EL INVISIBLE J. D. SALINGER
J. D. Salinger, autor de El guardián
entre el centeno (1951), fallecía el 27 de enero de 2010 en su casa de
Cornish (New Hampshire, N.Y.), a donde se había retirado, durante las últimas
décadas, protegiéndose del mundo exterior y mostrando un especial interés por
el budismo zen.
El biógrafo Ian Hamilton emprendió en
1983 lo que después resultaría una ímproba empresa: el recuento de la vida
literaria de uno de los escritores más leídos del siglo XX norteamericano, pero
también el más oculto por una voluntaria reclusión que se extendería a lo largo
de más de cincuenta años hasta su muerte acaecida el 27 de enero de 2010.
Hamilton le comunicó al escritor J. D. Salinger que se proponía realizar un
estudio sobre su «vida y su obra» y que acudiría a su casa de Cornish (New
Hampshire, N.Y.) para formularle algunas de las preguntas o si, en su defecto,
prefería que se las hiciera llegar por correo. Al mismo tiempo le señalaba que
los escasos y fragmentarios «hechos» relacionados con su vida publicados hasta
entonces, resultaban a menudo contradictorios y, por consiguiente, necesarios
de aclarar y justificar para el futuro de su obra por lo que apelaba a su
consideración para que él pusiera orden a la misma.
Según Hamilton, desde siempre
Salinger había sentido un profundo desprecio por las «biografías literarias»,
incluso por sus editores con los que no había tenido contacto alguno durante
las dos últimas décadas tras la publicación de Levantad, carpinteros, la
viga del tejado y Seymour, una introducción (1963). El biógrafo utilizó
todas sus armas para que el novelista contestara negativamente a su
requerimiento puesto que, en ningún momento, el crítico se había planteado una
biografía convencional y sus continuos rechazos constituían el experimento de
un triunfo posterior. Aunque con respecto a una vida ordinaria era alguien
invisible, desde el punto de vista literario seguía siendo una fuerza mítica en
plena actividad. Era un personaje famoso, precisamente por no querer ser
famoso. El guardián entre el centeno (1951) seguía ejerciendo una
seducción incomparable en los jóvenes lectores de las generaciones posteriores
a su publicación. El resultado final, el documento, que Hamilton publicó en
1988 con el título de En busca de J.D. Salinger, nos introduce en la
infancia neoyorkina del escritor, sus años adolescentes en la Academia Militar
de Valley Forge, su sorprendente carrera militar y participación en la Segunda Guerra
Mundial, sus amistades más íntimas y sus primeros amores, sus éxitos literarios
en la revista New Yorker, su súbita y arrolladora fama y, finalmente, su
reacción ante esta fama.
La
gran tradición
La novela americana que se desarrolló
después de 1945, tras la gran guerra, fue en muchos sentidos diferente de la
obra de sus predecesores inmediatos, tanto en la descripción de vastos paisajes
míticos, como en esa cierta tendencia pastoral que había abundado en el
modernismo norteamericano. Alejados de Hemingway, Faulkner, Fitzgerald o Dos
Passos, incluso de la ficción judía-americana, para centrarse en un realismo
urbano o el descubrimiento de los procesos literarios en desarrollo en Europa,
esa conocida tendencia a un realismo con matices existencialistas y, sobre
todo, conceptos del mundo del absurdo. En este sentido, los libros de J.D. Salinger, por
consiguiente, se dirigen a un público de un gran refinamiento. Su prosa, su
