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UN AIRE MELANCÓLICO
La mejicana Socorro Venegas publica en Páginas de Espuma, La
memoria donde ardía, una colección de cuentos.
Los personajes
de La memoria donde ardía (2019) se enfrentan a la vida con un cierto
desasosiego y no menos hastío, como otros muchos viven sopesando cierto
enfrentamiento con esa vida que no terminan de aceptar, pero sobre todo porque
no terminan de aceptarse a sí mismos; y en ese reconocerse tiene bastante que
ver con la pregunta acerca del rol que les ha tocado en su existencia, algo que
será importante para las mujeres protagonistas de muchos de estos cuentos, porque
Socorro Venegas (San Luis Potosí, 1972) que hasta ahora había publicado las
colecciones de cuentos, La risa de las azucenas (1997), La muerte más blanca
(2000), Todas las islas (2002) y las novelas, Será negra y blanca (2009) y
Vestida de novia (2014) muestra, en esta nueva colección de relatos, una
especial sensibilidad hacia las mujeres en general, pero esencialmente a las
mujeres en su relación con la maternidad; pero en realidad, la mayoría de estos
diecinueve relatos, muestran la expresión de quienes ha sufrido una pérdida, y
según vamos leyendo, esa pérdida y otras, no sabemos si podrá trascender el dolor
o terminará por destruirse.
La reflexión,
como tema esencial, y esa aceptación del propio papel que está muy presente en
todos los relatos, se concilia con el tema apuntado de la maternidad, que no
resulta reiterativo, sino que va más allá y, en ocasiones, resulta diferente
porque en el relato “El coloso y la luna”, una niña sale en busca de su
padre alcohólico y en esa búsqueda trata de comprenderlo, de entender qué le ha
llevado a esa situación; el intento por desentrañar la situación deplorable de
su padre lleva a la niña a preguntarse sobre sí misma y a adoptar un singular
papel que, por su edad, le viene grande. Su madre la envía a por su padre,
porque para ella su mayor preocupación es el hombre con el que vive; la niña
asume estar en un segundo plano y la responsabilidad de rescatar a su padre
para, consecuentemente, rescatar a su madre; es así como el alcohol se
convierte en otro motivo literario en este libro, que pretende ver el mundo
interior de los que beben, y en algunos de estos cuentos visto desde la
perspectiva de los niños, como esa niña que busca al padre alcohólico y tomará
decisiones con mucho sentido común, aunque prevalece el amor a su padre, con
quien estrecha una nueva relación porque llega a probar el alcohol en un intento
de saber cómo es, o se siente su padre. Es curioso, con que sutileza Venegas se
acerca a la figura de los niños, con esa mirada de honestidad que ellos mismos
proyectan y se refiere a ellos como interlocutores válidos, incluso
protagonistas absolutos como el relato que narra la experiencia de una historia
de amor entre dos niños enfermos en un hospital “Los aposentos del aire”,
muy conscientes de que sus días están llegando a su fin, y ya no hay espacio
para esa inocencia de la que deberían disfrutar siendo niños, entonces asumen
su condición, crecen con la misma rapidez con la que agotan sus últimos días, y
se ven marcados por ese amor incondicional que se tienen, y en un momento del
cuento se preguntan, ¿Entonces ya no somos niños?, y la contestación no puede
ser más demoledora, somos lo que van a morir. La infancia se convierte en un
universo único, un territorio lleno de misterios y de poesía, casi un lugar
sagrado, poderoso y frágil al mismo tiempo, un espacio de sombras y claroscuros
que cuenta la literatura.
Venegas
crítica, en la mayoría de sus relatos, a una sociedad patriarcal, que
condiciona el mundo de las mujeres, que las circunscribe a criar hijos, cuidar
del marido y de la casa, pero que, en realidad, no resultan las opciones deseadas
de las mujeres, y aunque la mejicana insista en no convertir sus historias en
reivindicaciones feministas o, incluso, con esa matiz ideológico que pueda
derivarse de sus temas, sobresale su vindicación de un mundo justo e
igualatorio. Y lo mejor, en este libro se subvierte la realidad en la que viven
todos y cada uno de los personajes, donde mujeres y niños son marginales,
considerados débiles y tratados con condescendencia, pero de la mano de
Venegas, tanto ellas como los niños, son personajes poderosos, vadean en la
oscuridad, e intentan ordenar el mundo desolado que les ha tocado vivir, y
quizá por eso sobreviven. Son capaces de hacerse preguntas, y se cuestionan
todo, miran de frente, nos muestran esas verdades ocultas.
LA MEMORIA DONDE ARDÍA
Socorro
Venegas
Madrid,
Páginas de Espuma, 2019
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