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sábado, 26 de octubre de 2019

Adiós a Patricia de Souza


       Patricia de Souza (Coracora, Ayacucho, 1964- Pau, Francia, 2019) literata, escritora y profesora peruana. Publicó una docena de novelas e impartió cursos en universidades de América y Europa.


       Licenciada en Letras, también realizó estudios de ciencias políticas, periodismo y filosofía. Hizo su tesis doctoral en Literatura francesa y comparada sobre Flora Tristán y Lautréamont en la Sorbonne, París.


Libros publicados

  • Cuando llegue la noche (Lima, Jaime Campodónico, 1995).
  • La mentira de un fauno (Madrid, Lengua de Trapo, 1999).
  • El último cuerpo de Úrsula (Barcelona, Seix Barral, 2000). (Lima, [sic], 2009), traducida al alemán, Lateinamerika verlag, Solothurn 2005.
  • Stabat Mater (Madrid, Debate, 2001).
  • Electra en la ciudad (Madrid, Alfaguara, 2006).
  • Aquella imagen que transpira (Lima, Sarita Cartonera, 2006).
  • Ellos dos (Lima, editorial San Marcos), 2007. Jus, México 2009.
  • Erótika, escenas de la vida sexual (México, editorial Jus), 2008. Barataria, 2009, España.
  • Tristán (novela), Lima, Ediciones Altazor, 2010.
  • Eva no tiene paraíso (ensayo), Lima, Ediciones Altazor, 2011.
  • Vergüenza (novela), Casa de Cartón, Madrid, 2014.
  • Descolonizar el lenguaje (ensayo), Los Libros de la Mujer Rota, 2015.
  • Mujeres que trepan a los árboles, Trifaldi, Madrid 2017.

     Fragmento de mi reseña a Mujeres que trepan a los árboles (Trifaldi, 2017), publicada en Los diablos azules, de InfoLibre, Caleidoscopio de color; 18/05/2018


       “Su proyecto narrativo ha convertido la variedad de sus textos en una ferviente crítica porque nunca ha dejado de ocuparse de la problemática del lenguaje y de la consecuente visión de lo femenino, y se formaliza así en un auténtico repaso que para la escritora le brinda, al mismo tiempo, la ocasión de profundizar en el uso del lenguaje como un modo de someter el pensamiento y, también, de silenciar un discurso discordante, cuestionamientos por otra parte que la autora se plantea como una invitación a proseguir en una reflexión más allá de sus propuestas, y en ese concepto que en su prosa se calificaría como la exigencia misma al derecho legítimo a la palabra en un entorno social, político y literario que nunca debería condicionar a la mujer a ser considerada como subalterna y la aleja, por supuesto, de sentirse colonizada por un lenguaje patriarcal que la anula asumiendo exclusivamente la palabra en un estricto concepto machista. Con una de sus últimas obras, Vergüenza (2014) su narrativa se convierte en un aleatorio muestrario de espejismos donde su pasado queda expuesto en fragmentos distanciados en el tiempo, y cuyo resultado se parece a una posible biografía que solo se sustenta por una auténtica transfiguración, y esta forma particular de escritura se acentúa, aún más, en su última entrega, Mujeres que trepan a los árboles (Trifaldi, 2017), una especie de deriva hacia un desdoblamiento literario en su estado puro, y ha llevado a su narrativa hacia un concepto de ficción personal, que de su mano se convierte en un ejercicio lúdico de fijación de la memoria, aunque eso sí relativizada para sus lectores. En esta sorprendente novela estructura sus recuerdos en torno a una mágica morfología vegetal que todo lo envuelve: su realidad presente y sus evocaciones. Entonces el pasado de la narradora florece entre todo un catálogo de árboles distintos, que en sus páginas se propagan como una sinfonía de formas y de color perceptibles por el poder seductivo de la ficción. Flores y árboles como el olivar, el jabillo, ejemplo de árbol intertropical, el caucho, el mango, el apamate, de una extraordinaria belleza, el eucalipto, el sauce, o el ficus, toda una exposición de la flora americana cuyo recuerdo arraiga en la memoria de la narradora y se ofrece como un área fértil. Muchas de las curiosas y distintas experiencias de la narradora quedan simbolizadas por estos árboles, y expuestas según su fruto, o su flor, incluso según su madera, fortaleza y belleza, o la tierra dónde crece. Y así algunos recuerdos parecen trasplantados, ajenos con hermosas evocaciones y bellísimas imágenes, y el relato se organiza a través de una visión ecológica y el resultado se convierte en un diario personal tan heterodoxo, que mezcla vivencias, fechas, nombres, y sobre todo una abundante vegetación”. 
 


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