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El acero y la seda
EL LEGADO DE LOS SAMURÁIS
La editorial granadina, Traspiés, publica el libro de
relatos, El acero y la seda, de José
Abad, cuatro textos que reflexionan acerca de la ofensa, la venganza, el honor
y el coraje de estos guerreros que formaron parte de los acontecimientos
culturales, sociales y políticos en Japón durante un período de más de mil
años, trazando una línea que iría desde los antiguos guerreros de los siglos V
y VI hasta la supresión formal de la casta samurái tras la restauración Meiji
de 1868.
La leyenda de los 47
Una ofensa pública obligó a Asano Naganori a suicidarse
sin que las causas fueran investigadas a fondo; sus propiedades fueron
confiscadas y sus vasallos privados de sus medios de vida. Los samuráis a su
servicio, sin amo, pasaron a convertirse en rốnin y vagaron desvalidos pero con
el secreto propósito de vengar a su señor. En una fría noche de diciembre de
1702, los 47 leales asaltaron la residencia de Kira Yoshinaka, causante de la
muerte de su señor, lo mataron y llevaron su cabeza a la tumba de su amo en el
templo de Sengaku. La fama y las alabanzas de esta proeza se convirtió en
leyenda, quedando demostrado el tratamiento incorrecto que había recibido el
señor Asano, aunque sus vasallos fueron condenados y obligados a hacerse el harakiri (es decir, el suicidio ritual),
y fue así como siguieron a su señor a la tumba, prevaleciendo ese espíritu
samurái sobre cualquier derecho legal.
El acero y la seda
Es una colección de cuatro cuentos, acerca de la ofensa y
la venganza, el honor y el coraje, pero sobre todo sobre la crueldad del
destino que José Abad (Granada, 1967) publica en la siempre interesante y
minoritario editorial granadina Traspiés, en su colección de “Vagamundos.
Libros ilustrados”, con dibujos, en esta ocasión, de José Ruanco, granadino de
Valderrubio. Abad es, autor, además, de las novelas Nunca
apuestes con el diablo (2000) y El
abrazo de las sombras (2002), y el libro de relatos King Kong y yo (2006)
“Holocausto”, “Kagemusha”, “El vuelo incierto de la
libélula, el vuelo inquieto del gorrión” y “Un cerezo en flor y un charco de
sangre” son las cuatro historias que se recrean en el marco de un Japón
milenario y que, como reza en la contraportada, son excelentes fábulas que como
el filo de una katana, dejan un profundo tajo.
Abad ha seguido fiel a aquellos asuntos que motivaron toda
una tradición japonesa y el mundo del samurái que frente a las rivalidades
entre clanes que propiciaran ofensas y venganzas, prevalecía el honor siempre en
sus actuaciones.
Los textos de José Abad ofrecen la impresión de estar
escritos en ese estado puro que se le supone al cuento, dejan la sensación de estar
leyendo una historia que nuestra memoria recordará más allá de ese final, y con
sutileza convierte a los personajes y a sus acciones en un inquebrante disfrute
más allá del proceso lector. Lo lírico y mágico, el valor y la tristeza cubren
las paginas de El acero y la seda,
marca que nos deja esa huella que con toda sutileza nos
proporciona la buena literatura.
El primero, “Holocausto” recrea el clima de esas leyendas
japonesas donde honor y justicia se convierten en el tema elegido, un relato
sobre la enemistad entre los clanes Azuma y Kasuga, una historia que bien puede
servir de símil en la actualidad y que contada por Yasunari Eguchi tiende un
puente entre pasado y presente para justificar un sacrificio, pero sobre todo
para unir los caminos del lector con el escritor. En “Kagemusha” se recrea una
implacable persecución, perfectamente descrita, rodeada de un paisaje que se
traduce en constante tensión, que abunda en sombras sobre las que Abad recrea
las actuaciones de sus protagonistas, y les lleva a un auténtico desafío, y somete
al lector a una vertiginosa lectura que no decae hasta el final del relato y
convierte lo narrado en una excelente versión casi cinematográfica del mejor
John Ford. El tercero es el más extenso, y sin duda el más ambicioso, “El vuelo
incierto de la libélula, el vuelo inquieto del gorrión”, una vez más, el
desafío entre los clanes Minamoto y Taira y el amor entre el señor Matsubara y
su esposa, a quien un día golpea una ráfaga de viento y la sume en una extraña
enfermedad; es entonces cuando sueña con libélulas y gorriones que le descubren
retazos del futuro: la visión de una cabaña junto a un riachuelo y una niña
recién nacida, y así se convierte en una hermosa parábola sobre el amor. Quizá,
de todos lo relatos, sea el más emblemático, el que mejor recrea esa sutil
destreza por lo mágico e inexplicable, o por la sabiduría milenaria nipona. Y en
el cuarto, el samurái Senbei, junto a su discípulo, ordena sus pensamientos,
antes de batirse en duelo con su rival Fukasaku y para ello vuelve a la memoria
y a su amor por la poesía antes de caer abatido bajo la sombra de un cerezo en
flor.
La historia milenaria de los samuráis es tan diversa como
compleja, sus raíces se pierden en el no menos complejo entramado político,
militar y latifundista del Japón de la Edad Media, y pese a todo prevalece el código del
honor y del valor que se les atribuyen, y los cuentos del granadino Abad
contribuyen a un mayor conocimiento, por el marco de su ambientación, los temas
elegidos, y la descripción de sus personajes, así como la firmeza de sus
actitudes vitales que muestran cuantos códigos caracterizaban y prevalecían en
tan insignes guerreros.
El volumen contiene las excelentes ilustraciones de José
Ruanco.
José Abad; El acero y la seda; ilustr., de José Ruanco; Granada, Traspiés, 2015; 96 págs. Col. Vagamundos. Libros Ilustrados.
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