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sábado, 12 de diciembre de 2015

Javier Tomeo



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LA MIRADA DE LA MUÑECA
HINCHABLE



     Las historias de Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1932) muestran, en ocasiones, una sucesión de acciones sin sentido. Pero sus textos no dejan de sorprender al lector una y otra vez porque se configuran en una mezcla de situaciones de un verismo recalcitrante y de una absurda visión de la realidad. Son, también, excelentes muestras de un humorismo tan afiliado que sugiere mucho de tragedia y, por supuesto, se convierten en una auténtica parábola de nuestro cotidiano vivir.
     Con La mirada de la muñeca hinchable (2003) vuelve a escenificar la realidad de toda una ciudad con espacios aparentemente reconocibles que sugieren otros espacios que bien podrían pertenecer al mundo de esa otra dimensión, característica de la narrativa del novelista. Los personajes de Tomeo están inmersos en ese espacio creado, como el protagonista, Juan P., un hombre maduro que vive en un bloque de pisos que incluye molestos vecinos. Juan convive con una muñeca hinchable, a quien acaba por tirar de una ventana y un televisor que también acaba en la basura. Frecuenta a un amigo, Torcuato, con quien come siempre en la misma casa de comidas «Casa Leonor» y en la misma mesa y, además, pasea con él, por las calles y avenidas de su ciudad. Otros personajes se asoman tímidamente a la vida cotidiana del narrador como el maître zurdo que les sirve en el restaurante, el doctor Orloff, director del museo, la Condesa de O, una especie de devoradora de hombres o la clásica portera del inmueble. Pero lo que el escritor logra, una vez más, con esta nueva novela es la constatación de la soledad humana y la angustiosa búsqueda de una comunicación, bien mecánica a través de la pantalla de la televisión o a través del absurdo monólogo con Dorotea, su compañera, esa muñeca impasible de la que no logra arrancar ni una palabra. Nada ocurre argumentalmente hablando salvo el relato de un narrador cuya impasibilidad conmueve al lector hasta el extremo de solidarizarse con una actitud de vida tan escéptica. Una vez más, los medios de Tomeo manifiestamente reducidos, conjuran a un mundo donde, como lectores inteligentes, tenemos que realizar nuestras preguntas y nuestras respuestas para conseguir que ese minimalismo provoque los efectos inesperados.








LA MIRADA DE LA MUÑECA
HINCHABLE
Javier Tomeo
Anagrama, Barcelona, 2003

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