CUENTOS DE TODOS LOS
PAÍSES
“Amenidad, diversión, tradición y
fantasía”, en palabras del editor Máximo Higuera, para proponer la lectura de
una cuentística universal, Cuentos de
todos los países (Trifaldi, 2015).
Nunca
han quedado claras las relaciones que estudiosos establecen entre lo popular,
lo tradicional, lo oral, el folclore, y los conceptos referidos al cuento o la
leyenda, y sobre todo con respecto al contenido tanto de unos como de otros, esas
ambigüedades que desde siempre se han calificado en función de un público
lector, joven o adulto. Existen, sin embargo, compilaciones de cuentos y
leyendas de una variedad asombrosa, y de lugares extraños y remotos que nos
llevan a un mundo de fantasía.
Cuentos de todos los
países
Émile Chasles recopiló en 1867 cuentos
de las más variadas fuentes y tradiciones, otorgándoles una auténtica vocación
de universalidad, al tiempo que basaba sus investigaciones en los recursos
tradicionales que despertaban su curiosidad. Y esta misma curiosidad le llevó a
la cuentística alemana, a los volúmenes recopilados de Johann Kart Musäus
(1735-1787), precedente de los hermanos Grimm, como el cuento de “Las tres
hermanas”, que el traductor y editor Máximo Higuera selecciona para el presente
libro, Cuentos de todos los países
(Trifaldi, 2015); y lo mismo hace con “La ninfa de las aguas”, del mismo autor;
un relato en la tradición de las ondinas, las ninfas acuáticas de la más clara
tradición grecorromana, que incluso llegó a tratar Bécquer en una de sus leyendas.
Sin duda, el más celebrado, el más conocido y versionado, es “El califa cigüeña”,
de Wilhelm Hauff (1802-1827); del mismo, se conoce la adaptación del mismo de
Sara Cone Bryant y su colección, How to
tell stories to children (1905) y la más reciente de Fernando Alonso, Feral y las cigüeñas (1971).
La edición de Trifaldi
Higuera
edita y traduce un total de veintitrés leyendas y cuentos de una curiosa y
amena variedad: nórdicos, lapones, noruegos, finlandeses, y aquellos que el
propio Chasles calificó de españoles, concretamente, un andaluz, titulado, “El
Tabadit”, pero de procedencia árabe, y algunos ejemplos que proceden de El Conde Lucanor y una de las leyendas
más famosas de raíz española, Los siete Infantes
de Lara. El folklore persa está representado por tres cuentos, “El Tesoro”,
“El Goul” y “El regreso del ingrato”; pero podemos, también, admirar historias
albanesas, tártaras o argelinas que no es necesario enumerar, todas y cada una
de ellas, que provocan, una vez leídas, ese regusto de saborear la buena
literatura y disfrutar de una traducción magistral, ajustada, otorgándole el
ritmo y la cadencia que debe darse a una fábula y su capacidad imaginativa. Y
tal vez porque, como señalaba Camilo José Cela, esa categoría de “hombre
universal” es la que consigue crear y obtener el mayor premio que se considera
la fabulación literaria, porque se trata de un inmenso taller experimental que
no conoce fronteras ni tiempos. Tampoco echamos de menos, los clásicos Boccaccio
y Chaucer, también representados con el cuento “Griselidis”, calificado aquí como
cuento italiano.
El autor
Émile
Chasles, nació 28 de de febrero de 1827 en París y murió 24 de septiembre de 1908, a los 81 años, en
Tracy-sur-Mer, fue un eminente filólogo, historiador y escritor francés.
Enamorado de la cultura española, dedicó un estudio a Cervantes, muy citado por
la crítica especializada en el clásico español. Estudió la influencia de
nuestra literatura sobre la francesa, los valores de La
Celestina en la gran comedia gala a partir de ser
traducida en el país vecino en 1527. Con una clara vocación de abarcar la
cuentística universal, inspirándose en las más variadas fuentes y tradiciones recopiló
en 1867, Cuentos de todos países.
Émile Chasles; Cuentos de todos los países; Madrid, Trifaldi,
2015; 218 págs.
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