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QUERIDÍSIMA
MEMORIA
El mundo
de los sentimientos, una visión laberíntica de los mismos, la fuerza que otorga
el amor tras una auténtica entrega para justificar toda una vida, cuando uno
comprende que lo experimentado se concreta en esa suerte de espontaneidades que
producen las cosas; entonces, solo entonces, interpretamos que hemos llegado al
final de ese laberinto sentimental. Calificada por el jurado del Premio
Primavera de *viaje físico, sentimental y moral+ la novela, Camino de hierro (2007), de
Nativel Preciado, periodista y narradora, finalista del Planeta con El
egoísta (1999), habla sobre el valor de la intimidad, la libertad o las
múltiples facetas del amor.
Se
escribe para huir de una realidad, afirma la narradora al comienzo de su
relato, para vislumbrar el final de un camino de hierro que
supone recuperar la memoria. Paula, la protagonista, iniciará un doloroso
viaje, un triple recorrido personal que le llevará, en una primera
reivindicación, a la búsqueda del pasado, a un reencuentro familiar. De alguna
manera, la literatura como la vida, le ayudan tanto a olvidar como a
comprender, pero paralelamente vive con la esperanza de recuperar el amor de
Lucas, el marido ausente sin motivo alguno y, habitual en la prosa de Nativel
Preciado, el más importante de los tres recorridos, esa experiencia de búsqueda
personal para, finalizada la narración, reivindicar su propia autoestima. La
protagonista, inducida por una nota de su desaparecido marido, viajará a León,
con el encargo de reconstruir la historia del abuelo Román, detenido por las
tropas franquistas, encarcelado en San Marcos y fusilado en 1936. Una carta de
despedida a su familia será la pista a seguir. Paula llegará hasta el mismo
escenario del crimen, convertido en hotel, para entrevistarse con su anciana
tía Olvido, último eslabón vivo del ayer. La reconstrucción de ese pasado
constituye la mayor parte del relato: datos, documentos, recuerdos y
precisiones recompondrán el álbum familiar. Paralelamente, la narradora,
experimentará la sinrazón que conlleva la más absoluta soledad puesto que vive
la melancólica situación de un abandono conyugal y ansía noticias mientras
sobrevive a la investigación. Otros personajes irán surgiendo a lo largo de la
historia, los presentes: Rodrigo, esposo de una de sus primas; le ayudará en
sus pesquisas y dulcificará su estancia, aunque es alguien con un lóbrego
pasado en un relato de vencedores y vencidos; o las ausentes, como Francesca,
confidente y voz amiga. Todo orquestado en, sucesivos y excelentes, monólogos
que agudizan ese sentimiento de melancolía de toda la narración para
justificar, de alguna manera, la situación presente que vive Paula. Hasta que,
casi al final, recibe la llamada de su amado Lucas, retirado del mundo, en una
voluntariosa actitud para morir en paz. Los dos últimos capítulos certifican
esa continua referencia a una plenitud junto al esposo, cómplice y maestro, con
quien había soñado terminar su existencia. Podría tratarse de un canto a la
feminidad, a lo absoluto femenino, por esa capacidad ensayada de sobreponerse a
la desgracia y de enfrentarse a la epistemológica visión de las cosas que
recuerda a los relatos minuciosos y subjetivos de narradoras de la segunda
mitad del pasado siglo, por la evocación de un ambiente y de una vida
provincianas, el análisis íntimo de pocos personajes y un marco histórico,
familiar que conlleva un análisis sociológico.
Las
referencias autobiográficas en Camino de hierro se evidencian por un
relato salpicado de versos, citas, títulos de películas, países y lugares donde
gozar con el amante. Una novela costumbrista de contenido ideológico que
informa sobre la contextura formal de una sociedad caduca, pero desvela una
hermosa historia de amor y de entrega que escenifica la particularidad de todo
un colectivo y ofrece al lector una solución tan personal como política,
conjuga toda una visión psicológica del mundo femenino, el mito cultural
feminista y el valor de la mujer ambivalente, que deja a un lado la propia
individuación por el melodrama de la existencia humana sin querer escribir una
historia de mujer.
Nativel Preciado; Camino de hierro; Madrid,
Espasa, 2007; 235 págs.
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