Hoy
invito a…
Amaneceres
Penitencia
Una vez pasada
la Semana Santa,
realizadas las penitencias oportunas, estrenado el traje comprado para la
ocasión y digeridas las torrijas calentitas de la abuela, recuerdo los cambios
tan abismales que han dado los tiempos en la celebración de esta cristiana
fiesta. El Viernes Santo no se podían tocar las campanas y se convocaba a los
fieles por medio de carracas que los monaguillos hacían sonar por las calles,
las salas de fiesta, los circos y los teatros eran cerrados estrictamente en
señal de luto y de duelo. Esperábamos ansiosos la celebración de la Vigilia Pascual
para poder cantar, bailar, salir a la calle y comernos la famosa mona en el
esperado domingo de las meriendas.
Hoy casi todo
ha cambiado, pero está claro que cada uno seguimos cumpliendo nuestra íntima y
particular penitencia, esa que la vida nos ha puesto en el camino, como una
mochila viajera cargada de dudosos y desconocidos vericuetos.
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