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lunes, 27 de enero de 2020

Desayuno con diamantes, 150


                              Historia de una conversión
                     
                             

       Gonzalo Torrente Ballester (El Ferrol, 1910- Salamanca, 1999) iniciaba su carrera literaria escribiendo ensayos de teatro ideo­lógico para minorías, y daba a la imprenta su primera novela en 1943, Javier Mariño. La suerte de este libro se resumió en un proceso de aleja­miento y ostracismo por parte de un grupo de intelectuales identificados con Falange, aunque pronto se dieron cuenta que dicho programa no iba a conformar su vida de una manera revolucionaria, o con­trarrevolucionaria, inmersos en una sociedad que se autoafirmaba nacida de la guerra de liberación. Torrente Ballester había escrito Javier Mariño entre el otoño de 1941 y el otoño de 1942, y cuando llegó el momento de publicarla, introdujo diversas modificaciones en el texto para no tener problemas, y la novela fuese grata al régimen franquista; no se fiaba de su condición de miembro de la Falange, finalmente apareció en diciembre de 1943 y veinte días más tarde, el 10 de enero de 1944 los ejemplares existentes en las librerías fueron retirados, y la editorial recibió orden de almacenarla, porque había en sus páginas muchas cosas muy molestas para quienes guardaban la ética y el orden en el régimen. El informe censor se lamentaba de un exceso de “imágenes lascivas” y un evidente regodeo en ellas; al censor le disgustaba la posición política del protagonista, muy ambigua; incluso, Javier Mariño, carecía de auténticos sentimientos religiosos. Cayó en el olvido, quizá engullida por el éxito de La familia de Pascual Duarte (1942), de Cela y Nada (1944), de Laforet. Este alejamiento y ostracismo se hizo más evidente, Dionisio Ridruejo encabezaba una rebelión que ya había liderado entre 1937 y 1939, pero Torrente Ballester, que había llegado más tarde a las filas de Falange, la abandonó para adoptar una actitud de absoluto escepticis­mo, manifestado esencialmente en su visión del mundo en consonancia con su obra narrati­va. En esta novela apunta en su retrato de los jóvenes intelectuales educados en el control de los impulsos vitales por una autocrítica racionalista a ultranza que los lleva al callejón sin salida de la abstención y del complejo de superioridad. La historia de Javier Mariño es la imposibilidad de la conversión, sea política, religiosa o simplemente vital, y ese final patriótico pos­tizo nos inclina a pensar que fue una auténtica imposición, pero no la salvó de una última prohibición que hoy fechamos en 1943; la edición fue retirada de la venta, y explica que no se la haya con­siderado hasta ahora, como merecía, entre las mejores nove­las de aquella década a la hora de los balances narrativos. Fue la única que entonces se inscribía en la nueva tradición de la novela intelectual europea sin abandonar esas evidentes raíces autóctonas noventayochistas.

El argumento
       Un joven, de familia acomodada y de costumbres tradicio­nales, bastante escéptico, algo desengañado, ence­rrado en sí mismo, se ve obligado a escapar a toda posible complicación que fuerce su destino, sale de España en las vísperas de la guerra civil, dispuesto a forjar su vida en alguna nación americana donde los suyos tienen intereses. De camino recala en París, donde reside varios meses, allí recibe las primeras noticias del “pronunciamiento” del 18 de julio, como lo califica él. Mariño declara sus simpatías por los “sublevados” en diversas ocasiones, y ante quienes va conociendo, aunque esas simpatías chocan ciertamente con la indiferencia, incluso el cinismo, que muestra hacia las cuestiones políticas en general. Salvo la inquietud por la suerte de su familia, con la que no consigue comunicarse, nada le preocupa y la ciudad y el ambiente serán determinantes para él. En París, entre las numerosas personas con quienes se relaciona o traba amistad, conoce a una joven francesa, Magdalena, que va a ser la auténtica protagonista del relato; hija de una familia rica, ha renunciado a los suyos y a su vida burguesa para afiliarse al Partido Comunista, por el que trabaja con fervor de neófita. Javier es conservador hasta la médula, pero cae rendido ante la poderosa personalidad de la joven, que toca La Internacional al piano y llama “camaradas” a sus amigos. Muestra Torrente Ballester, ¿un intento de reconciliación de las dos Españas que ideológicamente se enfrentaban entonces? Pronto observamos que el comunismo de Magdalena es temporal, ella abjurará de él por amor al joven español y sus continuas contradicciones.
       La novela se desarrolla casi toda en París, ciudad que conoce bien el autor, puesto que el fondo ambiental, variado y cosmopolita, se describe con un desenfado y crudeza de buena ley, la diversidad y animación de sus per­sonajes, dan a la novela un sabor europeísta que no era frecuente en la narrativa de posguerra. Una vez leída no imaginamos que la atmósfera cosmopolita sea para deslumbrar al lector; lo que otorga a este libro de Torrente Ballester, y algunas otras novelas de la misma época, esa dimensión "europea" es el meollo intelec­tual, las cuantiosas ideas que circulan por las venas del relato, que anima a seguir ese desarrollo de una profunda visión de mayores posibilidades temáticas y estructurales como ocurrirá algunas décadas después. Numerosos peripecias, variadas y diná­micas, perspectivas interesantes y el conocimiento de una vida y expectativas diferentes, harán que Mariño supere su escepticismo y vuelva a España con Magdalena, a  quien convierte en su mujer, pese a cierto turbio episodio de su pasado, después de atraerla también, naturalmente, a su nuevo entusiasmo recobrado.
       La novela encierra una "in­tención", que nunca consideraríamos una tesis, el autor sostiene ideas que resultan visibles a lo largo de la historia, postulados políticos que rebate con otros personajes, y muestra su habilidad para salir airoso de situaciones comprometidas. Es verdad que, el personaje protagonista, es el responsable de que la lectura de la novela pueda resultar, en algunos tramos, controvertida para los tiempos que corren. El propio Torrente Ballester hacía alusión a esto en 1985: “tengo mis dudas acerca del verdadero pensamiento político de este personaje: no que sea ambiguo, como creía mi censor, sino que carece de él. Quien vea en esta figura lo que realmente es, una persona y su máscara, sabrá qué atribuir a la máscara y qué a la persona”. Marcos Giralt, en su Prólogo, “El novelista y su circunstancia”, opina que “Javier Mariño es, desde luego, por muchas de sus creencias, un personaje repelente, pero la historia de la literatura está llena de grandes novelas sobre personajes repelentes y es de cajón, aunque haya que repetirlo, que lo que piensa un personaje no es necesariamente lo que piensa su autor”. “En cualquier caso”, apunta, “en lo que a Javier Mariño atañe, su único delito es el de haber plegado su indudable instinto de novelista a las demandas de la España en la que vivía”. Leída hoy, Javier Mariño, resulta interesante en la medida en que permite adentrarse en los primeros tanteos del novelista primerizo que se convertirá en uno de los grandes de nuestras letras a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, reconocemos sus dudas y titubeos, y los primeros despuntes de una brillantez que derrocharía años más tarde en cientos de páginas. Y, también, advierte Marcos Giralt, sobre Torrente Ballester “pudo optar por no publicar, pero el precio era demasiado alto para alguien que desde muy joven vivió para ser escritor”. Quizá para un joven gallego fue el principio del camino, y sin él no habría existido lo demás.

Una nueva edición
       Gonzalo Torrente Ballester la rescató del olvido en la edición del primer tomo de sus Obras Completas (Destino, 1976), y Seix Barral la publicó como volumen individual en 1985. En ambas ocasiones, el novelista hizo ajustes de diversa consideración. Hoy, la editorial Almuzara la incluye en su colección, La Guerra Civil contada por sus protagonistas, y añade un prólogo, a cargo de Marcos Giralt Torrente, quien afirma que el “magnífico novelista que llegó a ser se advierte ya en muchísimas de sus páginas”.







Javier Mariño
Gonzalo Torrente Ballester
Prólogo Marcos Giralt Torrente
Córdoba, Almuzara, 2019

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