Territorio de
emociones
Alberto Marcos
(Madrid, 1977) es autor de La vida en
obras (2013), un primer libro de cuentos, que estructuraba su contenido en
tres partes como esas etapas sucesivas en la vida del ser
humano: la adolescencia, y sus traumas, la juventud, o esa relativa búsqueda de
una identidad, y la madurez, como el espacio de ciertos logros, aunque para
muchos de sus protagonistas, con cierta conciencia de ser diferentes, las
acciones que se pueden acometer en un instante repercuten sensiblemente en esa
construcción de identidad.
La segunda
entrega del madrileño, Hombres de verdad
(2020), una nueva colección de nueve relatos, afronta la condición masculina desde
una perspectiva valiente y decidida, interpreta esa transformación social e individual
que vive nuestra sociedad, sin que una moralidad expresa, o una visión
alienante condicionen una visión particular o incluso nuestra lectura. Se trata
de una reflexión personal que nos enfrenta a nuestros propios retratos, y pretende
que miremos a nuestro alrededor, y nos reconozcamos con los ojos de la
honestidad y sin temor alguno. Quizá por todo esto, para Alberto Marcos los
protagonistas de sus relatos son sensibles e imperfectos, y se convierten en la
imagen que se refleja en un espejo como símbolo de múltiples inseguridades, no
menos paradojas y muchas de las contradicciones que atormentan a esos
solitarios de este siglo XXI. Los hombres que nos presenta Marcos se enfrentan
a sus propias dudas, a sus incertidumbres, a su papel o lugar en la sociedad, y
el narrador subraya esa fragilidad que se intensifica por el hecho de que son
homosexuales y por consiguiente serán hombres que, más allá de sus historias
personales, albergan preguntas acerca de cómo han visto cambiar sus vidas, sus
maneras de ser, sus hábitos más comunes, o su forma de relacionarse con sus
semejantes
El escenario que
propone el narrador es un Madrid callejero muy variado cuyos personajes se
mueven sin problemas entre conocidos barrios, como Prosperidad y Plaza de
España, ese espacio canalla que fue Malasaña o el sofisticado y peculiar
distrito de Salamanca, donde muchos de estos hombres de verdad se han
abandonado a una extraña fe que les obliga a seguir ocultando papeles
esenciales en sus relaciones amorosas porque lo esencial en estas historias es
que Marcos cuestiona el concepto mismo de masculinidad en unos tiempos de relativa
certidumbre, y lo mejor es que ha sabido caracterizar su narrativa breve con
tanto humor como sensibilidad, o si apuramos con el mismo desencanto que
ternura. Los relatos protagonizados por homosexuales ofrecen una genuina
búsqueda del amor y de la pareja, reflejada en una evidente evolución personal
tan dramática como sentimental desde los escarceos del primer cuento, “Pekeño”,
un joven de dieciocho años con un pasado tan corto como destructivo hasta el
hombre de sesenta que busca citas con jóvenes por el mero hecho de estar en compañía
de ellos cuando comprende que “la vejez está para aceptar que hemos perdido la
batalla”, como leemos en “Lo que necesitaba”, pasando por el extraño viaje de
la pareja con sus respectivas madres de “Peticiones a la Virgen de Fátima”, el
más extenso y significativo que caracteriza a toda una generación de
adolescentes y esa oblicuidad religiosa en “Vagalume”, el no menos curioso,
enigmático y sorprendente, “El chico de la piscina” o el relato que acaba
concluyendo que viviríamos mejor sin sexo en “Disfunción eréctil”. Sobresale el
estremecedor retrato sobre Iván Zulueta perdido entre los fantasmas de su
infancia y su talento, incapaz de rodar una nueva película tras su mítico
Arrebato (1979), como se cuenta en “Colgado en plena pausa”.
La profundidad
de estos cuentos invitan a disfrutar de unas historias contadas con un ritmo
apropiado, de acertada originalidad, los diálogos son auténticos, y subyace una
vena irónica y humorística, aunque lo mejor es que convivimos con unos personajes
pegados a la realidad que se cuenta en estas historias, y que el narrador aborda
desde diferentes técnicas narrativas, una visión protagonista propia y particular,
o esa otra periodística y documental que nos desvela la realidad misma.
HOMBRES
DE VERDAD
Alberto
Marcos
Madrid,
Páginas de Espuma, 2020
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