Patricia
de Souza (Coracora, Ayacucho,
1964- Pau, Francia, 2019) literata, escritora y profesora peruana. Publicó una
docena de novelas e impartió cursos en universidades de América y Europa.
Licenciada en
Letras, también realizó estudios de ciencias políticas, periodismo y filosofía.
Hizo su tesis doctoral en Literatura francesa y comparada sobre Flora Tristán y
Lautréamont en la Sorbonne, París.
Libros publicados
- Cuando llegue la noche (Lima, Jaime Campodónico, 1995).
- La mentira de un fauno (Madrid, Lengua de Trapo, 1999).
- El último cuerpo de Úrsula (Barcelona, Seix Barral, 2000). (Lima, [sic], 2009), traducida al alemán, Lateinamerika verlag, Solothurn 2005.
- Stabat Mater (Madrid, Debate, 2001).
- Electra en la ciudad (Madrid, Alfaguara, 2006).
- Aquella imagen que transpira (Lima, Sarita Cartonera, 2006).
- Ellos dos (Lima, editorial San Marcos), 2007. Jus, México 2009.
- Erótika, escenas de la vida sexual (México, editorial Jus), 2008. Barataria, 2009, España.
- Tristán (novela), Lima, Ediciones Altazor, 2010.
- Eva no tiene paraíso (ensayo), Lima, Ediciones Altazor, 2011.
- Vergüenza (novela), Casa de Cartón, Madrid, 2014.
- Descolonizar el lenguaje (ensayo), Los Libros de la Mujer Rota, 2015.
- Mujeres que trepan a los árboles, Trifaldi, Madrid 2017.
Fragmento de mi reseña a Mujeres que trepan a los árboles (Trifaldi, 2017), publicada en Los diablos azules, de InfoLibre, Caleidoscopio de color; 18/05/2018
“Su proyecto narrativo
ha convertido la variedad de sus textos en una ferviente crítica porque nunca
ha dejado de ocuparse de la problemática del lenguaje y de la consecuente
visión de lo femenino, y se formaliza así en un auténtico repaso que para la
escritora le brinda, al mismo tiempo, la ocasión de profundizar en el uso del
lenguaje como un modo de someter el pensamiento y, también, de silenciar un
discurso discordante, cuestionamientos por otra parte que la autora se plantea
como una invitación a proseguir en una reflexión más allá de sus propuestas, y
en ese concepto que en su prosa se calificaría como la exigencia misma al
derecho legítimo a la palabra en un entorno social, político y literario que
nunca debería condicionar a la mujer a ser considerada como subalterna y la
aleja, por supuesto, de sentirse colonizada por un lenguaje patriarcal que la
anula asumiendo exclusivamente la palabra en un estricto concepto machista. Con
una de sus últimas obras, Vergüenza
(2014) su narrativa se convierte en un aleatorio muestrario de espejismos donde
su pasado queda expuesto en fragmentos distanciados en el tiempo, y cuyo
resultado se parece a una posible biografía que solo se sustenta por una
auténtica transfiguración, y esta forma particular de escritura se acentúa, aún
más, en su última entrega, Mujeres que
trepan a los árboles (Trifaldi, 2017), una especie de deriva hacia un
desdoblamiento literario en su estado puro, y ha llevado a su narrativa
hacia un concepto de ficción personal, que de su mano se convierte en un ejercicio
lúdico de fijación de la memoria, aunque eso sí relativizada para sus lectores.
En esta sorprendente novela estructura sus recuerdos en torno a una mágica
morfología vegetal que todo lo envuelve: su realidad presente y sus
evocaciones. Entonces el pasado de la narradora florece entre todo un catálogo
de árboles distintos, que en sus páginas se propagan como una sinfonía de
formas y de color perceptibles por el poder seductivo de la ficción. Flores y
árboles como el olivar, el jabillo, ejemplo de árbol intertropical, el caucho,
el mango, el apamate, de una extraordinaria belleza, el eucalipto, el sauce, o
el ficus, toda una exposición de la flora americana cuyo recuerdo arraiga en la
memoria de la narradora y se ofrece como un área fértil. Muchas de las curiosas
y distintas experiencias de la narradora quedan simbolizadas por estos árboles,
y expuestas según su fruto, o su flor, incluso según su madera, fortaleza y
belleza, o la tierra dónde crece. Y así algunos recuerdos parecen
trasplantados, ajenos con hermosas evocaciones y bellísimas imágenes, y el
relato se organiza a través de una visión ecológica y el resultado se convierte
en un diario personal tan heterodoxo, que mezcla vivencias, fechas, nombres, y
sobre todo una abundante vegetación”.
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