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TELÓN DE BOCA
Juan
Goytisolo (Barcelona, 1931) consigue, una vez más, sorprender a propios y
ajenos con una obra de difícil clasificación, uno de esos libros que más se
ajusta a un relato, por su extensión, a unas breves memorias por su contenido,
a un pequeño ensayo por su tratamiento o, tal vez, a una suerte de ensueño
porque, en Telón de boca (2003), confluyen algunos de sus motivos anteriores
elaborados en obras como Señas de identidad o Coto vedado.
Incluso, muestra perspectivas que nos llevarían a pensar en una síntesis
personal o autobiográfica de un pasado que incluye paisajes del niño antes de
la guerra, el joven que fingía creer o el universitario mordaz capaz de recrear
una memoria reciente, escrita como autoficción, que permite reconocer otros
paisajes, incluidos algunos personajes, como el perfil de una mujer y de un
hombre presentes, en realidad, un amor personificado, indiscutiblemente, en
Monique Lange, la esposa del escritor, fallecida poco antes de la redacción de
este libro, escrito con esa personalidad que caracteriza a un Goytisolo
singular porque sólo así podemos justificar y entender la inusualidad de su
último libro.
Con Telón de boca Juan
Goytisolo trata de exponer un testimonio literario que contiene mucho de
elegía, en el que sobresale la forma empleada para este fin; es decir, la
composición y los elementos empleados por el narrador. Estructuralmente es un
texto compuesto por 38 fragmentos, divididos en cinco capítulos, sobriamente
justificados por una confesión íntima que selecciona, por un lado modelos
literarios trascendentales y, por otro, pasajes de un pasado que sintetizan la
historia a contar, recurso para poder conseguir una economía de medios que
justifique la propia exposición del narrador. El relato de una existencia que
conlleva una sucesión de injusticias,
miserias, crueldades que serán identificadas por los lectores quienes, junto al
narrador, vislumbran un final, tan propio como particular.
Y sólo así podrá entenderse la
visión expuesta en este libro que se concreta en «una colección de imágenes
grisáceas, desesperadamente fijas». Estamos ante un Goytisolo para quien deja
de tener sentido el paso del tiempo, lo efímero de este mundo, habitante de una
humanidad que se repite, una y otra vez, en la barbarie y que se decanta por
encontrar respuestas. Sólo así entendemos que sus reflexiones forman parte de
una literatura universal que se sustenta en la belleza del mundo, mientras,
desde tu terraza vislumbra un hermoso horizonte que incluye el Atlas marroquí y
los fantásticos atardeceres del norte africano.
TELÓN DE BOCA
Juan
Goytisolo
El
Aleph, Barcelona, 2003
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