Reportajes de la Historia. Relatos de testigos directos sobre hechos
ocurridos en 26 siglos
La
reconstrucción de la realidad, o el estudio de la Historia considerada bajo
el tamiz de la literatura delimita hechos, tanto temporal como espacialmente,
aunque recrea detalles de un gran microcosmos. La mirada particular prevalece
sobre la panorámica expuesta, pero cuando se trata de trances o gestas no se
especula, jamás se fabrican sucesos, o se inventan lugares, ni se recrean
climas, se respeta la cronología, y cuando se advierte un fingido anonimato, se
traduce en una constatada fiabilidad. Maestra de la vida, nos aclara qué
sucedió en el pasado, cómo debemos vivir el presente y, en cierta manera,
preconiza nuestro futuro. Quizá por eso, sin que podamos desvirtuar el calificativo
de histórico para los acontecimientos y episodios contados en una obra de gran
calaje como Reportajes de la Historia. Relatos
de testigos directos sobre hechos ocurridos en 26 siglos (2010) y, pese a
que la objetividad de la obra resulte relativa, la fuerza del valor testimonial
de quienes estaban presentes durante los hechos o cerca de ellos, dejaría en un
segundo término la supuesta subjetividad que se le supone a la obra, porque el
trabajo tanto de Martín como Borja de Riquer, se fundamenta en recuperar
abundantes documentos de diferentes épocas, frente a la manipulación de actas o
informes esgrimida durante años por historiadores, para así reivindicar de esta
manera el papel del testigo y la veracidad de su relato.
Los
investigadores ofrecen en Reportajes de la Historia una amplia
panorámica con múltiples escenarios, crónicas periodísticas que regalan una
visión sobre aspectos históricos diversos, aunque como sabe el lector, la Historia y su
significado, es algo bastante más complejo que lo aparente narrado por los
testigos de los hechos con voz personal. El lector curioso agradecerá la
singularidad, la veracidad con que están contados porque quizá, como los
autores manifiestan, para relatar aspectos históricos no vale cualquier
reportero al uso. La obra, en dos volúmenes y casi 3.000 páginas, muestra una
visión parcial, algo evidente por la amplitud recogida en la selección,
manifiestamente subjetiva, aunque padre e hijo siguen estrictos criterios
literarios y explicativos en tan ambicioso recorrido por la historia de la humanidad: desde el verano de 430 a.C. cuando una terrible
epidemia de peste asoló Atenas, hasta los atentados terroristas del 11 de
septiembre del 2001, y año y medio después, cuando se produce la declaración de
guerra a Irak por el presidente Bush.
La
calidad literaria de los textos está asegurada, la erudición y la curiosidad de
los compiladores permiten que sobresalga por encima del testimonio, aunque no
deja de haber curiosos ejemplos de personajes metidos a periodistas ocasionales
que, con una mirada distinta, aportan una visión diferente de algunos hechos
importantes de la historia: Plinio el Joven, cuenta la lluvia de ceniza durante
la erupción del Vesubio, las descripciones de un cruzado, con la sangre hasta
los tobillos, tras la toma de Jerusalén, Marbor enumerando batallas: Austerlitz
y Eylau, una excepcional crónica de la
Rusia soviética, por H.G. Wells, el bombardeo de Berlín en
1943, descrito por Goebbels, o los informes de la caza de brujas en el senado
norteamericano, por un curioso Chaplin. La cuota femenina: la declaración de
Juana de Arco, las discordias entre cristianos y hugonotes, contado por
Margarita de Valois, el nacimiento de Alfonso XIII, a cargo de Eulalia de
Borbón, o la huida de una familia noble rusa, por María de Rusia, y, como
final, el informe oficial norteamericano sobre el 11S, y el contraste de un
testimonio periodístico contemporáneo, la Agencia Efe, en
primera línea de fuego, las primeras horas de la guerra e invasión de Irak, o
los ataques aéreos nocturnos del 20 de marzo de 2003, hasta la caía de Bagdad
poco después, el 9 de abril.
Martín de Riquer & Borja de Riquer; Reportajes
de la Historia;
Barcelona, Acantilado, 2010; 2 vols.
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