CORTÁZAR RECUPERADO
A Julio Cortázar (1914-1984) no es
necesario recuperarlo para la literatura contemporánea, ni siquiera
actualizarlo porque la profundidad de su escritura lo convierten en ese
escritor universal cuya lectura siempre hay que volver a hacer. Suma de Letras
recupera buena parte de su obra en la colección «Punto de lectura» porque,
paradójicamente, pese a tratarse de uno de los mejores autores del siglo XX,
obras como Rayuela (1963) se habían convertido en rarezas en los
estantes de las librerías españolas.
Julio Cortázar ha sido definido como un
escritor fantástico que amaba, sobre todo, este tipo de literatura. Escribió
algunos cuentos maravillosos en los que ocurren hechos no menos extraordinarios
y sobre todo inventó un mundo para constatar la extraña simbiosis que puede
darse entre el espacio de lo real y de lo fantástico. El mundo de Cortázar es
el de los juegos virtuales que hoy en día estarían de completa actualidad. La
magia de su juego verbal sirve de refugio a la imaginación y a los seres en
cuya sensibilidad muestran cierta ingenuidad, un hecho que les lleva a luchar
contra lo pragmático de este mundo y contra la utilidad del mismo. La noción
que percibimos en los juegos cortazarianos es el de la libertad absoluta, una
libertad que pretende, necesariamente, transmutar el orden establecido de las
cosas. «En los libros de Cortázar—escribe Vargas Llosa—juega el autor, juega el
narrador, juegan los personajes y juega el lector, obligado a ello por las
endiabladas trampas que lo acechan a la vuelta de la página menos pensada».
Cuando Rayuela apareció en 1963,
una novela de la razón y la sinrazón, la literatura se vio abocada a explorar
secretos que antes no habían sido ensayados: la objetividad y la subjetividad
perdían sus valores de condiciones excluyentes, el sueño y la vigilia se
aliaban para formar parte de un mundo nuevo en el juego formal de la
experimentación. Calificar a esta novela de experimental sería un rasgo algo
caduco hoy en día; en realidad, la obra está planteada como un desafío para ese
lector de novelas miméticas. Bestiario (1951) inicia el mundo
resignadamente enclaustrado del joven escritor Cortázar y las posibilidades
posteriores a ensayar. Las armas secretas (1959) enumera algunos de los
temas capitales y los procedimientos narrativos que desarrollará posteriormente
el escritor argentino. Historias de cronopios y de famas (1962), un año
antes de Rayuela, se planteaba como un jocoso manual burlesco que
condujese al lector hacia esa autenticidad deseada y en Todos los fuegos el
fuego (1966), reúne sus principales cuentos sobre los conflictos de la
existencia cotidiana. Con Un tal Lucas (1979), casi al final de su
trayectoria Cortázar, ofrece nuevamente una mirada caleidoscópica sobre las
posibilidades del lenguaje. Todo en Julio, afirma Vargas Llosa, es distracción,
divertimento, fabulación, recursos mágicos que constatan la anarquía secreta
del mundo, el enigma de su origen, su condición y su destino.
UN
TAL LUCAS,
HISTORIAS
DE CRONOPIOS
Y DE
FAMAS,
TODOS
LOS FUEGOS EL FUEGO,
BESTIARIO,
LAS
ARMAS SECRETAS,
RAYUELA.
Julio
Cortázar
Madrid,
Suma de Letras, 2001
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