narrativa casa muy bien con la urbanidad y sofisticación de la época con los
artículos de fondo publicados por The New Yorker sobre personajes y
ciencia, sobre fiestas y ocio, sobre el mundo del vestido o de las bebidas. Una
novela como El guardián entre el centeno se aleja de su modelo Las
aventuras de Huckleberry Finn porque el protagonista de Twain contempla el
mundo a su manera; mientras que el de Salinger se muestra en su aspecto
exterior e interior para que parezca tan imaginativo como su precedente, aunque
los conocimientos de Holden se concretan en la visión y conocimientos que un simpático muchacho de
escuela pueda obtener: profesores, padres, taxistas, o incluso ascensoristas, y
pertenece, además, a un ambiente familiar donde aún la comunión, la comprensión
y la lealtad son posibles, mientras se mantengan al margen de ese mundo
corrupto. Holden contempla el mundo con los ojos de un muchacho de su edad, al
tiempo que se compadece de aquellos personajes a quienes desprecia. Siente un
especial cariño por su hermana Phoebe, hacia Allie, su hermano muerto, y a su
otro hermano, D.B. escritor en Hollywood. Lo mismo que los protagonista de Franny
y Zooey (1961), los Glass, la familia Caulfield ambienta su vida en el
orden, la comprensión y la lealtad, actitudes aún posibles mientras se
mantengan al margen de ese mundo exterior que se viene desmoronando. Los dos
relatos publicados por Salinger bajo el título de dos de los hermanos Glass,
están ambientadas en el Manhattan de 1955 y forman parte de esa saga familiar
que ya había aparecido en Nueve cuentos (1953) y, reaparecerá,
posteriormente en Levantad, carpinteros, la viga del tejado (1963), Seymour:
una introducción (1963) o Hapworth 16, 1924 (1965), este último
publicado en una revista. En realidad, Buddy Glass contará las dos historias:
la primera, está protagonizada por Franny, estudiante en una famosa escuela de
arte femenina, que se siente desencantada y engañada por el egoísmo reinante a
su alrededor; la segunda historia, la protagoniza Zooey, su hermano, cinco años
mayor que ella, pero un superdotado que le brinda su ayuda cuando la joven cae
en una terrible y profunda depresión. La angustia y la inseguridad emocional
vuelven a ser importantes en este libro, como ya lo había ensayado Salinger en El
guardián entre el centeno. Su siguiente obra, Levantad, carpinteros, la
viga del tejado y Seymour: una introducción (1963), también está
formada por dos relatos, publicados anteriormente en la revista The New
Yorker y cuenta como Buddy está realizando el servicio militar durante la II Guerra Mundial y
obtiene un permiso para la boda de su hermano Seymour, con su prometida,
Muriel. Pero su hermano no se presenta a la boda y Buddy debe afrontar las
especulaciones en torno a su hermano. La segunda historia es, en realidad, un
monólogo interior en el que Buddy Glass habla de su hermano y de su mundo,
además de algunos otros miembros de la familia y los eternos temas del narrador
norteamericano: el budismo, la filosofía hindú, que esconden abundantes
referencias biográficas. Inmediatamente después del éxito de su primera novela,
Salinger publicó Nueve cuentos (1953), donde se incluyen dos de sus
relatos más famosos, «Para Esmé, con amor y sordidez» y «Un día perfecto para
el pez banana», protagonizado por Seymour Glass y cuyo carácter, inconformista
y pesimista, queda de manifiesto, alterego del propio autor.
