¿Es verdad que
hoy se practica una literatura sin vida, sin esperanza y sin futuro?
No sé
si es verdad, es lo que yo creo. Más culta o más de consumo, la gran mayoría de
la ficción literaria que se publica hoy está compuesta por productos de
entretenimiento, o bien por esas narrativas acríticas que retratan las
desventuras de la subjetividad en el capitalismo tardío, y que Constantino
Bértolo caracterizó con mucho acierto como “autoayuda para la clase media”. De
todos modos, al decirlo pensaba sobre todo en la novela, cuy@s autor@s, por
regla general, suelen estar mucho más sometidos a los imperativos del mercado.
Tanto la poesía como el cuento respiran ahora mismo con bastante más libertad.
¿Estamos
obligados entonces en dejarnos atrapar
por esa materia oscura?
Pues
no lo sé, dependerá de lo que queramos. ¿Vamos a ser capaces de desear una
vida, una subjetividad, unas formas de vinculación y una sociedad distintas,
con las narrativas que les correspondan? Reconozcamos que los indicios no son
muy alentadores y todo apunta a lo peor. Pero precisamente lo peor y lo mejor
de una situación como la que estamos viviendo es que no puede descartarse nada.
Usted da clases
como profesor de Escritura Creativa, ¿su libro, Materia oscura (2015) pretende
enseñar más que divertir?
Yo
creo que ni una cosa ni otra. No es, desde luego, un libro que haya escrito en
tanto profesor, y fuera de las clases no me siento autorizado a enseñarle nada
a nadie. Y es también una obra en la que el registro del humor, tan presente en
mis dos libros de cuentos anteriores, se atenúa bastante. Hay humor en los
textos de apertura, pero ese humor se diluye después en una ironía de fondo,
que abre paso a un registro específicamente poético y visionario.
El concepto de
género ¿hasta qué punto es importante para usted?
Curiosamente,
el concepto de género es muy importante en mi trabajo como profesor, más que
nada porque en una narración el régimen de la verosimilitud lo define, desde el
principio, el género. En el terreno de la creación, en cambio, busco más bien
disolver el género en el acto de escritura mismo; a condición, claro, de que
esa escritura consiga crear en cada caso su propia legalidad y su propio plano
de consistencia.
Pese a la
complejidad textual que pueda desprender, Materia oscura, subyace mucho de
ironía y de humor, ¿tenemos tanta necesidad de sonreír?
En
“Materia oscura” yo encuentro más ironía que propiamente humor, como apuntaba
antes. ¿Tenemos necesidad de sonreír? No lo sé. Es verdad que ponerle al mal
tiempo buena cara es una estrategia elemental de supervivencia. Pero también es
verdad que a veces, cuando se rebasan límites que son irrebasables, enseñar los
dientes puede ser práctico, y hasta sencillamente imprescindible. Estamos muy
necesitados de un poco de felicidad, es cierto. Lo que pasa es que la
felicidad, poca o mucha, es casi siempre una conquista.
Recientemente
se ha descubierto que “la materia oscura” podría hacer crecer “pelos” alrededor
de estrellas y planetas, ¿estamos más cerca de localizar sus propiedades? ¿o
usted ya las ha localizado en su libro?
No,
en absoluto. Y lo de esa materia oscura que hace crecer las cosas es de hecho una gran noticia, ahora
que hay tanta gente que se toman a sí mism@s por estrellas.
El primero de
sus cuentos, con perdón, es irreverente, ¿es este el comienzo que usted quiere
para que el lector intuya cómo será el resto?
Bueno,
el cuento juega despreocupadamente con puros iconos y creo que en materia de
irreverencia se han escrito cosas bastante más fuertes que “Cosmogonía”. Es más
bien un cuento sobre (y contra) la creación, en todos los sentidos de la
palabra. Lo puse como prólogo al libro porque es el texto que más se parece a
mis cuentos anteriores. Y también porque transmite un sentimiento que es
fundamental en mí, y que hace poco encontré bellísimamente expresado en esta
cita de Simone Weil. “La creación: el bien hecho trozos y esparcido a través
del mal”. Este es mi sentimiento de las cosas. Al contrario de las teodiceas
clásicas, yo nunca he pensado que el mal que hay en el mundo necesitase
justificación. A mí lo que me asombra, muy al contrario, es que en medio de
esta monstruosidad haya inexplicables destellos de bien, porque no veo cómo ese
bien puede tener su origen en un mundo y una realidad esencialmente
caóticos.
¿Es verdad que
usted, servidor de la causa, reivindica el surrealismo en este libro?
El
surrealismo no necesita que lo reivindique nadie. Es una práctica, y un modo de
sensibilidad y de vida, intensamente vigente en los distintos grupos que forman
la comunidad surrealista internacional. “Materia oscura” es un libro interno a
este movimiento. Y nunca habría sido lo que es sin el contacto y la inspiración
constante de mis compañer@s del Grupo Surrealista de Madrid.
Vamos, que no
le gusta su mundo actual, ¿pretende quizá cambiarlo con la literatura?
En
tanto institución, la literatura misma es parte del mundo que rechazo. Como
surrealista, pienso más bien en un mundo muy distinto, un mundo que cambiase la
literatura, y la convirtiera en una poesía ubicua, expansiva, peligrosa, e
incluso indistinguible muchas veces del transcurso espontáneo de la
experiencia. Es decir: pienso en un mundo donde la palabra y el acto
inspirados, la intensidad, la belleza, la maravilla y la aventura no fuesen
algo extirpado del tejido de la vida común, y abocado a experimentarse
únicamente en las páginas de los libros.
¿Escribe usted
con una “pulsión inconsciente”? ¿Debemos entender así Materia oscura?
“Materia
oscura” no es, en principio” un libro que haya que entender. No es un libro de
y para el intelecto, sino un libro del alma, en el sentido no religioso ni
doctrinal de la palabra. También por eso no es un libro del “yo”, porque el
“yo” –para decirlo con Heidegger- es “inmediata y regularmente los otros”.
Cuando uso terminología freudiana como la pulsión y todo eso es para no parecer
demasiado marciano. La propuesta del libro es ceder la palabra a eso que en el
sujeto no tiene ni puede tener palabra, y dejarse atravesar por una escritura
que acontece en la tensión de esa imposibilidad.
¿Un libro de
escritura fragmentaria para los tiempos que corren? ¿O hablamos mejor de
posibilitar el significado de la forma?
No, el valor significante de la forma me
preocupaba hace años, pero ahora estoy muy lejos de eso. En “Materia oscura” no
hay forma como tal. O si la hay, es en tanto devuelta a su realidad material,
es decir: la forma como resto, como huella de una duración.
Si alguien no
entendiera, Materia oscura, ¿con qué le diría usted que se quedara de
todo lo que usted pretende decir con él?
Si
alguien no entiende “Materia oscura” es que no es un lector para ese libro y no
pasa nada. Yo mismo no soy un lector para bastantes libros de cuya calidad no
dudo. Sé que como libro “Materia oscura” es una propuesta muy especial, y por
eso me siento afortunado de que esté encontrando una recepción muy amplia y
hasta muy entusiasta entre l@s lector@s.
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