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jueves, 7 de marzo de 2019

Álvaro Pombo


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LOA DE LA MALDAD   

       El hallazgo de una identidad propia, la grácil disolución de lo real, o esos ecos de una posible alineación sustentan las claves de la narrativa de Álvaro Pombo (Santander, 1939). Añadamos una reflexión sobre la realidad, la irrupción de fuerzas exteriores que provocan aspectos irreales, problemas de personalidad, con la soledad o el desequilibrio como telón de fondo, el poder sobre las personas y la verdad cuestionada: lo subjetivo/ lo objetivo, y un posible desdoblamiento; una sexualidad vivida a través de la ensoñación, profundas meditaciones filosóficas que, de alguna manera, sintetizan una rica gama de quiebros irónicos en muchos de los personajes creados por el santanderino. De los diálogos, característicos de sus historias, surgen auténticas tragicomedias de constantes giros en torno a la identidad y su problemática de fondo; poco importa que intentemos definirlos, forman parte de un estado de penumbra psicológica, de sus vivencias con lo real se traduce la realidad misma, casi todos reducen su personalidad al equívoco, a una ambigüedad constante, como si todo estuviera compuesto al revés, hecho que obliga al lector a una continua pregunta, o a indagar en la complejidad de sus relaciones.
       Retrato del vizconde en invierno (2018) reúne características ensayadas anteriormente por el narrador, y centra su mirada sobre la figura de un intelectual, Horacio vizconde  de la Granja, un octogenario viudo que ha liderado todo ese proceso de pensamiento de la Transición española, y que al filo de su cumpleaños se resiste a aceptar su senectud. Curioso quiebro en la temática que añadir al acervo de Pombo: la vejez, y el evidente relevo biológico, aunque en muchas de las páginas de esta novela se subraye el sentido de la decrepitud, desarrollado en sus mejores momentos, una auténtica tragedia clásica donde se ejecuta la idea de la maldad, o de quien necesita el mal para sentirse vivo. El protagonista, aún guapo y elegante, convive con sus hijos Miriam y Aarón, en un espléndido ático. El hijo, también escritor, acaba de ganar el Premio Nadal con Espalter, una emotiva elegía descriptiva sobre la muerte de su madre Elena, en la que el vizconde carece de papel alguno. A ese núcleo de personajes se añaden los amantes del padre e hijo, Lola Rivas, veinte años menor y el joven Lucas Muñoz, que funcionarán a lo largo del relato como reflejos de las insuficiencias y las tensiones familiares. Un pequeño círculo externo de personajes completa esa función, el cura Ildefonso y su hermana Isa, tan irritantes como cómicos caracterizados en un grotesco catolicismo franquista. Todos en una caja de resonancia de ese siniestro concepto del alma de Horacio en que se ha convertido su vida actual, y que Lola y Aarón intentarán salvar en el retrato al óleo que le regalarán para su cumpleaños, pintado durante el invierno, una celebración coral que se convierte en la imagen de una decadente e icónica aristocracia.
       Retrato del vizconde en invierno se sintetiza como una ostentosa afirmación de poder: la del vizconde, que sustenta con su inteligencia, pero no oculta la debilidad de un cuerpo que quiere sobrevivir a toda costa, incluso matando, como muestra del ejercicio último de vindicación frente a su muerte lenta, en una vejez nunca aceptada que Pombo resuelve en soberbias imágenes no exentas de algunas crueldades, como verificación de una excelente tragedia.


                       RETRATO DEL VIZCONDE EN INVIERNO
                                       Álvaro Pombo
                              Barcelona, Destino, 2018


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