Biografía
Jerome David Salinger nació el 1 de enero
de 1919. Su padre, Sol Salinger, era oriundo de Cleveland, Ohio, y se dice hijo
de un rabino, pero se apartó de la ortodoxia judía lo bastante como para
hacerse importador de jamones y casarse con una gentil, la escocesa Marie
Jillich, quien cambió su nombre por el de Miriam para estar más a tono con la
familia de su marido. Aunque, según Hamilton, casi nada de esto era verdad: Sol
Salinger había trabajado para una empresa de Chicago que importaba quesos,
regentada, además, por italianos y cuando el biógrafo acudió a ellos, estos le
comentaron que acudiera a su chico, al parecer escritor: Jerry Solomon Salinger
había muerto en los setenta, se había trasladado muy joven a Nueva York, y su
vida, en general, había sido muy inquieta porque, entre 1919 y 1928, se habían
mudado tres veces hacia el sur de N.Y., como lo constata en sus posteriores
textos el propio Jerome. William Maxwell habla, en 1951, de «Una infancia
neoyorkina como una singular experiencia. Entre otras cosas, los lugares
notables tienen una connotación diferente. De chico, Jerry Salinger jugó en las
escalinatas de edificios públicos que cualquiera no nacido en Nueva York
reconocería y de los que él ignoraba el nombre. Anduvo en bicicleta por Central
Park. Se cayó en La
Laguna. Macy´s y Gimbels, esos casi deificados grandes
almacenes, equivalen para él a la sección de juguetes en Navidad. Park Avenue
significa coger un taxi para ir a la estación ferroviaria Grand Central al
comienzo de las vacaciones». En 1939 se matriculó en la Universidad de
Columbia y escribió críticas de cine para una revista juvenil. Poco después
empezó su trayectoria literaria publicando en revistas de Nueva York: Story,
Saturday Evening Post, Esquire y The New Yorker. Se alistó
voluntario en la
Segunda Guerra Mundial y participó en 1944 en el desembarco
aliado de Normandía. Testigo de los horrores del combate por toda Europa
escribió algunos de sus mejores cuentos que después reuniría en Nueve
Cuentos (1953). Se casaría dos veces y dos veces se divorciaría, hasta
retirarse voluntariamente en 1967
a su granja en Cornish (New Hampshire), donde siguió
escribiendo historias que nunca ha publicado.
Mi
verdad
Joyce Maynard, en la introducción a su
libro Mi verdad (1998, existe edición española en Circe, 2000),
escribió: «Cuando yo tenía dieciocho años escribí un artículo para una revista
que cambió mi vida. Llevaba por título: «Una chica de dieciocho años contempla
la vida». Se publicó en The New York Times Magazine con una fotografía
mía en la cubierta de la revista. En él describía qué significaba hacerse
adulto en los años setenta y manifestaba una honda sensación de cansancio y
alienación del mundo. Hablaba de mi deseo de irme a vivir al campo y de
apartarme del mundo. «El retiro me suena tentador», escribía.
Entre los centenares de cartas que recibí
tras la publicación del artículo una revelaba una profunda apreciación de mi
escrito y la preocupación de que en años venideros pudiera haber quien quisiera
explotarme. La persona que la escribió fue J.D. Salinger desde su casa de campo
situada en lo alto de una colina, donde se había retirado hacía muchos años.
Aquella primavera me embarqué en
un correspondencia con Salinger. Me enamoré de la voz que escuché en sus cartas
y, así que terminó el curso, le hice una visita. A los pocos meses abandoné los
estudios y me instalé a vivir con él. Pasé la mayor parte de aquel año viviendo
con él en un extraño aislamiento, trabajando en un libro y convencida —a pesar
de los treinta y cinco años de diferencia que nos llevábamos— de que estaríamos
siempre juntos. Poco antes de la publicación de mi libro Mirando hacia
atrás, en primavera, J.D. Salinger me echó de su casa. Yo seguía
desesperadamente enamorada de él». Ella misma subastaría la cartas que Salinger
le había escrito durante su relación, hecho que provocaría un nuevo escándalo
al poner de manifiesto relaciones con aspirantes femeninas a escritoras durante
buena parte de su vida. Maynard termina su libro asegurando: «Si vendí la
cartas no fue por venganza, tampoco una lealtad llevada hasta sus extremos me
impidió venderlas. Las vendí porque creo que estarán mejor en manos de alguien
cuyo aprecio de Salinger se base en un comprensible amor a su prosa que en la
de alguien que cometió el caro error de vivir fantasías que es mejor dejar para
la literatura». En el año 2002 se publicaron más de ochenta a Salinger escritas
por escritores, críticos y admiradores. Lo cierto es que Salinger no dejó de
escribir durante sus años de reclusión. «Hay una paz maravillosa en no
publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida
privada. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo sólo para mí mismo y
para mi propio placer», dijo el escritor en una de las escasas entrevistas
publicada por Lacey Fosburgh en The New
York Times, en noviembre de 1974.
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