I
Inteligencia
“La inteligencia embellece a la
gente”.
Oriana
Fallaci
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MI CUERPO TAMBIÉN
Raquel Taranilla
(Barcelona, 1981) ha escrito un texto inteligente, preciso y alejado de un
sentimentalismo que provocaría en un curioso y atento lector ese registro que
supone rechazar cualquier texto de autoayuda al uso, porque en las páginas de Mi cuerpo también (2015) sobresale un
evidente alejamiento de las simplificaciones tanto psicológicas como
espirituales que caracterizan a esos textos señalados, eminentemente festivos,
o si pensamos en un sentido positivo, educativos. Taranilla va mucho más allá y
con una mirada crítica, y eminentemente ensayística va enumerando su
conocimiento y cubriendo cuantas trampas le va proporcionando la enfermedad
para así devolverle una mirada más analítica que crítica a la cuestión, y ser
capaz de construir así un discurso que, para ella, sea lo suficientemente
coherente como para desarrollar su teoría, su particular visión, clara y
esperanzadora, sobre el “lado de la salud” y “el lado de la enfermedad” que
conforman el libro completo. Y, también, de una manera racional y equitativa,
las historias de los primeros síntomas, las visitas médicas en ambulatorios y
consultas, diagnósticos iniciales y, una vez constatada la enfermedad, todo un
largo protocolo detallado tras conocer la verdad e iniciar todo el proceso de
extirpación, posterior recuperación, asimilación de todo lo pasado y
finalmente, ese azar o seguridad absoluta que lleva a la protagonista del
relato a un final esperanzador y feliz.
Sobresale esa mirada, la de la
joven a quien con 27 años se le diagnostica un linfoma no Hodgkin, y se obstina en soportar toda una larga lista
de protocolarios procedimientos médicos y clínicos, incluso el post cuando
todo, aparentemente, ha pasado y debe descubrir como parte de su vida se halla
después encerrada en una carpeta que tiene ante sí el médico. Paralelamente,
Taranilla despliega todo su potencial narrativo cuando empieza a contar sus
propias vivencias más íntimas, alternándolas con sus aventuras por asuntos
relacionados con su profesión de jurista, sus lecturas de poetas y filósofos,
toda una lista de escritores que, de alguna manera, se han visto relacionados
con la enfermedad, léase como ejemplo, Susan Sontag, pero también la poesía de
Sylvia Plath, el pensamiento de Michel Foucault o el magisterio de Eugenio
Trías. En definitiva, una pormenorizada reflexión sobre la enfermedad desde el
sabio registro y conocimiento de la más absoluta verdad que cuantifica el mundo
de la medicina, los medicamentos, su prescripción y adscripción, y sobre todo
los estados anímicos; la narradora, incluso, nos transmite los olores, los
especiales odoríferos que se desprenden de estar en una cama de hospital
rodeada de médicos y enfermeras cuando visitan y ensayan, según la propia
Taranilla, sobre su oncocuerpo cuyos residuos, al final del relato han
desaparecido. Y es así como habrá que ver, leer y degustar este Mi cuerpo también, un texto riguroso, medido
hasta el milímetro en su expresión y dotado de una prosa certera y ajustada
para un tema cruelmente verdadero pero que, a medida que uno avanza, sentencia
una historia con una sonrisa final porque el saber y la inteligencia, en esta
ocasión, vencen a la miseria humana: la enfermedad.
MI CUERPO TAMBIÉN
Raquel Taranilla
Barcelona, Los
libros del Lince, 2015; 194 págs.
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