G
Genio
“El genio
es un rayo cuyo trueno se prolonga durante siglos”.
Knut
Hamsum
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Kafka con sombrero y familia en
Madrid
Kafka
murió a mediodía del 3 de junio de 1924; dejó de respirar y Dora Diamant, que
estaba a su lado, le cerró los ojos. Fue enterrado en Praga y Nelly, una
muchacha a quien un joven Kafka, escribió un día una carta siendo ella niña,
lloraba sola, ante su tumba, muy desconsolada porque la había perdido y,
además, sabía que ya nadie le escribiría una igual, y lo peor: empezaba a
olvidar lo que decía. En su tumba ha quedado una costumbre, depositar
piedrecitas y flores, y también algún escarabajo dibujado.
Kafka con sombrero
Jesús
Marchamalo (Madrid, 1960) ha escrito una minúscula visión de un Kafka
atormentado, y lo ha ilustrado aun mejor Antonio Santos (Huesca, 1955). Ambos
nos sumergen en el paraíso del checo que se pasaba las noches de su vida
escribiendo, según le contaba a su amada Felice Bauer, y de su imaginación
quedó para la
Historia Universal del Surrealismo Literario más absoluto,
obras como El proceso, El castillo, La metamorfosis, La condena, El fogonero… y
es así como debemos leer este Kafka con
sombrero (2015), la semblanza de un modesto empleado de la Mutualidad de Seguros y
Accidentes Laborales de Bohemia, donde convirtió a su mundo en algo minúsculo,
ordenado y confortable, hijo de un severo y autoritario Herrmann Kafka (primero
se quitaría una r y luego una n), propietario de un negocio de ropa y de Julia
Löwry, hija de una próspera familia, muy pronto sufrió la pérdida de sus
hermanos, Georg y Heinrich, aunque adoró a sus hermanas, Elli, Valli y Otla,
quienes años más tarde morirían en los campos de extermino que asolaron Europa,
Auschwitz, Dachau y Treblinka.
Tuvo,
también, tres tíos, Rudolf, Alfred y Siegfried. Su padre siempre lo comparó con
Rudolf, contable en la fábrica familiar, “acabarás como él”, solía decir;
Alfred, “su tío de Madrid” vivió en la Calle
Mayor, cerca de la
Puerta del Sol, y fue director de una importante empresa
ferroviaria; Siegfried, fue médico rural y aficionado naturista; con él pasó
unas inolvidables vacaciones en el verano de 1907. Encontró el amor y se
escribiría con Felice Bauer, Milena Jesenska, y terminó sus días con Dora
Diamant, y las cartas enviadas al último amor de su vida fueron requisadas por
los nazis en1933.
Checo Universal
La literatura para el escritor checo,
Franz Kafka, era «algo poco menos que sagrado, absoluto, algo ajeno a toda
forma de prevaricación, algo grande y puro». En realidad, un complemento
ideal de la vida. Su biografía pone de manifiesto que como escritor se
convierte en una verdadera aportación a su literatura. El propio Kafka no hizo
mención alguna a sus actividades literarias, que iniciaría allá por los años
1897 o 1898, hasta que en 1907 cursó una carta a Max Brod, a quien había
conocido cinco años antes, y al que ya le unía una gran amistad y a quien le
había confiado su abundante actividad literaria en diversas publicaciones, así
como algunos libros.
Lo que determina la escritura de Kafka es esa
necesidad absoluta de librarse de escribir página tras página. Lo mismo que las
voces, los gestos, los rostros que a diario observa el escritor deben ser
reducidos a la precisa sensación de la palabra, de la frase o del fragmento,
según el pulso riguroso que se le exige a la letra. Kafka escribe para vivir,
quizá por este motivo el paso de los hechos a la escritura, a la palabra, en
concreto, sirve para identificar la gravedad que sus textos presentan y para
percibir el sentido último que parecen augurar. Quizá por todo esto, nunca
llegaremos a saber si El castillo (1926) es una crítica metafórica del
poder o una simple novela de aventuras, con grandes dosis de humor, o incluso
si La metamorfosis (1915) es una simple novela realista o la
interpretación de una profunda pesadilla en un excelente tono literario,
incluso si El proceso (1916) encierra una burla a la moderna burocracia
bien conocida por el escritor.
Los autores
Jesús
Marchamalo (Madrid, 1960), escritor y periodista, ha desarrollado gran parte de
su carrera en Radio Nacional de España y Televisión española. Autor de La tienda de las palabras, 39 escritores y medio, Tocar los libros, Las bibliotecas perdidas y Donde
se guardan los libros.
Antonio
Santos (Huesca, 1955), ilustrador, escritor, escultor, pintor. Estudió Bellas
Artes en Barcelona, y ha realizado más de setenta exposiciones individuales. Ha
obtenido el Premio Daniel Gil al Mejor Libro Infantil, 2003 y el segundo Premio
Nacional de Ilustración, 2004.
Jesús
Marchamalo, Kafka con sombrero;
ilustrado
por Antonio Santos;
Madrid,
Nórdica Libros, 2015; 64 págs.
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