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Julio Jurado
El bombardero azul
Algún que otro eco de Gómez de la Serna, y bastantes escenas
esperpénticas del mejor Valle-Inclán motiva al curioso lector a la lectura de
una excelente colección de cuentos con un no menos curioso título, tan
vanguardista como absurdo, y de tan extensa tradición literaria, El bombardero azul (2016), una calculada
y acertada segunda entrega de Julio Jurado
(Madrid, 1958), que antes había publicado Andar
por el aire (2010). Sirva este apunte de obligada referencia literaria, pero
no debe advertirse intención alguna en cuantificar una deuda con toda una
estela de nuestros clásicos sino que, en realidad, el narrador madrileño ha
aprendido bien la lección, ha bebido de las mejores fuentes, y opta por una
narración que, en su caso, describe una sociedad contemporánea de la que, a sus
personajes, no se les permite formar parte aunque, y a pesar de todo eso, de la
sabia mano del narrador, estos protagonista no se muestran o sienten ajenos a la
esperanza, como tampoco renuncian a lo esencial de la vida.
Julio Jurado
se postula, desde las primeras líneas, como “un héroe al que imaginaron
cobarde” y se atreve en “Traer a cuento” a declarar sus intenciones respecto a
su libro, “unos cuentos que trasciendan de una manera impulsiva las fronteras
de lo racional y lo lógico, incluso en la extensión de alguno de ellos (…)
relatos que se hunden sin remedio en un futuro ilógico e imperfecto, en la
ambición y el desamor, en el crimen como una de las bellas artes, en la
confusión como magia y locura, en el sueño o la pesadilla (…) historias que
pretenden ser un arriesgado homenaje dirigido a personas inteligentes (porque
nunca se parecerán a los personajes de estos relatos)”. Pero, en realidad, esta
especie de prólogo, es un relato en sí, y además uno de los más conseguidos,
porque anuncia esa suerte de collage de esos sentimientos e inquietudes que
conforman las palabras y, en su conjunto, El
bombardero azul, contiene bastante de estas pretensiones.
Como el sabio Dostoievski, el narrador Jurado
se pregunta cómo a alguien se le ocurre pensar que el hombre necesita
inevitablemente lo racional y provechoso, y tal vez motivado por ese escepticismo
o ejercicio de desfascinación, como señala Zapata, y asumiendo el riesgo de
descubrir esas falsas apariencias para luego desenmascararlas desde ángulos tan
diversos como los practicados por el autor, solo así se entiende cómo distribuye
sus cuentos en tres partes, y la
Primera de ellas, la más amplia, formada por siete relatos
que se convierten en el cuaderno diario de unas vidas tan cotidianas como
fragmentarias, protagonizadas por unos personajes que dudan aunque su
existencia, y en un momento dado, se verá asaltada por unos deseos en los que
irrumpen elementos insólitos, o extraños. El enamoramiento de una camarera, La Chunga, ejemplar ejercicio
de cuento tradicional, titulado, “El coleccionista de carteras”; la búsqueda de
un empleo para sobrevivir en un apocalíptico ¿futuro donde ya no existen los
sentimientos?, la asunción de ser rechazado, el magnífico diálogo entre un
hombre quejumbroso y la mujer con espinas, la inseguridad de una relación, o la
fabula del lobo feroz, esa animalidad irrenunciable como parte de la naturaleza
del ser humano, un buen ejemplo de envidia entre hermanos, con una perfecta
ejecución y de consecuencias fatales, un amor desenfrenado y poco edificante, y
la constatación de la soledad y decrepitud de la vejez en el cuento, “Hoy he
visto un perro”, conforman el mundo que Jurado brinda a sus lectores, ejemplos
de una aguda irónica visión, cierto cuestionamiento y rebeldía sobre las normas
que rigen nuestra sociedad y que, en el madrileño, se muestran en total
decadencia y señalan la perversidad de quienes forman parte de esa otra
realidad.
La Segunda, formada por un solo cuento, y el más
extenso, da título al volumen y el autor despliega toda una suerte de
características narrativas en un relato distópico de ciencia ficción, tan extraño
como un sueño o una pesadilla con una sugestiva atmósfera opresiva e intemporal
de algunas de las mejores obras de Kafka. El protagonista, sin nombre, abandona
una granja, atraviesa un puente e inicia un viaje hacia M. portando gambas
perladas que cultiva sin agua y que tienen la propiedad de calmar el hambre a
una persona con un solo ejemplar. Su viaje es un intento de huir de una
realidad que le imponen los Respetables porque no entiende el mundo que le ha
tocado habitar y muestra como a lo largo del relato se le escapa de las manos
y, en medio del caos y en un mundo en extinción, hay sin embargo lugar para el
amor con la sargento Rosario que comanda, y navega en El bombardero azul.
La Tercera parte cierra el libro con dos relatos muy
diferentes en cuanto a estructura y ejecución: “Falsa moneda”, narra como un
personaje incita al narrador (abstenerse cuentistas) a crear una historia
larga, avanzar en el número de páginas escritas y abandonar así ese concepto de
relato breve; y “Encuentro cultural” es una pequeña pieza de teatro con la que
el autor pretende, como queda explicitado, homenajear a Ionesco, en ese
sentimiento de limitado o alienado como olvidos momentáneos de todo un proceso
alienatorio.
Para Julio
Jurado, la escritura resulta algo imprevisible, de ahí su
interés por suscitar emociones en el lector, y provocar al mismo tiempo una
desproporcionada cantidad de significados tras la lectura de sus textos, esta y
tal vez no otra podría ajustarse a una calculada y posible definición de un
libro que sin lugar a dudas nos descubre que siempre es posible destruir el
mundo, y El bombardero azul es una
buena muestra de ello.
El
bombardero azul
Julio Jurado
Ilustraciones
de Norberto Fuentes
Madrid,
Adeshoras, 2016; 212 págs.
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