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sábado, 25 de julio de 2015

Tere Susmozas



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TERRESTRE OCÉANO



         Ángel Zapata califica, los relatos de Tere Susmozas (Madrid, 1974), como un vibrante y arriesgado acto poético que crea, en cada caso, su propio plano de consistencia. Y es así como habrá que leer, y además, degustar el conjunto que conforma, Terrestre Océano (2015), creo que la primera incursión en la difícil y especulativa concepción de un posible acercamiento al cuento y de sus innumerables posibilidades, porque como ocurre tras leer estos relatos, muchos de ellos sorprenden porque forman parte de un neo-simbolismo, o esa estética que se acerca mucho a un concepto de literatura tan alegórica como mítica que ya se había ensayado en la España de los 70 y 80 y que planteaba, narrativamente hablando, un asunto o desarrollo fantástico que en momentos concretos se superponía a un contenido general o, incluso interfería en el desarrollo de otras acciones paralelas, y aunque por entonces este concepto se aplicó a la novela, planteaba una estructura similar a los cuentos tradicionales, personajes en busca de objetos maravillosos, y una vez encontrados sometidos a una dura tarea o lucha.
        Zapata hace referencia en su nota preliminar a dos cuentistas contemporáneos que, de alguna manera, han impregnado su obra breve de un concepto de lo fantástico, Ángel Olgoso y Manuel Moyano porque, según el primero, lo fantástico permite innumerables formas de acercamiento al reverso, al envés de lo verdadero, a un mundo infinito de posibilidades; es, al mismo tiempo, un mundo que se enfrenta al real, y cuando lo hace produce una enorme colisión o un simple contraste, pero de ese choque se desprende una lluvia de chispas que ilumina las pobres vidas de unos no menos atormentados personajes; y es así como pueden verse algunas de las historia de Susmozas, sin duda, una literatura fruto de una exigente imaginación, de la torsión de lo real, con un obsesivo gusto por los contenidos expectantes y vertiginosos, tan insólitos como perturbadores. Y, aun debemos añadir, que el relato fantástico le permite escapar a la narradora de lo consabido y de lo plano, y de un repertorio tan limitado como pueda resultar la literatura realista; la suya, por consiguiente, se convierte en una bruma inquietante y magnética de lo inaudito, una visión maravillosa, esa que flota sobre las delgadas fronteras que separan lo concreto y lo abstracto, sometiendo en numerosas de sus historias lo fantástico a una intromisión violenta, insólita de un suceso extremo en el mundo real, hasta el punto de que al lector nos obliga a hacer verosímil lo inverosímil.
        La brevedad de algunos de sus textos, exige a Susmozas el valor intrínseco de una prosa ajustada, que tiende a justificar cada palabra en su sentido más literal, además le proporciona una cuidada vocación por otorgarle a los textos una dimensión más amplia, porque en buena parte la ensoñación con que vive la narradora su mundo reivindica su espacio tanto en la realidad como en la ficción, y se mueve entre lo visionario a través de ese método que le otorga la expresión más abstracta y conceptual; leamos, y disfrutemos de algunos relatos significativos, “La plenitud del cíclope”, un texto breve que habla de los márgenes en que nos movemos, entre esa percepción de la plenitud absoluta que buscamos a lo largo de nuestra vida, como estabilidad emocional, o felicidad absoluta, una quimera que no existe; o “Percepciones de lo ausente” y la eterna pregunta, ¿Hacia dónde voy?, conscientes de una realidad que nos envuelve y condiciona nuestra actitud ante los diferentes aspectos que debemos posicionarnos, porque “en la ciudad de los laberintos (…) sus habitantes se tapan los ojos (…)”, y, por otra parte, la angustia que al hombre actual le supone ir saltando de liana en liana en “Otros árboles”, y ese fondo de terror entre lo incierto y lo imprevisible.
        Terrestre océano, no es un libro fácil, reclama un lector exigente, capaz de volver a la página anterior cuando sea necesario, incluso a dejar de leer unos instantes para encontrar la respuesta a lo leído porque en muchos de estos textos, en los breves fundamentalmente, se vislumbra la madurez de la palabra, la culminación de un largo proceso de aprendizaje que ha encontrado su voz definitiva en esta colección de relatos que, entre otras muchas virtudes literarias, no deja indiferente a nadie.


    








TERRESTRE OCÉANO
Tere Susmozas
Madrid, Torremozas, 2015; 122 págs.

                              

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