GRASS
Günter Grass
ofreció siempre un discurso sobre lo evidente. Y sus testimonios una imperturbable
y sorprendente visión de los problemas de su época y en buena parte sus acertadas
opiniones acerca de la reconstrucción de un país como la República Federal
Alemana.
El joven Grass después de
ahondar en su propia formación, estudiante en la Escuela de Bellas Artes de
Düsseldorf y Berlín y cultivando, inicialmente, la creación plástica,
estrecharía sus vínculos con el Grupo 47, cuyos miembros le proporcionarían una
actitud crítica de mejor entendimiento dentro del panorama intelectual en
lengua alemana, y se atrevería a presentar sus textos en sociedad, como algo ya
acabado y maduro y, una vez constatado este hecho, viajaría a París, donde
escribirá abundantemente y se relacionará con artistas franceses, suizos e
italianos, para empezará a dar a la imprenta sus primeros relatos, y
posteriormente volver, de nuevo a Danzig y otras ciudades polacas, paisajes que
le devolverán a la idea de reconstruir un viejo proyecto basado en los
escenarios de su pasada memoria y buena parte de su mejor imaginación; como El
tambor de hojalata (1959), obra que muestra, entre otras cosas, la
perspectiva de un marginado que se convertirá en el eje-fundamento de la
narración y de posteriores trabajos suyos.
Grass ha sido desde siempre,
antes de su reconocimiento mundial con el Nóbel en 1999, una voz en libertad,
siendo esta una actitud alentadora al margen de una obra que siempre resulta
incómoda porque conmueve a multitudes; su literatura, su prosa en general, se
erige contra toda forma de estupidez, una actitud tan lamentablemente frecuente
en la realidad de nuestro mundo actual.
Ayer, 13 de abril, fallecía a
los 87 años en un hospital de la ciudad alemana de Lübeck, donde residía en
estos últimos años. Curiosamente, sobre mi mesa, Günter Grass/ Juan Goytisolo; Diálogo sobre la desmemoria, los tabúes y el
olvido; Barcelona, Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores, 1999; dos
escritores conversan sobre la función intelectual en la sociedad contemporánea.
Otro más que se fue.
ResponderEliminarMª Ángeles.