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NADA IMPORTA NADA
Marcos
Giralt Torrente (Madrid, 1968) recupera en su primera novela, París (1999), el
atormentado pasado familiar del protagonista del relato, contado desde el
presente, con unos padres cuya sombra se ha diluido por el paso del tiempo.
Hace años que el joven no sabe nada de su padre, alguien que un día decidió no
volver a casa, y la madre con quien ha pasado los años de su adolescencia, se
encuentra, moribunda, en un hospital. La sombra de la duda acerca del
comportamiento de ambos campea sobre la mente de este hombre treintañero que
ahora, casado, rememora, episódicamente algunos sucesos de esta triple
relación.
A
lo largo de las trescientas páginas de la novela, Marcos Giralt Torrente, autor
de dos colecciones de relatos, Entíendeme (1995) y Nada sucede solo (1999), nos
irá presentando los personajes de la misma, en un relato que el propio narrador
protagoniza, un papel complejo porque se trata de contar y ser juez al mismo
tiempo, testigo y víctima de unos adultos que nunca habían apostado por la
sinceridad de su existencia. En esta indagación que inicia el joven narrador con
su relato, podemos enterarnos de un buen puñado de historias familiares que,
psicológicamente tratadas, conforman el sentido último del relato: las
apariencias de ambos adultos esgrimidas durante años, el lado oscuro de buena
parte de la vida del padre, el sinsentido de la mentira a toda su existencia,
la falta de identidad, la dialéctica entre el valor de un pasado y los
resultados del presente, el precio de la memoria, la búsqueda de la verdad y
finalmente la ilusión de alcanzar ésta. Pero además, la novela, contiene la
posibilidad de ofrecer el retrato de unos personajes singulares, como el de un
padre que con el tiempo se ha convertido en un ser acabado, capaz de delinquir,
enigmático, con un perfil que da la talla, pese a lo esbozado de su descripción
en el relato y que, literariamente hablando, está conseguido hasta el punto de
que el lector no tiene por qué sentir despecho hacia él. La madre se convierte
en ese personaje de consabida situación en nuestra historia reciente, una
esposa rendida a la apariencia de un matrimonio sinsentido, llevado a cabo
desde la juventud, pese al beneplácito de los padres y que con el paso del
tiempo se ha convertido en la imagen de esa tolerante actitud que han ejercido
algunas de las mujeres de nuestro pasado, pero que, en alguna, ocasión ha
tratado de rebelarse, como su fallida huida a París, una episodio que el joven
narrador tendrá siempre presente, que recrea a lo largo de su historia y le
sirve para dar título a su novela.
La
densidad del relato cobra virtualidad por la destreza en la estructura empleada
por el joven Giralt Torrente, calcula y dosifica unos capítulos que pretenden
ser eficaces, sobre todo porque se trata de ahondar, íntimamente, en conflictos
muy particulares que por la fuerza imaginativa del narrador, llegan a ser
eficaces, sobre todo porque de lo que se trata es de recuperar algunas zonas
oscuras, enfrentarse a la figura de un padre desdibujado y romper con el
extrañamiento que tenía la madre acerca de algunas situaciones de su pasado.
Las emociones y las sensaciones del narrador quedan, pues, explicitas en un
relato pormenorizado, cuyo sentido último es comprendido por el lector.
PARÍS
Marcos Giralt Torrente
Premio Herralde de Novela
Anagrama, Barcelona, 1999.
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