… me gusta
Impresiones y
paisajes, un
siglo después
Se reedita el
debut del joven García Lorca, Impresiones
y paisajes (1918), su primer libro, en prosa, fruto de sus viajes de
estudios por Castilla, Galicia y Andalucía.
Federico
García Lorca, un joven estudiante de Letras y Derecho, recién cumplidos los 18
años, emprendió el primero de los cuatro viajes pedagógicos que realizó junto a
su profesor de la universidad Martín Domínguez Berrueta y varios
compañeros, durante los que descubrió que sería la palabra el mejor medio para
dar cauce a su extraordinario talento artístico. Fruto de los viajes por tierras
de Castilla, Galicia y de su Andalucía más cercana, García Lorca escribió un
primer libro, el único en prosa, y el menos conocido de toda su obra, que
tituló Impresiones y paisajes,
autoeditado y costeado por su padre en 1918. Reunió, con abundantes cambios y no
menos correcciones, muchos de los textos que había ido escribiendo a su paso
por ciudades como Baeza, donde conoció a Antonio Machado, El Escorial, Ávila, Salamanca
y se encontró con Unamuno, Santiago de Compostela, Burgos o Segovia. Textos en
los que, a pesar de su inexperiencia y su juventud, destilan una original y
profunda forma de mirar la realidad porque narra sus impresiones con una prosa
culta y repleta de sabiduría, de una plasticidad asombrosa cuando detalla cuanto
observa y admira.
El libro se
difundió poco, Lorca se lo regaló a familiares y amigos, pero la mayor parte de
la edición quedó en la casa familiar de la Huerta de San Vicente olvidado
durante décadas, y cuando alcanzó cierta notoriedad y sus libros de poemas se
publicaban y se estrenaba su teatro, el poeta nunca volvió a mostrar interés
por reeditar su primer libro, aunque tras su trágica muerte lo publicarían, de
nuevo, como una auténtica curiosidad, editoriales de prestigio, Akal, Galaxia
Gutenberg, Losada y Cátedra. Con motivo de su centenario, Impresiones y paisajes, vuelve a ver la luz con el sello Biblioteca
Nueva, una edición conmemorativa a cargo de los estudiosos lorquianos Jesús Ortega y Víctor
Fernández, y con el apoyo del Ayuntamiento de Granada en el marco del Año Lorca
2018.
Jesús Ortega y Víctor
Fernández explican en su introducción el contexto biográfico y literario de la
obra, y esta nueva edición está ilustrada por Alfonso Zapico, Premio Nacional
del Cómic en 2012, y se añade un “Álbum fotográfico” que reproduce fotografías
de época y algunos documentos inéditos, portada de la primera edición, o varias
dedicatorias manuscritas del autor en los ejemplares que regaló personalmente.
Víctor
Fernández afirma que el despertar de García Lorca a la literatura coincide con
una importante crisis existencial, de identidad sexual, filosófica y religiosa,
y cuando publica Impresiones y paisajes,
ya había ensayado algo de poesía, teatro, piezas breves, y algunas prosas de
carácter místico. Fue su particular concepto de una escritura oculta a la
gente, en la que estaba tanteando cuál iba a ser su camino literario, explica el
estudioso que ya había editado en Malpaso un volumen con todas las entrevistas
concedidas por el autor en prensa.
Un primer propósito
En aquella
España poco dada al refinamiento cultural, la visita de un grupo de estudiantes
universitarios con su profesor que viajaban desde una ciudad lejana, Granada,
suponía todo un acontecimiento del que se hacían eco los periódicos locales,
así Lorca y otros compañeros publicaron en ellos algunas de sus crónicas, y también
explicaría que dichos textos formaría parte de un libro llamado Paseos románticos por la España vieja,
título marcadamente noventayochista por la evidente influencia de Domínguez Berrueta.
Pero el título definitivo fue Impresiones
y paisajes, lo que anuncia el distanciamiento estético de su maestro. De
hecho, su amistad se rompió porque García Lorca no le dedicó el libro a él, que
fue el artífice de los viajes y su primer mentor literario, sino a su añorado
profesor de piano.
Influencias
El libro
demuestra que lejos del tópico de considerar a García Lorca un autor
folclorista y pasional, escaso de cultura, era un gran lector y los textos que
recoge el libro dejan ver la impronta de Azorín, de Machado o de Baroja, y de
poetas como Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez. Es un libro juvenil, escrito
cuando aún no ha ido a Madrid, no ha descubierto la vanguardia, ni la
Residencia de Estudiantes, ni a sus entrañables Dalí, o Buñuel, ni sabe nada del
ultraísmo, ni del cubismo, ni del surrealismo, y demás ilustra sus reflexiones con numerosas
referencias culturales explícitas, muchas de ellas musicales, obligados nombres
como Händel, Czerny, Beethoven, Wagner.
García Lorca y la religión
Federico García
Lorca visitó, en estos viajes, numerosas iglesias, monasterios y otros
monumentos de tipo religioso, que le dieron pie a reflexionar sobre su visión de
la doctrina cristiana. El texto más explícito en este sentido es el que
escribió sobre La Cartuja, tras su estancia en el monasterio de Miraflores,
Burgos. En él contrapone su religiosidad, basada en la caridad y el amor al
prójimo, con el carácter solitario y severo de los monjes cartujos. La crítica
ha estudiado todas sus vinculaciones con la figura de Cristo en su juventud, se
identifica con él y lo contrapone a la pesadez de la institución eclesiástica;
relaciona la monumentalidad católica con la apariencia exterior mientras que a
él le interesa la profundidad de las cosas, según apunta Ortega. Y, al hilo de
sus reflexiones religiosas, el joven escritor va anunciando rasgos que
constituirán pilares de su poética personal. Impresiona las páginas sobre San
Pedro de Cardeña o sobre el Monasterio de Silos.
La edición
Esta edición
recupera la hermosa propuesta de un joven inquieto que con el paso de los años
se convertiría en un escritor universal cuyos primeros
textos importan por las sugerencias de la exégesis de su obra futura y por las
manifestaciones de sus claves poéticas, sea cuando habla del agua de Granada,
"agua viva que se une al que la bebe o al que la oye, o al que desea morir
en ella", o de la belleza de España, "no es serena, dulce, reposada, sino
ardiente, quemada, excesiva, a veces sin órbita”; en ocasiones, “es inocente,
por lo tanto sabio, y, desde luego, comprende, mejor que nosotros, la clave
inefable de la sustancia poética". Merece la pena tener en nuestra
biblioteca esta edición que, magníficamente, ha editado Biblioteca Nueva de la
mano de Jesús Ortega
y Víctor Fernández.
Federico García
Lorca, Impresiones y paisajes; edición de Jesús Ortega y Víctor
Fernández; ilustraciones de Alfonso Zapico; Madrid, Biblioteca Nueva, 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario