…me gusta
Ritual de la incertidumbre
Nocturna
Ediciones publica la última novela de Luisa Etxenike.
Luisa Etxenike (San Sebastián, 1957) ha publicado las
novelas Querida Teresa (1988),
Efectos secundarios (1996), El mal más grave (1997), Vino (2000), Los peces negros (2005),
El ángulo ciego (Premio Euskadi de Literatura, 2008), El detective de sonidos
(2011), y Absoluta presencia (2018).
Su última entrega narrativa es una historia contenida y lírica sobre la
paternidad y la responsabilidad de los padres acerca de los actos de los hijos
en esa edad intermedia entre la madurez y la vejez, visto a través de un
personaje tan curioso como misterioso que ingiere alimentos dulces para aplacar
el amargor interno que, como sabemos, convive desde hace tiempo con él. La
premisa fundamental es saber quién es ese hombre, y eso es lo que se preguntan
a diario los vecinos al ver a un desconocido entrar y salir de una casa a
deshoras, un hombre con pinta de mendigo aunque no sea su apariencia externa lo
que más impresiona sino todo lo que quiere ocultar en su interior. Ha regresado
a su casa, en el País Vasco, pero allí ya no están su mujer y su hijo.
Aves del paraíso (2019) nos va desvelando cómo
la vergüenza acompaña al protagonista en sus largos paseos y el azar
pondrá en su mano una guía de aves abandonada en un banco, y el descubrimiento
del mundo de los pájaros poco después. El propietario de la guía, un viejo en
silla de ruedas, Agustín, aparecerá en la escena avanzado el relato; en
realidad, Etxenike plantea una sencilla metáfora que hila a medida
que vamos leyendo las páginas de este breve texto, y en un intento de que las
dudas de su personaje se vayan disolviendo, aunque desde el comienzo queda muy
claro que Miguel no es hombre de palabras; se muestra herido pero no parece
dispuesto a confesar sus problemas y debemos interpretar que, a medida que va
desarrollándose el relato y cambian sus circunstancias, empieza a experimentar
una posible solución de futuro.
El
planteamiento de la narradora habría que justificarlo en esa toma de conciencia
de un padre y esa quiebra radical que conlleva, en una vida normal, la ilusión
sobre las expectativas que siempre genera un hijo, y que en el caso que se
cuenta provoca una crisis vital y se concreta en un aislamiento voluntario y en
una profunda depresión. Etxenike se decanta por una perspectiva emocional
frente al relato argumental de una historia a contar, quizá porque el tema de
fondo es el terrorismo de ETA, aunque la misma historia podría ocurrir en
cualquier ámbito geográfico distinto porque tanto la universalidad como la
perspectiva de la narradora vasca resultan sumamente originales. El lector
siente un curioso interés desde la primera página, una vez que descubre el
origen del sufrimiento del hombre, de su exilio real y moral; sin duda porque
Etxenike parte en su historia de unas insinuadas consecuencias para alcanzar la
causa aunque, en realidad, la información aparece en un aparente desorden que
sigue los vaivenes emocionales del padre, su vagabundeo por el sur de Francia y
el País Vasco, que se describe como una tierra de una absoluta belleza
convertida en un simple paisaje de dolor bajo los ojos del protagonista. La
habilidad narrativa de Etxenike hace que a medida que vamos pasando las páginas
todo quede encajado aunque el lector no tenga la certeza total de lo ocurrido
hasta que la autora decide mostrarlo de una manera directa, sin dejar lugar
para la ambigüedad. El
reto de ofrecer un texto breve precisa una elección narrativa muy concreta: una
tercera persona cercana a una primera, un narrador que se convierte en la
sombra absoluta del protagonista, en gran medida sobre su vida, porque el
personaje ha decidido olvidar todo aquello que no quiere ni puede asumir,
aunque no deba hacerlo y, como todo humano, al final se vea obligado a asumir
la verdad y las consecuencias de la misma.
La descripción
de las aves, casi un auténtico catálogo científico, sus rituales y
características quedan como muestra de una naturaleza indiferente al dolor
humano, que prosigue su curso, hábitos tan prácticos como inmutables, y las
ilustraciones en blanco y negro de James Ellsworth evocan en su estilismo a esas
láminas del pasado. Ayuda la fluidez de una prosa que no deja de transmitirnos
cierto aire poético, entonando un tono lírico que aporta una singular belleza
al conjunto. Una vez que como lectores nos acercamos al final, Etxenique recurre
a un cierre contundente, el diálogo entre un padre y un hijo destinados a la
incomunicación hasta que, en una hipotética posibilidad y un futuro, si ambos
siguen vivos, el hijo pueda tomar conciencia de la realidad histórica a la que
se han visto sometidos.
AVES DEL
PARAÍSO
Luisa
Etxenique
Ilustraciones
de James Ellsworth
Madrid, Nocturna Ediciones, 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario