NUEVAS VISIONES DEL HORROR DE H. P. LOVECRAFT
H.P. Lovecraft vuelve a la actualidad literaria de la mano de las
editoriales españolas, Acantilado, Nevsky y Periférica.
El nombre de Lovecraft es sinónimo de
ficción de horror. Sus numerosos libros, particularmente, los Mitos de Cthulhu, han influido en muchos
de los autores de ficción a lo largo y ancho del mundo, y podemos encontrar
elementos lovecraftianos en novelas, películas, música, videojuegos, cómics y
dibujos animados. El mejor de los ejemplos, los villanos de Gotham City en Batman
son encarcelados en el Asilo Arkham, y resulta que Arkham es un espacio
inventado por Lovecraft. Muchos escritores modernos de terror, como Stephen
King, Bentley Little y Joe R. Lanzadle lo han citado como una de sus más
importantes influencias; en realidad, fue un escritor relativamente desconocido
en su propia época. Mientras que sus historias se habían hecho un lugar en
publicaciones como Weird Tales, mucha gente no conocía su nombre. A pesar
de ello, mantenía regularmente correspondencia con otros escritores
contemporáneos, como Clark Ashton Smith y August Derleth, gente que, con el
paso del tiempo, se convirtieron en sus buenos amigos, incluso sin haberse
nunca conocido en persona. Este nutrido grupo de escritores llegó a conocerse
como el “Círculo de Lovecraft”. Después de la muerte del autor, el Círculo
siguió contribuyendo a su leyenda. August Derleth fue, probablemente, el más
prolífico de todos ellos, ya que amplió y extendió la visión de un curioso y
excéntrico autor de novelas de terror y ciencia-ficción.
Biografía
Howard Phillips Lovecraft, nació un 20 de
agosto de 1890, en Providence, Estados Unidos, y murió el 15 de marzo, de 1937,
en su ciudad natal. Autor de novelas y relatos de terror/ ciencia ficción, se
le considera un innovador del género al que aportó una propia mitología, la de
Cthulhu. El suyo es un terror cósmico materialista, una corriente que se aparta
del típico satanismo o relatos de fantasmas, incluso incorpora elementos de
ciencia ficción, con alienígenas, viajes en el tiempo, y otras dimensiones. Al pequeño
Lovecraft le gustaba frecuentar parajes extraños y apartados para poder dar
rienda suelta a su desbordante imaginación. En esos sitios (cuevas y arboledas
alejadas) recreaba situaciones históricas, o se ensimismaba en la observación
de pequeños detalles que, para el resto de las personas, pasaban inadvertidos,
pero que a él le fascinaban: detenerse a escuchar a las hadas del bosque,
incluso imaginar lo que podría existir en el espacio exterior. Quizás una de
las razones por las que le gustaba tanto evadirse era por la estricta atadura a
la que lo sometía su madre, diciéndole que él no debía jugar con niños de menor
categoría, o insistiendo en que era feo y que nunca llegaría a triunfar.
Obra
El trabajo de Lovecraft ha sido agrupado
en tres categorías por algunos críticos. Mientras que el propio autor prefirió
no referirse a estas clasificaciones, sí escribió en alguna ocasión: “Existen
mis piezas Edgar Allan Poe y mis piezas Dunsany -pero- ¿dónde están mis piezas
Lovecraft?” Las primeras, Historias
macabras (1905-1920), a las que siguen Historias
del Ciclo del Sueño (1920-1927) y, finalmente, Los Mitos de Cthulhu (1925-1935). Las pesadillas que sufría le
sirvieron de inspiración para su trabajo, y quizá una visión directa de su
inconsciente y su simbolismo explica su continuo revuelo y popularidad. Otra
inspiración provino de una fuente insospechada: los avances científicos en
áreas como la biología, astronomía, geología y física, que reducían al ser
humano a algo insignificante, impotente y condenado en un universo mecánico y
materialista, un pequeñísimo punto en la vastedad infinita del cosmos. A
propósito de esto escribía, en La llamada de Cthulhu:
“No hay en el mundo fortuna mayor,
creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo
que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los
negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes.
Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta
ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la
realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles
que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz,
refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas”.
La sombra del
tiempo
Los relatos de Lovecraft, según Jon
Bilbao, se erigen en un puente entre la alta cultura y la cultura popular,
siendo la vaguedad y la abstracción dos de sus pilares. La casi ausencia
completa de personajes femeninos, lo esquemático y similar de los
protagonistas, lo parecido y previsible de los finales, como concluyentes en
muchas ocasiones, la ideología que el autor deja traslucir, léase,
reaccionaria, puritana y misántropo, o la adjetivación, resumen las
características de la narrativa de Lovecraft. Lo importante en la construcción
de esos personajes, es la fuerza a que se enfrentaban, de ahí ese concepto de
apenas esbozados, o que el autor ofrezca un retrato parcial de ellos. Javier Calvo, en la introducción, a la
presente edición de La sombra fuera del
tiempo (Ediciones Nevsky), habla del itinerario de los protagonistas de
estos relatos, siempre el mismo, todos hacen un viaje al Otro Mundo, al reino
de lo daimónico. El “Otro mundo” primigenio cambia de ubicación y de aspecto,
dependiendo del relato, aunque siempre es el mismo. En La llamada de Cthulhu el profesor Thurston lo encontrará en los
sueños de ciertos artistas y en una isla que emerge cíclicamente, Olmstead en
su propia genealogía, en La sombra sobre
Unnsmouth y el profesor Dyer, protagonista de En las montañas de la locura, en una ciudad antártica de cubos y
conos. Y todos los ámbitos de un lugar primigenio tienen una característica
común: se corresponden con regiones inexploradas del mundo moderno. Y añade
Calvo, la crónica que hacen todos los narradores de Lovecraft de su experiencia
en el Otro Mundo obedece a una auténtica operación freudiana: la compulsión de
repetición, ese impulso no del todo
consciente ni voluntario de repetir actos desagradables o dolorosos que supone
la única vía de escape.
