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EL DUEÑO DE LAS SOMBRAS
Durante
estos últimos años he llegado a una extraña conclusión o, mejor, a una
convicción que me produce perturbadores pensamientos como, por ejemplo, deducir
que, Care Santos (Mataró, Barcelona, 1970), pacta con el diablo o se sirve de
alguna extraña pócima capaz de alargar las horas de su cotidiano convivir y
aguantar durante horas delante del ordenador. Y llego a esta conclusión,
primero por su capacidad de trabajo y la consecuente cantidad de libros
publicados hasta el momento, y segundo por la variedad temática de sus obras.
Lo afirmo porque cada entrega suya supone una nueva apuesta narrativa y, en esta
ocasión, siembra un total desconcierto entre sus lectores con una novela de
terror, El dueño de las sombras (2006), mezcla entre el género gótico y
la fantasía lovecraftiana, en el mejor sentido que pueda suponerse a una
imitación temática que se remontaría a nuestro siglo XIX, poblado de leyendas y
fantasías acerca de lo sobrenatural, en realidad un mundo en el que el hombre
piensa, de alguna manera, ser salvado por seres superiores y en circunstancias
que nada tienen que ver con su entorno más próximo.
La justificación o explicación de la
novela se lee en las primeras cien páginas, cuando cada uno de los personajes,
capítulo a capítulo, se van presentando para que el lector comprenda que lo
contado hasta el momento tiene una base científica o, al menos, creíble. Es
decir, capaz de justificar la muerte de una joven imprudente al caer en un
viejo pozo, suceso que además, la narradora lo convierte en literatura
reproduciendo la leyenda de lo que aconteció en la localidad de Layana cuando
una joven aldeana, cansada de acarrear agua desde un lejano río, invocó al
mismísimo Príncipe de los Infiernos para que le construyera un pozo en el
jardín mismo de su casa con la única condición que debería hacerlo en un plazo
mínimo de una noche, antes de que al alba cantara el gallo. Una vez realizado
el pacto, engañado por la joven, el Amo del Averno, dejó su empresa sin
terminar y se esfumó del lugar aunque alguien asegura que el maligno juró
venganza contra las generaciones de jóvenes de toda esta familia cuando estas
cumplieran los diecisiete años.
Con semejante argumento, Care Santos,
articula su relato en torno a las extrañas circunstancias que llevarán a la
muerte a todas las primogénitas de la familia Albás, miembros que la Sombra se irá llevando el
mismo día de su cumpleaños. La novela se inicia con la desaparición de la
pequeña Natalia durante una excursión en la sierra cuando solo contaba apenas
tres años de edad para reaparecer unos días más tarde sin apenas signos de daño
alguno. Su hermana Rebeca, adolescente, será dada por muerta años más tarde y
la investigación que inicia el joven novio Bernal y los mensajes que la propia
Rebeca irá enviando desde la otra orilla matizarán el argumento de un relato
sorprendente en el que el lector va descubriendo los pormenores de toda la
historia, la presente y la pasada, en una articulada puesta en escena que debe
mucho al cine de terror y/o a las propias historias del mejor Stephen King,
aunque con la sabiduría de la mejor prosa de Care Santos que en esta novela,
tan compleja como bien estructurada, cuenta con toda una tradición decimonónica
europea detrás.
El Señor de las Tinieblas se convertirá
en uno de los protagonistas de la historia, como el todopoderoso que a lo largo
de los años irá dejando su huella en la familia Albás, pero, al mismo tiempo,
otras voces se irán sumando al relato en las tres partes de las que se compone
la novela: una primera, cercana y de actualidad, detonante de la situación a
contar, una segunda que repasa el árbol genealógico de los Albás para ir
justificando, así, uno por uno los pormenores de los acontecimientos de los
últimos miembros de la familia, hasta llegar a Cosme y Fede y a sus hijas
Rebeca y Natalia; y una, no menos, extensa tercera parte ofrece al lector la
imagen de Eblus, un interesante recorrido por el mundo de las tinieblas
o el de los seres de una belleza bestial. Así la narradora despliega ante el
lector toda una nómina de criaturas que desde siempre han poblado el mundo de la Oscuridad o lo que
comúnmente denominamos, demonios, sobre todo el denominado Príncipe de la Tinieblas, Señor de lo
Oscuro, Rey del Averno, Ángel Caído, Anticristo, aunque más conocido por
Satanás, Lucifer, Mefistófeles, Astarot, Asmodeo, Leviatán, Belcebú o Luzbel, y
se añaden otras denominaciones que se refieren al protagonista del relato, un
djinn que aspira a convertirse en Señor Absoluto del Mal, una actitud que según
la narradora Care Santos suele ocurrirle a los humanos, en cierto modo una
denostada lucha por esa capacidad de liderazgo como raza ambiciosa. La carrera
meteórica de la criatura se explica en esta documentada parte, desde duende de
bosque, genio rector, hasta convertirse en un verdadero demonio, después de
haber servido durante más de quinientos años al Gran maestro Dantalián, para así
llegar a doblegar la voluntad de los humanos puesto que se trata de «un ser
celoso, vengador y lleno de indignación que guarda enojo de sus enemigos y
jamás tiene por inocente al culpable». Un extenso capítulo para justificar y
cerrar el círculo iniciado casi doscientos años antes y, tal vez, romper esa
cadena de sacrificios.
La novela El dueño de las sombras empieza
a leerse con un trepidante interés que anima al lector en su necesidad de saber
más en una primera parte extensa, ritmo que no decae en ningún momento, los
personajes, adolescentes, mundo que bien conoce la autora, se mueven por el
escenario sombrío de una desconocida maldición con soltura y están bien
perfilados. Se dosifica en la segunda por la exposición de los hechos de los
antecedentes familiares, en unos pormenorizados capítulos que llevan por
títulos los nombres de sus protagonistas, y una tercera parte ofrece la
posibilidad de ejercitarnos en el arte de las tinieblas con una abundante
documentación sobre los pormenores con que cuenta el mundo de lo sobrenatural y
además, sistemática y reiteradamente, la sombra se hace dueño de nuestra
voluntad cuando, de vez en cuando, se intercala un reflexión que nos anima a
seguir leyendo. Y así concluimos una novela cuya última palabra, cuya último
precepto, viene dictado por ese Superior que doblega nuestra voluntad.
EL
DUEÑO DE LAS SOMBRAS
Care
Santos
Ediciones
B, Barcelona, 2006; 432 págs
Me encantó el libro de esta escritora El Circuito de Montecarlo. Lo recomiendo.
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