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miércoles, 8 de julio de 2020

Alberto Marcos



                                 Territorio de emociones
      
                     
  
                   

       Alberto Marcos (Madrid, 1977) es autor de La vida en obras (2013), un primer libro de cuentos, que estructuraba su contenido en tres partes como esas etapas sucesivas en la vida del ser humano: la adolescencia, y sus traumas, la juventud, o esa relativa búsqueda de una identidad, y la madurez, como el espacio de ciertos logros, aunque para muchos de sus protagonistas, con cierta conciencia de ser diferentes, las acciones que se pueden acometer en un instante repercuten sensiblemente en esa construcción de identidad.
       La segunda entrega del madrileño, Hombres de verdad (2020), una nueva colección de nueve relatos, afronta la condición masculina desde una perspectiva valiente y decidida, interpreta esa transformación social e individual que vive nuestra sociedad, sin que una moralidad expresa, o una visión alienante condicionen una visión particular o incluso nuestra lectura. Se trata de una reflexión personal que nos enfrenta a nuestros propios retratos, y pretende que miremos a nuestro alrededor, y nos reconozcamos con los ojos de la honestidad y sin temor alguno. Quizá por todo esto, para Alberto Marcos los protagonistas de sus relatos son sensibles e imperfectos, y se convierten en la imagen que se refleja en un espejo como símbolo de múltiples inseguridades, no menos paradojas y muchas de las contradicciones que atormentan a esos solitarios de este siglo XXI. Los hombres que nos presenta Marcos se enfrentan a sus propias dudas, a sus incertidumbres, a su papel o lugar en la sociedad, y el narrador subraya esa fragilidad que se intensifica por el hecho de que son homosexuales y por consiguiente serán hombres que, más allá de sus historias personales, albergan preguntas acerca de cómo han visto cambiar sus vidas, sus maneras de ser, sus hábitos más comunes, o su forma de relacionarse con sus semejantes
       El escenario que propone el narrador es un Madrid callejero muy variado cuyos personajes se mueven sin problemas entre conocidos barrios, como Prosperidad y Plaza de España, ese espacio canalla que fue Malasaña o el sofisticado y peculiar distrito de Salamanca, donde muchos de estos hombres de verdad se han abandonado a una extraña fe que les obliga a seguir ocultando papeles esenciales en sus relaciones amorosas porque lo esencial en estas historias es que Marcos cuestiona el concepto mismo de masculinidad en unos tiempos de relativa certidumbre, y lo mejor es que ha sabido caracterizar su narrativa breve con tanto humor como sensibilidad, o si apuramos con el mismo desencanto que ternura. Los relatos protagonizados por homosexuales ofrecen una genuina búsqueda del amor y de la pareja, reflejada en una evidente evolución personal tan dramática como sentimental desde los escarceos del primer cuento, “Pekeño”, un joven de dieciocho años con un pasado tan corto como destructivo hasta el hombre de sesenta que busca citas con jóvenes por el mero hecho de estar en compañía de ellos cuando comprende que “la vejez está para aceptar que hemos perdido la batalla”, como leemos en “Lo que necesitaba”, pasando por el extraño viaje de la pareja con sus respectivas madres de “Peticiones a la Virgen de Fátima”, el más extenso y significativo que caracteriza a toda una generación de adolescentes y esa oblicuidad religiosa en “Vagalume”, el no menos curioso, enigmático y sorprendente, “El chico de la piscina” o el relato que acaba concluyendo que viviríamos mejor sin sexo en “Disfunción eréctil”. Sobresale el estremecedor retrato sobre Iván Zulueta perdido entre los fantasmas de su infancia y su talento, incapaz de rodar una nueva película tras su mítico Arrebato (1979), como se cuenta en “Colgado en plena pausa”.
       La profundidad de estos cuentos invitan a disfrutar de unas historias contadas con un ritmo apropiado, de acertada originalidad, los diálogos son auténticos, y subyace una vena irónica y humorística, aunque lo mejor es que convivimos con unos personajes pegados a la realidad que se cuenta en estas historias, y que el narrador aborda desde diferentes técnicas narrativas, una visión protagonista propia y particular, o esa otra periodística y documental que nos desvela la realidad misma.







HOMBRES DE VERDAD
Alberto Marcos
Madrid, Páginas de Espuma, 2020

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