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AURORA BOREAL
Los
países del Norte están de moda, su literatura inunda nuestras librerías, nos
llega una narrativa que mezcla el relato policíaco y de intriga, e incluye
brutales crímenes y asesinatos. Pero son historias diferentes, con paisajes
idílicos donde hace mucho frío y la nieve se cubre de sangre. La saga Milenium,
de Stieg Larsson ha provocado una inusitada fiebre lectora que ha llevado a su
trilogía a permanecer durante bastantes semanas en las listas de los libros más
vendidos. Sin duda, habrá elevado el porcentaje de lectores en un país donde
los hábitos de lectura oscilan entre el 50 y el 52%. Habrá que revisar, por
consiguiente, esos datos tras el verano. Y lo mejor de todo, otros autores se
han ido sumando al fenómeno, otras editoriales han apostado por obras que
plantean situaciones de intriga semejantes, algo que por otra parte no es
ninguna novedad porque en la historia literaria están los nombres universales
de no pocos cultivadores de novela negra. Tusquets apostó hace años por un
desconocido Henning Mankell cuya obra ha sido, prácticamente, publicada por la
editorial barcelonesa, y suma y sigue la lista, en las librerías españolas con
los nombres de Jo Nesbo, Karin Fossum, Anne Holt, Camila Läckberg o Jean
Lapidus, entre otros suecos, finlandeses, daneses, noruegos, incluso
islandeses. La editorial catalana Seix-Barral arriesga con Åsa Larsson que
publicaba en su país, Suecia, Aurora boreal (2003), una novela por la
que le concedieron el Premio de la Asociación de Escritores Suecos de Novela Negra a
la Mejor Primera
Novela, y que fue llevada al cine con el título de Solstorm (2007),
dirigida por Leif Lindblom; en nuestro va por la 6ª reimpresión desde su
aparición en el mes de mayo.
Aurora boreal es una novela de
intriga con crimen incluido, pero a medida que se avanza leyendo el lector
percibe muy pronto que a la autora le importan más el entorno, las
circunstancias y las motivaciones de un brutal asesinato, incluso el carácter
de toda una singular galería de personajes, que la propia historia para
desvelar el horrendo crimen en sí. No obstante, se trata de una investigación
policial como aparece al comienzo del libro, en su sentido más clásico, se
siguen unas primeras pistas, y posteriormente se incorpora el personaje más
carismático del relato, la abogada Rebecka Martinsson, reconocida jurista en un
bufete de Estocolmo, que regresa a su ciudad natal, Kiruna, requerida por la
hermana de la víctima para colaborar en la investigación sobre el crimen de su
hermano Viktor Strandgärd. Ambientada en el norte de Suecia, todo cuanto allí
ocurre ofrece la temperatura y la ambientación más nórdica: es el mes de
febrero y casi siempre de noche, con un clima durísimo que impone una nieve
permanente, las casas están muy alejadas unas de otras, las distancias son muy
largas, y sus habitantes tan poco comunicativos que la narradora los convertirá
en personajes con muchas dificultades para expresar sus sentimientos, motivados
quizá por su aislamiento, por su condición social de divorciados y de
escépticos, quizá porque casi todos parecen ocultar un secreto de su pasado. Y
mucho de todo eso esconde el grupo religioso más carismático de la localidad,
ubicado en la Iglesia
de Cristal, lugar donde uno de sus líderes ha sido asesinado y su hermana
resulta la principal sospechosa, aunque en torno al hecho y las circunstancias
todos se encierran en un mutismo que para nada ayuda en la investigación. La
novela se convierte así, en un excelente ensayo sobre el silencio y, tal vez,
con esos abundantes silencios, los de la congregación, los vecinos y amigos, e
incluso los de la hermana y de los padres de la víctima, la autora nos hace que
sospechemos de cualquiera de los personajes que van apareciendo en su relato; y
al mismo tiempo que esboza una peculiar trama, traza, además, el retrato
sociológico de un país desconocido para el lector mediterráneo que, enseguida,
sospecha que allí todo es diferente, aunque posible como en el resto del
hemisferio Sur. Un profundo misticismo recorre toda la historia, salpicada de
citas bíblicas, cánticos en alabanza del Señor y apoteosis varias en un país donde
el luteranismo se impone en gran parte del territorio, aunque coexisten
numerosas iglesias protestantes donde la asistencia a los servicios es muy
numerosa: en la historia tres pastores y un consejo de ancianos, de una
evidente imaginaria secta, dominan a sus fieles con un puritanismo sofocante,
aunque paralelamente esconden oscuras transacciones económicas importantes, y
se incluyen abusos sexuales y están manchados de sangre, pero muy pronto se
verán amenazados con la presencia de la joven abogada, que actúa en complicidad
con uno de los personajes más agradables de la novela, la inspectora Anna-María
Mella, peculiar por lenguaje y no menos por sus averiguaciones, y sobre todo
por su avanzado estado de gestación y su alumbramiento próximo, como así ocurre
al final de la novela.
El ritmo que Åsa Larsson otorga a Aurora
boreal es adecuado, fluye la acción en cada página, pese a la frialdad de
la ambientación, los diálogos son excelentes, calculados e inteligentes, hecho
que nos permite seguir leyendo sin que en ningún momento pensemos que la
historia, pese a disquisiciones y demoras de la propia investigación, pueda
hacernos desfallecer en algún momento de su lectura.
AURORA BOREAL
Åsa
Larsson
Barcelona,
Seix-Barral, 2009; 300 págs.
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