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EL PROFUNDO SUR
La profundidad de este libro es paralela a la
reflexión misma que conlleva su propio título El profundo Sur (2007),
cuyo autor, el escritor argentino Andrés Rivera (Buenos Aires, 1928), es uno de
los más profundos (una vez más) e importantes escritores en castellano de la
actualidad, según puede leerse en la solapa de este libro, avalado además por
ilustres opiniones de críticos de una y otra orilla. Es un brevísimo texto que,
por primera vez, se edita en España bajo en sello reciente de Veintisiete
Letras.
Como
suele ocurrir, Andrés Rivera, en realidad, Marcos Ribak, es poco conocido en
nuestro país. Hijo de un dirigente textil, nació en 1928, y creció en Villa
Crespo, uno de los barrios de la inmigración judía de Buenos Aires. Tejedor,
periodista, corrector, militante activo comunista, su primera novela, El
precio (1957) fue, en realidad, una biografía camuflada, de la que
posteriormente se arrepentiría. En Ajuste
de cuentas (1972), ofreció, en el mejor de los estilos, una colección de relatos de una
calculada y contenida estructura, con un lenguaje articulado con palabras
certeras, además de un rico vocabulario, en ocasiones, atroz. La revolución
es un sueño eterno (1992) le otorgó la fama y ser considerado uno de los
consagrados de la literatura argentina. Poco editado en España, tan solo dos
títulos pueden encontrarse en las librerías, La revolución es un sueño
eterno y El farmer, ahora se publica, El profundo Sur,
aparecido originalmente en 1999, un libro de madurez porque profundiza en el
estilo de Rivera, es decir, insiste en la brevedad, la concisión y las
abundantes elipsis, como características esenciales de su narrativa, además de
ofrecer una dramática visión de unos hechos históricos que sacudieron la
conciencia del país en 1919, la famosa Semana Trágica que reprimió, de forma
sangrienta, las repetidas huelgas del mundo obrero. En realidad, el narrador
nos proporciona con su relato cuatro ópticas distintas de una realidad y en
ellas cuenta cómo en uno de esos días de huelga, en una esquina de una calle de
Buenos Aires, el joven Roberto Bertini dispara desde un camión a una multitud
vociferante que él y quien, repetidamente, ordena, tiren, tiren,
denomina judíos y bolcheviques; apunta sobre uno de ellos, Enrique Warning,
pero el azar dispone que se cruce otro hombre en su camino, Eduardo Pizarro
quien, a su vez, será auxiliado por un francés, Jean Dupuy, un huido de la
comuna de París y exiliado en la capital argentina. Una historia común que,
lejos de un sentido épico, no exalta ni a vencedores ni vencidos, con cuatro
protagonistas, cuatro capítulos, para contar con una brevedad asombrosa un
pequeño bosquejo biográfico de cada uno de ellos, para intentar despertar en el
lector una angustiosa interrogante acerca de la muerte, y aún más, el
sentimiento de violencia que genera el rencor, la envidia o la frustración
personal, en suma, una visión sobre la fragilidad de la naturaleza humana, su
propia dimensión y los fracasos que llevan al hombre a posicionarse con o
frente al poder, la destrucción o la vida y la muerte.
Andrés
Rivera escribe sobre la vida cotidiana que, con el paso del tiempo, se
convierte en historia, la de un país como Argentina, salpicada de movimientos
ideológicos, sindicales y políticos que desembocaron en numerosas dictaduras
que han sembrado sus días de víctimas. Como sus personajes, hoy siente un
profundo desencanto, o tal vez , un derrotado que no ha dejado de postular con
su literatura algunas de las utopías con las que soñaba y pretendía cambiar el
mundo.
EL PROFUNDO SUR
Andrés Rivera
Veintisiete Letras, Madrid,
2007; 93 págs.
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