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AMADO
TOMEO
La brevedad le sienta bien a la
literatura del escritor Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1931). Su última
entrega, Los nuevos inquisidores (2004), un extenso libro recopilatorio
de relatos, ofrece algunos de los mejores de sus colecciones anteriores,
recupera otros de publicaciones periódicas y corrige bastantes de ellos aunque
también ofrece, en igual medida, inéditos que corroboran su filiación al
género, incluido el microrrelato. La crítica ha coincidido, desde siempre, que
su forma de concebir el mundo ofrece la visión de una realidad poblada de seres
solitarios y frustrados, con aspectos cuestionables del hombre y de la sociedad contemporánea, dotando sus
invenciones con abundantes dosis de un dramatismo perceptible, aunque esta
hiriente característica quedaría compensada por ese humor absurdo que impregna
sus páginas. La visión de la vida de sus personajes, tan esquemática como
arbitraria, otorga al lector la capacidad, en alguna medida, de sentirse
identificado con lo irracional que pueda parecer su planteamiento.
Los materiales que utiliza Tomeo para
contar sus historias, el tono y el enfoque, el ritmo y la atmósfera, las tramas
y los paisajes, el eco de sus voces, el pálpito de una ciudad que es donde se
desarrollan las mayoría de narraciones o de un pueblo, ofrecen tanta diversidad
como aquella visión amplia que nos proporciona la literatura universal y como
la que tiene el propio autor. Sus cuentos forman parte de la mitología, del
mundo de la fábula, la parábola o las sentencias, de relatos infantiles con sus
personajes característicos, incluidos los animales, o las abundantísimas referencias
al expresionismo estético de Kafka, de la iconografía de Buñuel, de los negros
y grises de Solana o las greguerías de Gómez de la Serna, por citar autores que
me interesan destacar en la literatura de Tomeo y que proporcionan al autor
todos los guiños posibles para dejar constancia de su irreverencia narrativa.
Todos los temas característicos de la obra de Javier Tomeo se encuentran
representados en estos sesenta y nueve cuentos, divididos en cinco grandes
apartados, con un desigual número de relatos, pero que reproducen esa variedad
temática que antes apuntábamos, la soledad, la esperanza, la piedad o la
crueldad del ser humano, la infancia y los recuerdos personales de un pasado
vivido, además de una visión onírica y absurda de las cosas.
Dilatados en el tiempo, desde una ya
lejana década de los 1950 y hasta nuestros días, no hay necesidad de fecharlos
en estas últimas tres décadas porque la evolución experimentada en la obra
breve de Tomeo sugiere ya algunas de sus etapas cerradas y bastantes
procedimientos esgrimidos en la elaboración de muchos de estos cuentos, porque
muestran, sobre todo, ese fondo alegórico de nuestra condición. Nadie debe
perderse, entre otros, uno de los más extensos, «Conspiración galáctica»,
aunque no debe dejar pasar el titulado «Noche de estreno» o, aún más, «La niña
bigotuda».
LOS
NUEVOS INQUISIDORES
Javier
Tomeo
Barcelona,
Alpha Decay, 2004
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