O
Oportunidad
“Las ocasiones son indiferentes,
no lo es el uso que se hace de ellas”.
Epicteto
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LAS SOMBRAS DE
ÁFRICA
El tráfico de
esclavos provocó estragos en África, y durante más de cuatro siglos se
convirtió en el comercio más lucrativo de todos los tiempos, además de
escenario de cruentas páginas de auténtica barbarie por la captura y posterior
venta de esclavos exportados a tierras lejanas, sobre todo al Nuevo Mundo donde
solían trabajar en las extensas plantaciones de sus amos blancos; otros nunca
llegaban a su destino, morían o eran arrojados al mar en las largas travesías,
hacinados en las bodegas de los barcos que los alejaban de los suyos allende de
los mares. En los siglos XVII, XVIII y XIX, en las selvas del Golfo de Guinea y
en el valle del río Zambeze, se desarrollaron auténticos estados militares con
base para el exclusivo comercio de esclavos. Este triste episodio está lo
suficientemente documentado, e investigadores como André Gunder Frank y Enrique
Peregalli, en sus estudios, cifran en millones los esclavos vendidos por todo
el mundo, y en América como el lugar de su destino principal.
La ficción narrativa ha
ilustrado y denunciado la esclavitud desde los tiempos de los conquistadores, así
Bartolomé de las Casas, o Alvar Núñez Cabeza de Vaca, escribieron sobre estos
abusos, el mulato cubano, Juan Francisco Manzano redactaría su propia, Autobiografía de un esclavo (1835) y
mucho después, la norteamericana Harriet Beecher Stowe recreó el ambiente negro
en La cabaña del Tío Tom (1852), Mark
Twain en Las aventuras de Huckleberry
Finn (1884) y, recientemente, y amparado por la fuerza del cine, Raíces (1976), de Alex Haley o Beloved (1987), de la nobel Toni
Morrison.
El tiempo, la fascinación y,
sobre todo, el hecho de volver siempre a estar pensando y sintiendo África, han
llevado a la joven narradora Bianca
Aparicio Vinsonneau (Alicante, 1983) a trazar en su primera
novela, Las sombras de África (2014),
un intenso viaje para desentrañar el más profundo de los sentimientos humanos,
el ansia de libertad de su protagonista Kofi, un joven arrancado de su aldea a
finales del XVIII y trasladado al Castillo de Cape Coast para ser embarcado y
vendido posteriormente como esclavo. Al hilo de la historia, Claudia Carpio,
una antropóloga es enviada a la
Costa de Oro para llevar a cabo una investigación y
desentrañar el contenido de unas cartas que un joven cautivo escribiera durante
su estancia en Cape Cost, y así la narradora alicantina alterna dos historias
paralelas que se entrecruzan para dejar constancia de un tiempo durante el cual
se maldijo, bajo el imperio del horror, el miedo y la barbarie, a la condición
humana y su derecho a la libertad, sobre todo cuando se concretaba en un
continente como África, y provenía de una superioridad blanca.
Las cartas de Kofi conforman una
auténtica tradición literaria clásica, esa especie de diario que un autor va
escribiendo para dejar constancia de aquellos aspectos que, en un determinado
momento de su vida, le interesan subrayar, en este caso, las vejaciones y el
largo cautiverio en el Castillo donde, pese a su condición de esclavo, consigue
salvarse con la ayuda de Mama Akosiwa y los buenos auspicios del Capitán
Hawkins, al mando del lugar, y quien detenta la única visión de humanidad
posible entre el horror reinante; todo, sin embargo, bajo la atenta de mirada
del gobernador Miles, monstruo a quien todos temen y de cuyas garras nadie
escapa; la destinataria de estas misivas, Araba, la mujer abandonada en el
poblado y a salvo del tráfico de esclavos, aunque el destino, según se va
leyendo, les jugará una mala pasada a ambos esposos. Este diario, se alterna con
la crónica, en el presente, de la antropóloga y de sus dificultades para
acceder a la documentación, y sobre todo los problemas iniciales con su enlace
en África, el profesor Akassie, tan enigmático y receloso con los blancos como
no imaginaba la joven, e igualmente distante como el continente negro. Poco a
poco, la confianza entre la joven investigadora española y el profesor, siempre
a la sombra de su maestro y erudito Oduro, convierten a este relato en una
misteriosa recreación de los acontecimientos históricos para averiguar la
verdad sobre los antepasados de Akassie y de cuanto ocurrió, realmente, en Cape
Coast.
Aparicio Vinsonneau teje, en
ambos relatos, una consciente incertidumbre que lleva a lector a no dejar en
ningún momento la lectura de Las sombras
de África, y cuida al detalle tanto el pasado de Kofi y sus confidencias,
con una prosa precisa y ajustada a la época, constatando el horror con abundantes
nimiedades aunque, en ocasiones, con esperanzadores deseos de sobrevivir para el
protagonista y el resto de los condenados, así como la ambientación y el rigor
histórico en lo narrado; al tiempo que la investigación de la joven Claudia se
ve envuelta cuando descubre un turbio pasado que debe desentrañar para llegar a
la verdad sobre el final de Kofi. Y así, a medida que transcurre su estancia
quedará fascinada por esa forma de entender esa parte del mundo y descubre la
riqueza y matices de la que esa tierra fértil ha sido despojada por los blancos
para así dejar constancia con su relato que existen otras realidades de cómo
los europeos vemos un continente como África.
LAS SOMBRAS DE
ÁFRICA
Bianca Aparicio Vinsonneau
Almería,
Círculo Rojo, 2014; 323 págs.
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