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jueves, 17 de diciembre de 2015

Juan Goytisolo



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TELÓN DE BOCA



     Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) consigue, una vez más, sorprender a propios y ajenos con una obra de difícil clasificación, uno de esos libros que más se ajusta a un relato, por su extensión, a unas breves memorias por su contenido, a un pequeño ensayo por su tratamiento o, tal vez, a una suerte de ensueño porque, en Telón de boca (2003), confluyen algunos de sus motivos anteriores elaborados en obras como Señas de identidad o Coto vedado. Incluso, muestra perspectivas que nos llevarían a pensar en una síntesis personal o autobiográfica de un pasado que incluye paisajes del niño antes de la guerra, el joven que fingía creer o el universitario mordaz capaz de recrear una memoria reciente, escrita como autoficción, que permite reconocer otros paisajes, incluidos algunos personajes, como el perfil de una mujer y de un hombre presentes, en realidad, un amor personificado, indiscutiblemente, en Monique Lange, la esposa del escritor, fallecida poco antes de la redacción de este libro, escrito con esa personalidad que caracteriza a un Goytisolo singular porque sólo así podemos justificar y entender la inusualidad de su último libro.
   Con Telón de boca Juan Goytisolo trata de exponer un testimonio literario que contiene mucho de elegía, en el que sobresale la forma empleada para este fin; es decir, la composición y los elementos empleados por el narrador. Estructuralmente es un texto compuesto por 38 fragmentos, divididos en cinco capítulos, sobriamente justificados por una confesión íntima que selecciona, por un lado modelos literarios trascendentales y, por otro, pasajes de un pasado que sintetizan la historia a contar, recurso para poder conseguir una economía de medios que justifique la propia exposición del narrador. El relato de una existencia que conlleva  una sucesión de injusticias, miserias, crueldades que serán identificadas por los lectores quienes, junto al narrador, vislumbran un final, tan propio como particular.
    Y sólo así podrá entenderse la visión expuesta en este libro que se concreta en «una colección de imágenes grisáceas, desesperadamente fijas». Estamos ante un Goytisolo para quien deja de tener sentido el paso del tiempo, lo efímero de este mundo, habitante de una humanidad que se repite, una y otra vez, en la barbarie y que se decanta por encontrar respuestas. Sólo así entendemos que sus reflexiones forman parte de una literatura universal que se sustenta en la belleza del mundo, mientras, desde tu terraza vislumbra un hermoso horizonte que incluye el Atlas marroquí y los fantásticos atardeceres del norte africano.











TELÓN DE BOCA
Juan Goytisolo
El Aleph, Barcelona, 2003

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