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NOCTÁMBULOS
Cristina
Cerrada (Madrid, 1970) es una atrevida joven aun desconocida en los ambientes
literarios, y eso es algo que, indudablemente, hoy no debería significar nada salvo una
garantizada posibilidad para poder publicar, pero si se trata de una colección
de cuentos, la pirueta es doble, por añadidura. Quizá por eso sorprende más que
una narradora novel consiga alejarse de clichés o tópicos que incorporan
digresión, elementos ensayísticos o perspectivas de un narrador omnisciente y,
sobre todo, ese esgrimido concepto una literatura feminista, muy al uso,
para entregarnos Noctámbulos (2003), su primer libro. Es una excelente
colección de relatos que viene avalada por un premio como el Casa de América en
su cuarta edición.
La narradora madrileña ambienta sus
historias en un espacio urbano, incluye esos conflictos que apenas interesan a
nadie y en los que la violencia está latente, alienta cierta alevosía o cautela
para no herir sensibilidades aunque las acciones que relata resultan tan
contundes como la vida de sus personajes. Los perfiles de ese devenir que
envuelve la atmósfera de los antihéroes de estos relatos recuerdan,
irremisiblemente, a un desvergonzado John Fante, a un enigmático J.D. Salinger
o a un exquisito Raymond Carver, puesto que la decadencia en la que se mueven
prostitutas, criminales, amantes despechados o alcohólicos, forman parte de la
realidad próxima de algunas de nuestras ciudades. Para ellos, envueltos en una
decadente soledad, tan solo existe una remota posibilidad de que la salida sea
lo suficientemente válida para que nunca dejen de soñar porque de lo contrario
despertarán a ese monstruo que es la realidad y la violencia. Una penumbra cubre sus vidas, se sienten
urbanitas en esa metáfora de la lucha por la vida. Solo así entendemos la
crudeza de un cuento como «Neumonía» o «Cuchilladas», dos relaciones que se
rompen aunque, aparentemente, nada ocurre. Noctámbulos, como el relato que da
nombre al libro, y que en un sostenido acento proclama el derrumbe de ser
humano con una economía de medios, sustentada, sobre todo, por el diálogo de
dos camareras que ven la vida a través de una barra de bar. Existe, en estos
relatos, una brillante indagación en ese concepto cotidiano de que todo cambia,
termina o se destruye, ocurren accidentes porque sin dolor no habría felicidad y,
por consiguiente, siempre queda la esperanza.
NOCTÁMBULOS
Cristina
Cerrada
IV
Premio Casa de América de Narrativa
Lengua
de Trapo, Madrid, 2003
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