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LA
MIRADA DE LA MUÑECA
HINCHABLE
Las
historias de Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1932) muestran, en ocasiones, una
sucesión de acciones sin sentido. Pero sus textos no dejan de sorprender al
lector una y otra vez porque se configuran en una mezcla de situaciones de un
verismo recalcitrante y de una absurda visión de la realidad. Son, también,
excelentes muestras de un humorismo tan afiliado que sugiere mucho de tragedia
y, por supuesto, se convierten en una auténtica parábola de nuestro cotidiano
vivir.
Con La mirada de la muñeca hinchable
(2003) vuelve a escenificar la realidad de toda una ciudad con espacios
aparentemente reconocibles que sugieren otros espacios que bien podrían
pertenecer al mundo de esa otra dimensión, característica de la narrativa del
novelista. Los personajes de Tomeo están inmersos en ese espacio creado, como
el protagonista, Juan P., un hombre maduro que vive en un bloque de pisos que
incluye molestos vecinos. Juan convive con una muñeca hinchable, a quien acaba
por tirar de una ventana y un televisor que también acaba en la basura.
Frecuenta a un amigo, Torcuato, con quien come siempre en la misma casa de
comidas «Casa Leonor» y en la misma mesa y, además, pasea con él, por las
calles y avenidas de su ciudad. Otros personajes se asoman tímidamente a la
vida cotidiana del narrador como el maître zurdo que les sirve en el
restaurante, el doctor Orloff, director del museo, la Condesa de O, una especie
de devoradora de hombres o la clásica portera del inmueble. Pero lo que el
escritor logra, una vez más, con esta nueva novela es la constatación de la
soledad humana y la angustiosa búsqueda de una comunicación, bien mecánica a
través de la pantalla de la televisión o a través del absurdo monólogo con
Dorotea, su compañera, esa muñeca impasible de la que no logra arrancar ni una
palabra. Nada ocurre argumentalmente hablando salvo el relato de un narrador
cuya impasibilidad conmueve al lector hasta el extremo de solidarizarse con una
actitud de vida tan escéptica. Una vez más, los medios de Tomeo manifiestamente
reducidos, conjuran a un mundo donde, como lectores inteligentes, tenemos que
realizar nuestras preguntas y nuestras respuestas para conseguir que ese
minimalismo provoque los efectos inesperados.
LA
MIRADA DE LA MUÑECA
HINCHABLE
Javier
Tomeo
Anagrama,
Barcelona, 2003
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