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El viaje
símbolo de una existencia
Antonio
Tejedor García recorre una ciudad y una provincia desconocida que sorprende por
su belleza.
Una guía de
viaje ofrece datos, informaciones precisas sobre monumentos, historia, museos y
horarios, o dónde comer y dormir; un libro de viajes es otra cosa, un bisturí
que disecciona momentos en el tiempo. Una mirada que se empapa del paisaje, desnuda
a las gentes y comprende sus vivencias e inquietudes, un trazo sobre un lienzo
blanco. Un buen libro de viajes aporta sensaciones y reflexiones que, una vez
en el destino, enriquecen la experiencia y permiten encajar todo en su
contexto. Sin esta precisión, los viajes son una sucesión de días y lugares sin
apenas sentido. El viaje es uno de los temas recurrentes en la literatura
universal, presente en la Biblia, la Odisea o el Corán, ha posibilitado que otros
muchos géneros literarios, la novela bizantina, de caballerías o picaresca,
formen parte de una interminable lista viajera. El viaje como signo de
existencia, experiencia del intelecto o del ánimo, como fuente de conocimiento,
porque un viajero que conoce de antemano el sitio o lugar al que viajará, se ha
documentado sobre sus costumbres y su cultura, buscará un punto de vista
diferente, nunca condicionado por ideas y prejuicios; ese libro de viaje es la
interpretación del lugar al que se va, añade la difusión particular de esas
experiencias y observaciones mediante un proceso selectivo que condiciona la
visión de un viaje particular.
Los motivos
del viaje difieren según la época y el lugar de procedencia del viajero, será diferente
la visión que le proporcionarán los espacios visitados a través de su mirada;
variable el género que se adopta para contarlo: crónica, diario, relato, o correspondencia
familiar y amistosa, formatos valiosos como fuente documental; sobresale el
calificado de viaje sentimental porque en ese periplo predomina la afección,
ese ánimo o disposición emocional hacia cuanto se siente por hechos, cosas o
personas. Y de este tipo de viaje hablaríamos cuando abrimos, Zamora, un viaje sentimental (2019), de
Antonio Tejedor García, un viaje que parte de Fuentespreadas, cuna y origen del
autor, a las diferentes zonas de la provincia. El escritor nos habla, cuenta su
historia y la vida de las personas que habitan esos lugares donde recala en su
periplo, pero señala que ninguno como el pueblo, el lugar donde nació, creció y
al que regresa siempre, y que ha ido adelgazando y se suma a esa calificada.
“España vacía”, que tanto ha dado que hablar, daña costumbres, tradiciones, y
modos de vida; aunque el volumen, Zamora, un viaje sentimental, se
convierte en ese espacio que siempre llama, donde uno descubre nuevos rincones.
Zamora y provincia, sus paisajes, sus pueblos, su historia; sobre todo, su
gente, sus costumbres y su cotidiano quehacer, su gastronomía y ese vino que
degustamos con el viajero, raíces que se hunden en la tierra amada. Tejedor
García sabe que conocer un lugar va mucho más allá de la visita turística, de
pasear por sus calles y patear espacios, disfrutar las llanuras inmensas, o del
arte legado por antepasados. Y así, mucho de todo eso aparece inevitable en el
minucioso recorrido por una provincia y sus rincones; lo más interesante esa
combinación entre lo docto y lo anecdótico que comparte el sentimiento del
viajero, ese don de gentes del narrador cuando convive con los parroquianos de
los pequeños lugares visitados, nos invita a conocerlos en su medio más
próximo, y lo mismo hará con amigos y familia. Este viaje sentimental es una
suerte de lección de Historia y Literatura que evoca personajes como Viriato,
el rey Sancho y Bellido Dolfos, o Villafáfila, escenario donde Fernando el
Católico y Felipe el Hermoso sellaban la locura de doña Juana I de Castilla que
le impediría reinar; los versos de Claudio Rodríguez, Jesús Hilario Tundidor y
León Felipe; dosis de costumbrismo que invitan al curioso lector a sumergirse
en estas páginas, a aprender de la sabiduría del zamorano, y una vez todo
asimilado, anotar en nuestra agenda cuál será el destino de nuestro próximo
viaje.
Este libro quiere ser una invitación, una
tarjeta que motive nuestra visita: Fuentespreadas, Toro y alrededores, la Zamora
de juventud y de madurez, la ribera del Montoya, tierras de Sayago, Alba y Aliste,
Tierra de Campos, Benavente, Sanabria, un extenso índice donde recalar,
colegiatas, monasterios, castillos y soportales de plazas de arte románico que
se funde con un modernismo, y late en el corazón de quienes aguantan el paso
del tiempo, nadie sabe bien cómo; gente trabajadora, amable, amiga de una
charla en mitad de la calle, alrededor de un vaso del mejor vino y una tapa de
queso de oveja o cualquier cazuela de casquería, manjares sabrosos y variados
que se mantienen como reliquia de otros tiempos.
Zamora,
un viaje sentimental
Antonio
Tejedor García
Valladolid, Agilice Digital, 2019
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