsqueda del pasado, o de la identidad se columbra como eje fundamental en
un autor de «un único libro», como él se define, aunque la crítica sostiene que
todas sus novelas resultan imprescindibles para un lector. Los mecanismos de su
prosa provocan una incesante búsqueda por un mapa mental que se activa por otro
plano mayor y concreto, el urbano; así el narrador francés consigue que las
calles de las ciudades, donde ambienta sus novelas, sean un escenario para
fundir presente y pasado, y sus personajes exploren vivencias propias y ajenas.
Indaga en el desarrollo de la memoria, para convertirlo en un ejercicio feliz o
doloroso; y según se mire, en la ficción de Mediano entendemos ambas cosas en
función de si es motivo de ansiedad, o la evocación de un paraíso perdido.
La narrativa Nóbel francés era conocida
en nuestro país desde los 70 y 80, con Alfaguara nos había llegado Villa triste o Los bulevares periféricos, El libro de familia y La calle de las bodegas oscuras; ahora
Anagrama recoge el testigo, y antes del premio ya había publicado buena parte
de su obra, en nuevas traducciones de María Teresa Gallego Urrutia, alternando
el rescate de obras anteriores con entregas más recientes; caso del presente
2015, que entre marzo y noviembre, dejaba en las mesas de novedades cinco títulos
más, Una juventud (1981), la historia
de dos jóvenes a los que una galería de personajes grotescos y perversos les
programa la vida, una alegoría sobre la fugacidad de nuestra existencia, un
lamento existencialista sobre la imposibilidad de actuar, o una excusa para
retratar el paisaje de un París que oculta más de lo que muestra; Domingos de agosto (1986), el maestro de
la geografía sentimental parisina mira
en esta ocasión a la ciudad de Niza, donde un anodino paseo
propiciará ciertas coincidencias: Jean, protagonista y voz narrativa, se
encuentra con un viejo conocido, Villecourt, quien, tras invitarle a tomar un
trago, resucita el recuerdo de una mujer fundamental para ambos: Sylvia; Para que no te pierdas en el barrio (2014),
publicada poco antes de de convertirse en Nóbel, es un texto que se suma a toda
una serie anterior de cierto parecido entre sí, ocurre en los mismos lugares,
en un tiempo común, en el París de la postguerra, aunque la sorpresa para el
lector de Modiano: se trata de una novela de cierto suspense, cuyo misterio no
se desvelará hasta el final mismo. Capaz de crear personajes que viven en unas
circunstancias peculiares, el protagonista en este caso es un escritor mayor,
Jean Daragane, encerrado en su piso vegetando, y cuya única distracción es un
libro, la Histoire naturelle, de Buffon, una lectura que
le atrae por la precisión expresiva del célebre científico del XVIII, pero la llamada telefónica de un desconocido
le devuelve al pasado; en Ropero de la
infancia (1989), no hay acontecimientos o tramas de impacto en esta novela
de personajes, cuyo protagonista, Jimmy Sarano, recuerda sus fobias, sus
miedos, nostalgias y una propia identidad con qué conciliar pasado y presente.
Vive un exilio voluntario en una ciudad Mediterránea, un puerto franco, sin
duda Tánger, pero cuyo nombre no se especifica; y en Viaje de novios (1990), el narrador se enfrenta a la crisis de la
madurez, desde el anonimato de un modesto apartamento de París reconstruye la
vida de Ingrid, judía austriaca a la que Jean conoció veinte años atrás, y compartió
momentos pretéritos, que determinaron alguno de sus destinos; ofrece otra
muestra de esa ambivalencia tiempo/lugar, como nota dominante de un pequeño
enigma. Resulta obvio que, algunos libros de Modiano se inspiran en el
concepto psicoanalítico definido como “recuerdos encubridores”, tesis
freudiana que oculta sucesos traumáticos correspondientes a los primeros años
de vida y, en términos novelescos, esa experiencia traumática se vislumbra como
un misterio que los protagonistas deben investigar hasta resolver el enigma de
su propia existencia.
Patrick
Mediano; Una juventud;
Domingos de agosto; Para que no
Te pierdas en el barrio; Ropero
De la infancia; Viaje de novios;
Barcelona,
Anagrama, 2015.
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