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LAS ELIPSIS DEL
CRONISTA
Una estela clásica, un hacer cervantino o
una visión bucólica con paradisíacos parajes y abundantes paisajes que se
localizan, geográficamente, en una comarca montañosa del reino norte de León,
pueblan las páginas de este singular libro de relatos, Las elipsis del
cronista (2003) con que nos sorprende un autor novel Pablo Andrés Escapa
(León, 1964), hasta el momento un bibliógrafo que no ha tenido prisa en
entregar un primer libro de cuentos como el presente.
En Badabia, el territorio inventado por
Escapa, el tiempo ha quedado suspendido y las conversaciones que mantienen un
juez retirado y Gistredo, secretario del ayuntamiento de San Bartolomé, en
torno a hechos del pasado y los principales acontecimientos de la comarca,
quedan registradas en un cuaderno donde los sucesos y las personas transcurren
con los vaivenes de la historia que, sancionados por las investigaciones y los
recuerdos que el juez pasa al cronista, logran sobrevivir para convertirse en
la memoria viva y colectiva de toda la región. Los diez relatos enlazan así
muchos de los acontecimientos del pasado que se remontan muy atrás, al mítico
reinado de Alfonso X el Sabio y a su acertada decisión de poblar el lugar, las
lecturas de Bartolomé Leonardo de Argensola o los viajes del romántico Gil y
Carrasco junto a otros personajes más cercanos, Bautista, Benigno, Cardín,
Eladio o Josefa Beltrán, y no menos interesantes, al menos para los habitantes
del lugar, para anotar así, en una suerte de voces narrativas, la intrahistoria
de una región sumida durante años en un silencio que, junto a las elipsis del
cronista, conforma los ciclos de una tierra legendaria. Una lectura amable permite
al lector ir pasando de una historia a otra historia, estructuralmente bien
logradas, de finura en la expresión y de ajustada prosa, técnicamente capaz de
soslayar al protagonista del narrador en favor de lo contado, como ocurre en la
buena literatura para trascender más allá de la anécdota que se cuenta en estos
relatos porque de eso se trata, de una alusión al uso que permita al lector ver
más allá y poder vislumbrar buena parte de lo que el cronista calla. Mucho me
temo que hemos de recordar, al hilo de lo comentado, la narrativa de su paisano
Mateo Díez, puesto que, como el maestro, Pablo Andrés Escapa, posee un agudo
sentido de la observación, una hilarante capacidad para reproducir anécdotas
insólitas y esbozar, con sabiduría, personajes que se mueven entre la realidad
y la ficción y convierten al narrador de estas historias ensartadas en ese
otro protagonista, un remedo tradicional
de los relatos orales de nuestro mejor pasado literario.
LAS ELIPSIS DEL
CRONISTA
Pablo Andrés Escapa
Madrid, Páginas de Espuma, 2003
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