José
Antonio Sáez
El escritor y crítico literario Pedro M.
Domene (Huércal-Overa, Almería, 1954) ha publicado su cuarta novela, El
secreto de las beguinas (Madrid, Trifaldi, 2016), en un proceso de
maduración estilística digno de ser apreciado y estimado. Tras una primera
entrega Después de Praga nada fue igual (2004), que mereció el II premio
de novela juvenil Los Pedroches y que fuera publicada por editorial Anaya, de
la cual se han realizado dos ediciones hasta el momento; vino después Conexión
Helsinki (2009), aparecida en la misma editorial, y posteriormente Las
ratas del Titanic (2014); todas ellas dirigidas esencialmente a los
lectores más jóvenes. En esta cuarta novela, que yo calificaría de “novela
puente”, en cuanto puede observarse en ella un cambio sustancial respecto a la
trama narrativa, que se complica notablemente y que la sitúa en el ámbito de un
público lector mucho más amplio que el juvenil; al igual que un lenguaje urdido
con voluntad de estilo, tanto más pulido y trabajado que en sus entregas
anteriores.
El nexo de unión o el hilo conductor con
sus novelas juveniles anteriores radica en los personajes de los dos hermanos
viajeros que se deciden a emprender una investigación sobre un suceso acaecido
en la ciudad de Brujas en el siglo XVII: el auto de fe seguido contra una forma
de vida, elegida por algunas mujeres ya desde el siglo XII, que decidían
libremente vivir en comunidad en un beguinato, declarados patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998 (manzana de
casas unidas con un patio central y bajo la autoridad de una supervisora, pero
sin formar parte de ninguna congregación religiosa ni, por supuesto, realizar
votos). Estas mujeres atendían a enfermos y desamparados, regentaban escuelas y
orfanatos, a la par que vivían de su trabajo relacionado con la lana, el
bordado, etc. Los sindicatos recelaban de ellas porque entraban en competencia
para ellos desleal y la iglesia católica las miraba también con recelo porque
no estaban sometidas a ninguna autoridad eclesiástica ni masculina. Pues bien,
durante el sitio de Ostende, un capitán español cae herido de gravedad y es
acogido en el beguinato de Brujas. Allí es atendido por Elisabeth, una joven
casada que ha sido confiada al beguinato por su esposo durante una larga
estancia de éste fuera de la ciudad y con la que al parecer huye el capitán,
tras el proceso inquisitorial que se les sigue a las beguinas y por el que
fueron llevadas a la hoguera, tras ser cruelmente torturadas.
Estas mujeres, para algunos sospechosas
de dejar morir a los soldados españoles que llegaban heridos, acusadas de
brujería y de invocar al diablo por la inquisición, han seguido existiendo a
pesar de persecuciones y devenires históricos hasta el año 2013, en que
falleció en Bélgica su última representante.
Aparentemente, la trama sigue al menos
dos líneas narrativas fundamentales: una que podríamos llamar de investigación,
que corre a cargo de los dos hermanos, Diego y Jorge, narrada en primera
persona por un narrador autobiográfico, testigo y partícipe de la
investigación; y otra que podríamos calificar de histórica, basada en los
hechos acaecidos en 1604 en la ciudad de Brujas y en el sitio de Ostende; esta
segunda narrada en tercera persona por un narrador omnisciente. Personalmente,
no considero que esta novela pueda calificarse estrictamente de histórica,
aunque algo o mucho tiene de este subgénero narrativo. La trama se desarrolla
en 28 capítulos en que se alternan los dos tipos de narradores, de manera que
ello dota de amenidad a la lectura, pues se trata de una obra que se lee con
fluidez.
Por otro lado, el autor ha sabido
mantener el interés del lector hasta el final de la historia, desvelando muy
despaciosamente y en pequeñas dosis los detalles del “secreto” de que habla el
título de su obra. Ello puede conducirnos a pensar que su propósito era
escribir una novela de suspense o de intriga (también de ese subgénero reúne
características esta historia), dejando un tanto la resolución del final a la
imaginación del lector, para que éste saque sus propias conclusiones o realice
sus propias conjeturas, por ejemplo en lo que respecta a si el personaje de
Elisabeth huye finalmente con el capitán español. No todo queda definitivamente
resuelto, atado y bien atado, por decisión del autor, en la resolución del
conflicto, aunque sí suficientemente.
El secreto de las beguinas supone, a mi
juicio, un salto considerable respecto a las pretensiones narrativas y de
estilo en el escritor Pedro M. Domene, relacionado con la búsqueda de un
público lector más amplio que al que se había dirigido hasta su tercera entrega
narrativa. Y es, quizá, una novela puente, con un nivel de elaboración y rigor
mucho mayor que en sus tres entregas anteriores, pues supone un gran salto
entre las dos orillas de un posible público lector.
Publicado en La mirada ausente
jueves, 14 de julio de
2016
El
secreto de las beguinas
Pedro M.
Domene
Madrid,
Trifaldi, 2016
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