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MIENTRAS LLEGA EL FINAL
El mercado editorial no deja de
sorprendernos con curiosidades como la que aparecía al filo de una fecha tan
señalada en nuestro país como el día de los santos o de los difuntos, nos
referimos, concretamente, al pequeño monográfico que sobre la ocurrencia de
esas palabras finales se le atribuyen a numerosos personajes de nuestro pasado,
tanto del mundo histórico como literario, del político o del ensayístico, de lo
laico o de lo religioso, de la realeza o de la burguesía, de lo pictórico o de
la música, y que Werner Fuld (Heidelberg, 1947) concreta en su Diccionario
de últimas palabras (2004), una idea que el escritor y crítico literario
había recogido de Chateaubriand cuando éste afirmaba, «a uno le gustaría tener
una antología de las últimas palabras de hombres célebres». Propuesta, además,
confirmada por ese otro genio que fuera el filósofo Montaigne quien suponía que
«la gente, siempre ante la muerte, dice la verdad en favor de una salvación del
alma».
El Diccionario de últimas palabras
es, en esencia, una colección de célebres personajes y la actitud que adoptaron
ante tan agónico tránsito a la otra vida. A lo largo de estas páginas se
vislumbra alguna que otra agudeza de ingenio de muchos de los personajes que
desfilan por el libro de Fuld. Pero, como puede vislumbrarse, no siempre se
acierta con esa voluntad de epitafio deseado con que se acuerda pasar a la
posterioridad. La genialidad de los mismos, por otra parte de muchos de ellos,
queda puesta de manifiesto en los numerosos ejemplos que, ordenados
alfabéticamente, para comodidad del lector ha ido reuniendo el escritor alemán
de las codas literarias que, en numerosos casos, rezuman imaginación, humorismo
y un sarcasmo punzante. Quizá por todo esto, habrá que pensar, como alguien ya
lo ha hecho, en un epitafio como el continente perfecto que da rienda suelta al
humor negro porque esa imprevisibilidad del final impide siempre al escritor o
al hombre importante concluir sus días con una despedida a la altura del genio
que siempre se la ha atribuido y, en ocasiones, recurre a un pequeño acto de venganza
para redondear así la resignación que le supone ante esta actitud final.
La muerte señala el propio Werner Fuld
tiene sus propias leyes; si no podemos calcular la vida, menos aún resultan
previsibles esos minutos últimos, a veces grandiosos, otras tristes, en
ocasiones absurdos y finalmente cómicos. «Nuestra muerte ilumina nuestra vida»,
escribió Octavio Paz, un pensamiento tan hermoso como elegante del poeta
mejicano, pero sin olvidarnos del lado jocoso del asunto, no menos ocurrente y
verdadero resulta lo que puede leerse en el cementerio de Charenton, en la
tumba de El Marqués de Sade, «Si no viví más es porque no me dio tiempo».
DICCIONARIO
DE ÚLTIMAS
PALABRAS
Werner
Fuld
Barcelona,
Seix-Barral, 2004
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