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UNA VOLUNTAD METAFÍSICA
El ensayista, cronista y narrador
mejicano Carlos Monsiváis realizaba un balance de los cuentistas más
representativos del siglo XX en Lo
fugitivo permanece. 20 cuentos mexicanos (1989) antología que reunía relatos
publicados entre 1934 y 1984 de escritores nacidos en la primera mitad del
siglo XX: Juan de la Cabada, José Revueltas, Edmundo Valadés, Ricardo Garibay y
el indispensable Carlos Fuentes; incluye a otros de transición, Guillermo
Samperio, nacido en 1948, y a un autor de la generación siguiente que había
publicado tres libros de cuentos: Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), La noche navegable (1980), Albercas (1985) y Tiempo transcurrido (1986). El antólogo menciona a varios autores
que destacaban en aquellos años y ubica a Villoro entre sus compañeros de
promoción: María Luisa Puga, Agustín Ramos, Alberto Huerta, Ignacio Betancourt,
Luis Zapata, Arturo Ramos, Salvador Mendiola, Emiliano Pérez Cruz, Eduardo
Medina y David Martín del Campo, entre otros.
Villoro destacará por sus diferencias frente
a los autores que lo han precedido, desde un México más tradicional hasta una
sociedad de masas, papel que le corresponde al joven narrador, su visión de ese
México ya no depende de los ambientes rurales sino que recrea rasgos culturales
urbanos. Significativa la proporción que, con los años, ha alcanzado su obra,
rica y variada: cuento, novela, ensayo y tentativas en la narrativa infantil y
juvenil. Sus primeros libros recibieron muestras de admiración, anunciaban un
acusado tratamiento psicológico en sus personajes, su narrativa breve crea una
atmósfera sugestiva, abunda en alusiones y elipsis que conducen a un estilo
mesurado que lleva a sus textos a un virtuosismo pleno; singular su voluntaria
caracterización por ofrecer individualidades, personajes solitarios que
pueblan, con su actitud, un universo muy variado, se mueven en escenarios
reconocibles y alternativos, aunque la segunda caracterización, dota con esa
voz única relatos que se articulan en un mismo sentido literario: la reflexión,
en primera persona, explora cómo hablan en cada momento estos seres inventados.
El propio Villoro se niega a buscar la trascendencia a través del acto puro
para contar historias; no deben narrarse grandes verdades, ni crear héroes
explícitos o implícitos, los personajes son caricaturas de falsos héroes porque
los protagonistas de sus historias se enfrentan diariamente al aburrimiento, al
fracaso y al vacío.
Juan Villoro revisa la condición mediática del mundo contemporáneo con una
irónica visión, reivindica el espacio lírico como sustrato en el caos
histórico; El testigo (2006) y Arrecife (2012) son novelas ambiciosas,
pero consciente de que la brevedad del discurso de la novela corta
provoca mayor complejidad en el momento de desenvolver la trama de una historia,
entregaba Llamadas
de Ámsterdam (2007), una nouvelle,
o la historia de una pareja que decide crear un país imaginario donde su
amor prevalezca; e insistió en su reflexión sobre el desorden del método
expositivo y las relaciones amorosas con Conferencia
sobre la lluvia (2015) un monólogo o confesión sobre la improvisación.
La editorial palentina, Menoscuarto, en una
propuesta de excelencia narrativa, recupera ambos textos en un volumen, Dos amores perdidos (2019), título que
evidencia la consideración de sus protagonistas sobre el fracaso de las
relaciones amorosas. La primera novela Llamadas
de Ámsterdam cuenta la historia de Juan Jesús y de Nuria, una pareja que en
la brevedad de la narración están tan lejos y tan cerca como dos personas
pueden estarlo en la experiencia del amor. El protagonista masculino es
diseñador, un artista frustrado, un creador incomprendido en quien creyeron dos
personas que ya no forman parte de su vida, lo han dejado sin lugar y casi sin
identidad. Villoro retrata un hombre débil e inofensivo a quien una ruptura
modifica su existencia; su pasividad para aceptar un destino que le da la
espalda lo atan a un pasado del que no ha podido salir y a ese concepto de
artista que ya no es, y que como se intuye nunca fue. Nuria es la mujer
resuelta cuyas decisiones trazan el rumbo de su destino y el de Juan Jesús. Retrato
de la mujer que rehace su vida después de la ruptura, le habla desde el otro
lado del teléfono lanzándole imágenes y situaciones pasadas de nostalgia,
frases que juegan y coquetean con los recuerdos de ambos. Una historia de amor así
no deja indiferente a cualquiera, si a medida que avanzamos no supiéramos que
Nuria es una víctima, en concreto de Felipe Isidro Benavides, su padre, el hombre
que abarca y controla todo en la vida de sus hijas, la figura paternal en un sentido
freudiano que determinará el futuro no solo de su hija, sino el de Juan. Y se
añade El Tornillo Lascuráin, un enigmático hombre entrometido burdo y burlesco
que juega un papel decisivo en el sentido final de la historia de un amor,
lugar fértil para la memoria, la nostalgia, y el redescubrimiento. Villoro
traza episodios de humor, escribe una narración breve y desenvuelta, y abundan
los silencios que, de alguna manera, suple Juan Jesús, su personaje principal.
Un conferenciante, un bibliotecario
solitario y taciturno al que han encargado una charla, va a hablar sobre la
relación entre la poesía amorosa y la lluvia, pero pierde sus apuntes y, una
vez frente al público, nervioso, se verá obligado a improvisar. El protagonista
no renuncia a la conferencia, transforma su desorden en método expositivo y
comienza hablar de sí mismo, y a citar a todos aquellos poetas que iban cambiando
sus versos según el clima. En realidad, Conferencia
sobre la lluvia es un discurso que entremezcla ese concepto de hablar en
público y la propia confesión, se traduce en un monólogo teatral que versa
sobre la vida de los libros y las emociones que estos despiertan. La intimidad
de la lluvia se transforma en la intimidad del personaje, que va desgranando
sus filias y fobias mediante un intermitente goteo. Las palabras, como en
cualquier chaparrón, se precipitan sin aparente estructura previa. Estamos,
pues, ante un género clásico, la digresión, territorio que acoge como pocos la intemperie.
Juan Villoro, Dos amores perdidos; Palencia, Menoscuarto
Ediciones, 2019.
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