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CRÓNICA
DE UN MADRID ESPECTRAL
La “Trilogía instantánea de Madrid” de Esther García
Llovet
La narradora malagueña, Esther García
Llovet, ha sido capaz de crear un Madrid a su medida; o quizá a la medida de su
poética narrativa, elaborada de profundas resonancias a partir de la
simplicidad del significado. En su novela, Coda (2003), describía una
atmósfera asfixiante para sus personajes, convertidos en seres sujetos a
códigos no establecidos, y cuyas relaciones cruzadas constataban que existe una
sociedad suburbana de tintes tan inquietantes como imprevisibles, y forman parte
de un cotidiano vivir en nuestras ciudades. La estructura y el desarrollo de
las seis historias contadas en este libro ofrecen la visión de una travesía
permanente, y el texto queda dividido en indicadores kilométricos que van, de
una manera aleatoria, desde el 17 para terminar en el 0. Los personajes de
estos seis capítulos tratan de resolver sus conflictos sin que sus esfuerzos
terminen bien o, al menos, de una manera satisfactoria. Llegamos a sus
problemas cuando éstos ya están en marcha.
Con la novela Cómo dejar
de escribir (2017) iniciaba todo un ciclo urbano, y su personaje protagonista
quiere, mientras deambula por los barrios más anónimos de un Madrid reconocible,
encontrar un manuscrito perdido de su padre fallecido años atrás, al tiempo que
se propone reconstruir su figura escribiendo una biografía de la que apenas si
lleva redactada media página. El curioso personaje se cruza en su deambular con
tipos igualmente extravagantes y grotescos: el expresidiario Curto, un parado
de larga duración que ejerce de jardinero, Claudia la chica pija o la extraña
pareja de Los Maridos que forman Pato y Carnicero; todos coinciden en numerosos
espacios cutres, calles que huelen a meadas de perro, bares con olor a
fritanga, pero también se pasean por fiestas de gente acomodada, desde Arturo
Soria a Sol, donde abundan las drogas y el ambiente sórdido.
Esther García Llovet (Málaga, 1963) en su nueva entrega, Sánchez (2019), vuelve a retratar un Madrid de extrarradio,
fantasmagórico, y tan crudamente real como donde surge lo inesperado. Sánchez
es un perdedor que nos sumerge en los bajos fondos madrileños, y por afinidad
temática esta nueva entrega se convierte en la segunda parte de esa “Trilogía
instantánea” de Madrid, que García Llovet iniciaba en Cómo dejar de escribir.
Nikki, la narradora, sabe quién es su
exnovio Sánchez, y por eso tiene la suerte de ser testigo de lo que ve, siente
y no siente este curioso personaje empeñado en venderle un galgo de carreras,
que no tiene, a una italiana; también, se asoma a este escenario Beltrán, un
pijo con tentaciones peligrosas, y a quien intentan separar de Cromwell, el
galgo. Los protagonistas de esta novela son delincuentes de medio pelo que se
buscan la vida a base de hurtos, de algunos trapicheos, de butrones y de timbas
de cuatro días. No existe glamour o encanto alguno en sus vidas, aunque de la
mano de la narradora todo lo que envuelve a la historia se percibe como una obra
tremendamente poética. Quizá porque García Llovet es la reina de la elipsis y
de la metáfora, de la hermosura figurativa, en definitiva, aunque sobre todo
porque la precisión de su prosa contrasta con la dureza que nos describen sus
textos. Esta novela se convierte en una auténtica road movie, pero de corte muy castizo, en la que los protagonistas
buscan desesperadamente en la noche madrileña un pedazo de cielo que nunca les
va a llegar. Y un tema que abunda en las páginas de esta breve pero intensa
narración, es la sensación de peligro constante, una auténtica trama de novela
negra que García Llovet sustenta en casi todos los personajes creados con sus
desgracias y su suerte y para quienes, como la vida misma, apenas si logran
sobrevivir porque todo está en la naturaleza de las cosas, y poco o nada más
podemos añadir porque su vida raya en lo siniestro en ocasiones en lo
fantasmagórico y lo sobrenatural.
Esther
García Llovet, Sánchez; Barcelona, Anagrama, 2019.
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