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jueves, 5 de septiembre de 2019

Federico


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Impresiones y paisajes, un siglo después

       Se reedita el debut del joven García Lorca, Impresiones y paisajes (1918), su primer libro, en prosa, fruto de sus viajes de estudios por Castilla, Galicia y Andalucía.


       Federico García Lorca, un joven estudiante de Letras y Derecho, recién cumplidos los 18 años, emprendió el primero de los cuatro viajes pedagógicos que realizó junto a su profesor de la universidad Martín Domínguez Berrueta y varios compañeros, durante los que descubrió que sería la palabra el mejor medio para dar cauce a su extraordinario talento artístico. Fruto de los viajes por tierras de Castilla, Galicia y de su Andalucía más cercana, García Lorca escribió un primer libro, el único en prosa, y el menos conocido de toda su obra, que tituló Impresiones y paisajes, autoeditado y costeado por su padre en 1918. Reunió, con abundantes cambios y no menos correcciones, muchos de los textos que había ido escribiendo a su paso por ciudades como Baeza, donde conoció a Antonio Machado, El Escorial, Ávila, Salamanca y se encontró con Unamuno, Santiago de Compostela, Burgos o Segovia. Textos en los que, a pesar de su inexperiencia y su juventud, destilan una original y profunda forma de mirar la realidad porque narra sus impresiones con una prosa culta y repleta de sabiduría, de una plasticidad asombrosa cuando detalla cuanto observa y admira.
       El libro se difundió poco, Lorca se lo regaló a familiares y amigos, pero la mayor parte de la edición quedó en la casa familiar de la Huerta de San Vicente olvidado durante décadas, y cuando alcanzó cierta notoriedad y sus libros de poemas se publicaban y se estrenaba su teatro, el poeta nunca volvió a mostrar interés por reeditar su primer libro, aunque tras su trágica muerte lo publicarían, de nuevo, como una auténtica curiosidad, editoriales de prestigio, Akal, Galaxia Gutenberg, Losada y Cátedra. Con motivo de su centenario, Impresiones y paisajes, vuelve a ver la luz con el sello Biblioteca Nueva, una edición conmemorativa a cargo de los estudiosos lorquianos Jesús Ortega y Víctor Fernández, y con el apoyo del Ayuntamiento de Granada en el marco del Año Lorca 2018.

       Jesús Ortega y Víctor Fernández explican en su introducción el contexto biográfico y literario de la obra, y esta nueva edición está ilustrada por Alfonso Zapico, Premio Nacional del Cómic en 2012, y se añade un “Álbum fotográfico” que reproduce fotografías de época y algunos documentos inéditos, portada de la primera edición, o varias dedicatorias manuscritas del autor en los ejemplares que regaló personalmente.

       Víctor Fernández afirma que el despertar de García Lorca a la literatura coincide con una importante crisis existencial, de identidad sexual, filosófica y religiosa, y cuando publica Impresiones y paisajes, ya había ensayado algo de poesía, teatro, piezas breves, y algunas prosas de carácter místico. Fue su particular concepto de una escritura oculta a la gente, en la que estaba tanteando cuál iba a ser su camino literario, explica el estudioso que ya había editado en Malpaso un volumen con todas las entrevistas concedidas por el autor en prensa.

Un primer propósito

       En aquella España poco dada al refinamiento cultural, la visita de un grupo de estudiantes universitarios con su profesor que viajaban desde una ciudad lejana, Granada, suponía todo un acontecimiento del que se hacían eco los periódicos locales, así Lorca y otros compañeros publicaron en ellos algunas de sus crónicas, y también explicaría que dichos textos formaría parte de un libro llamado Paseos románticos por la España vieja, título marcadamente noventayochista por la evidente influencia de Domínguez Berrueta. Pero el título definitivo fue Impresiones y paisajes, lo que anuncia el distanciamiento estético de su maestro. De hecho, su amistad se rompió porque García Lorca no le dedicó el libro a él, que fue el artífice de los viajes y su primer mentor literario, sino a su añorado profesor de piano.

Influencias

       El libro demuestra que lejos del tópico de considerar a García Lorca un autor folclorista y pasional, escaso de cultura, era un gran lector y los textos que recoge el libro dejan ver la impronta de Azorín, de Machado o de Baroja, y de poetas como Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez. Es un libro juvenil, escrito cuando aún no ha ido a Madrid, no ha descubierto la vanguardia, ni la Residencia de Estudiantes, ni a sus entrañables Dalí, o Buñuel, ni sabe nada del ultraísmo, ni del cubismo, ni del surrealismo,  y demás ilustra sus reflexiones con numerosas referencias culturales explícitas, muchas de ellas musicales, obligados nombres como Händel, Czerny, Beethoven, Wagner.

García Lorca y la religión

       Federico García Lorca visitó, en estos viajes, numerosas iglesias, monasterios y otros monumentos de tipo religioso, que le dieron pie a reflexionar sobre su visión de la doctrina cristiana. El texto más explícito en este sentido es el que escribió sobre La Cartuja, tras su estancia en el monasterio de Miraflores, Burgos. En él contrapone su religiosidad, basada en la caridad y el amor al prójimo, con el carácter solitario y severo de los monjes cartujos. La crítica ha estudiado todas sus vinculaciones con la figura de Cristo en su juventud, se identifica con él y lo contrapone a la pesadez de la institución eclesiástica; relaciona la monumentalidad católica con la apariencia exterior mientras que a él le interesa la profundidad de las cosas, según apunta Ortega. Y, al hilo de sus reflexiones religiosas, el joven escritor va anunciando rasgos que constituirán pilares de su poética personal. Impresiona las páginas sobre San Pedro de Cardeña o sobre el Monasterio de Silos.

La edición
       Esta edición recupera la hermosa propuesta de un joven inquieto que con el paso de los años se convertiría en un escritor universal cuyos primeros textos importan por las sugerencias de la exégesis de su obra futura y por las manifestaciones de sus claves poéticas, sea cuando habla del agua de Granada, "agua viva que se une al que la bebe o al que la oye, o al que desea morir en ella", o de la belleza de España, "no es serena, dulce, reposada, sino ardiente, quemada, excesiva, a veces sin órbita”; en ocasiones, “es inocente, por lo tanto sabio, y, desde luego, comprende, mejor que nosotros, la clave inefable de la sustancia poética". Merece la pena tener en nuestra biblioteca esta edición que, magníficamente, ha editado Biblioteca Nueva de la mano de Jesús Ortega y Víctor Fernández.







Federico García Lorca, Impresiones y paisajes; edición de Jesús Ortega y Víctor Fernández; ilustraciones de Alfonso Zapico; Madrid, Biblioteca Nueva, 2018.

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