En las
montañas de la locura (Acantilado),
escrita en 1931, fue publicada por primera vez en 1936, en tres números de la
revista Astounding Stories. Es un
claro homenaje a Edgar Allan Poe, y a su novela inconclusa La narración de Arthur Gordon Pym. Un grupo de científicos de la Universidad de
Miskatonic viaja a la
Antártida para realizar diversos estudios y experimentos con
una barrena en busca de material geológico. Se inicia la expedición desde
Boston, Estados Unidos, el 2 de septiembre de 1930 y llega a la Isla de Ross. Mientras parte
de ellos se quedan en el campamento base, otros parten en una especie de
avanzadilla hacia el interior del continente. Por radio comunican a la base que
han hecho un descubrimiento extraordinario: encontraron enterrados fósiles de
unos seres que no saben si clasificar como animales o vegetales y que son
curiosamente avanzados y evolucionados con extremidades en forma de estrella
con puntos cerca de ellos que, en apariencia, pudiera ser un código.
El caso
de Charles Dexter Ward (Acantilado) es una novela corta escrita entre 1927
y 1928. Puede considerarse como una de las principales obras del autor. Basada
en el conocido asunto de las Brujas de Salem en 1692, y ambientada en su
Providence natal, el autor relata los extraños eventos que rodean al
protagonista Charles Dexter Ward y a su misterioso antepasado, el ocultista
Joseph Curwen, desaparecido en vísperas de la Guerra de la Independencia de los
Estados Unidos. Excelente combinación de relato policial con los mitos de
Cthulhu y un emocionante duelo mágico como final. El personaje principal,
Charles Dexter Ward, es un joven de una familia prominente y acaudalada que, al
comienzo de la historia, se dice ha desaparecido después de un período de
locura que se venía gestando desde hace un tiempo, acompañado por menores,
aunque inquietantes, alteraciones fisiológicas. La historia se cuenta desde la
perspectiva de la investigación del doctor Marinus Bicknell Willet sobre la
causa que hizo perder la cordura a Ward, además de tan extrañas modificaciones
físicas.
El
resucitador (Periférica) está inspirada, según el propio autor, en la
novela Frankenstein, de Mary Shelley,
y narra las investigaciones del Doctor Herbert West sobre la muerte y
resurrección desde sus tiempos de estudiante hasta poco después de la Primera Guerra Mundial, en la
que se alistará como cirujano junto a su mejor amigo y ayudante al mismo
tiempo. “Sobre Herbert West, que fue mi amigo en la universidad y en años
posteriores, sólo puedo hablar con extremo horror”, así comienza la narración.
Es un relato breve, o mejor una novela corta cuya acción transcurre básicamente
en dos de los lugares más emblemáticos de la ficción lovecraftiana: la ciudad
de Arkham, y la universidad de Miskatonic. El
resucitador, como sucede en otras narraciones de Lovecraft, es una
extraordinaria obra de ciencia-ficción, porque cuenta la historia del
visionario médico Herbert West y de su ayudante, que en este caso se convierte
en el narrador. Ambos son tremendamente materialistas, y creen firmemente en la
existencia del alma, y que la vida y la conciencia son el resultado de una
mecánica biológica que no es dirigida o registrada por el cerebro, sino que
podemos localizarla en la totalidad del cuerpo, de manera que si conseguimos
infiltrar determinadas soluciones químicas, estas podrían ser capaces de
resucitar a los muertos, siempre que se practique con la fórmula adecuada, y
con la premura exigida, sobre cadáveres, especifica Lovecraft, frescos y poco
dañados en sus órganos fundamentales. A esa tarea de localizar, y bajo la
dirección imperativa del exaltado West, se encaminan los dos amigos. El relato
se inspira en el Frankenstein
(1818), de Mary Shelley, aunque
Lovecraft va más lejos en sus miras científicas y en su horizonte de propuesta
prescinde del papel decisivo del cerebro y propugna que cualquier parte del
cadáver tratado químicamente puede volver a la vida con autonomía. La
narración, por otra parte, introduce la figura de los zombis, los denominados
muertos vivientes.
Es verdad que, en ocasiones se cae en
error de pensar que la imaginación sustituye al estilo. Lo “raro”, lo “extraño”
e, incluso, lo “inexplicable” no aparece gratuitamente, y en los relatos de
este autor de ficción, el horror está jerarquizado y, según manifiesta, Jon
Bilbao, las historias de Lovecraft mantienen su protagonismo a lo largo del
tiempo transcurrido, quizá porque la crítica y los lectores ha acabado con esa
oscura traslación a otros ámbitos narrativos que los adscribía a una sola
tendencia y así continúan siendo vigentes ante un público lector, plural y
diversos y casi se convierten en un mito.
El crítico norteamericano Edmund Wilson, tan temido como influyente,
descalificaría a Lovecraft en un artículo publicado en 1945, cuando
el autor de los mitos de Cthulhu empezaba a ser reivindicado y alcanzaba la
popularidad y el respeto de los que hoy goza. “El único verdadero horror en la
mayoría de estas ficciones es el horror al mal gusto y al mal arte”, escribió
el implacable crítico de The New Yorker,
quien, dicho sea de paso, también consideraba mediocre a Robert Louis Stevenson, no así a Edgar Allan Poe, claro antecedente de
Lovecraft.
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